¿Qué es ser sacerdote?[1]
Pueden
darse muchas definiciones pero la más evangélica, la más fácil de comprender es
ser llamado como fueron los doce discípulos de Jesús, cuando él les dijo: ven sígueme y siguieron a Jesús.
La
vocación uno no se la inyecta, ni se la inyectan, la vocación sacerdotal es un
don de Dios.
¿Para qué?
Para
lo que llamó Jesús, “Ven y sígueme y sintéticamente hablando lo que hizo Jesús
fue sembrar, hacer nacer, alimentar, desarrollar el reinado del Padre, su
propio reinado y el reinado del Espíritu Santo, durante su ministerio público.
No hay
tres reinados ni tres reinos sino un solo reino. Y esa es la tarea de todo
sacerdote fundamentalmente, hacer en cuanto es posible, lo que hizo Jesús.
El
sacerdocio no es una dignidad o título de gloria sino que en palabras del mismo
Jesús, es un servicio, ministerio (latín), diaconia (griego).
En
definitiva es ser un servidor.
¿Cómo? Dando su vida para redención,
rescate de muchos. La vida sacerdotal debe ser un servicio para rescatar, para
redimir, para perdonar, para salvar al mundo. La vida sacerdotal debe de ser
eso. Si no es eso no es lo que quiere Jesús.
Jesús
escogió a doce y luego a otros más pero no sabemos cuántos más.
Las
mies es mucha, los obreros son pocos, rogad al dueño de las mies que mande
obreros a su mies.
Pidan
para la Iglesia si la aman que le mande Dios servidores.
[1]
Fragmento de la homilía pronunciada el 1 de febrero del 2011 por el P. Salvador
Carrillo Alday, M. SP. S. en la capilla del CEFEJ. Hoy 1 de febrero del 2014
le damos gracias a Dios por los 61 años de sacerdote del P. Carrillo quien a
sido un regalo para la Iglesia.