martes, 16 de abril de 2019

CONCLUSIÓN DEL DISCURSO DE LAS PARÁBOLAS DE MATEO


¿Entendisteis todo esto? Le dicen: Sí.
Luego el les dijo: 'Por eso, todo escriba,
hecho discípulo del Reino de los Cielos,
es semejante a un hombre, Señor de casa,
que saca de su cofre, cosas nuevas y cosas viejas'":
Mt 13,51s.

La perfecta estructuración del Evangelio de Mateo y sus alusiones constantes al Antiguo Testamento ponen de manifiesto que su redactor era un hombre versado en las Escrituras Sagradas; en otros términos, "un escriba que, abrazando la nueva fe, se había hecho discípulo del Reino".

Pues bien: su nueva condición no lo había obligado a deshacerse de su antigua riqueza religiosa; antes bien, su caudal se había aumentado.

Siendo así, puede sacar de su cofre, como joyas valiosas, las cosas que había aprendido antes y los conocimientos nuevos que ha adquirido al hacerse ciudadano del nuevo Reino.

El último versículo del Discurso de las Parábolas podría ser la firma discreta del redactor del Evangelio de Mateo.



Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pág. 67. México, LA CAMPANA. IPB 2011.



martes, 2 de abril de 2019

PARÁBOLA DE LA RED: Mt 13,47-50.


Nueva parábola propiedad de Mateo:

         "De nuevo, semejante es el Reino de los cielos a una red lanzada al mar, y que ha recogido de toda clase...; la cual, cuando se ha llenado, habiéndola sacado a la orilla, y sentados, recogieron los buenos en cestos, y arrojaron fuera los malos... ": vv. 47-48.

Esta traducción dura del texto griego hace presentir que un original arameo debió estar en la base.

Una imagen de la vida diaria. La parábola nos transporta fácilmente a orillas del Lago de Genesaret, donde Jesús enseñó tantas veces y donde llamó a sus primeros discípulos: Simón y Andrés, Santiago y Juan: Mc 1,16-17.

Aún en tiempos actuales, los pescadores lanzan sus redes en el Lago en busca de peces. La grande red, arrastrada hasta la orilla, trae toda suerte de peces: comibles y no comibles, puros e impuros: Lv 11,9-12; y en esa forma, es necesaria una selección: los buenos serán puestos aparte, los malos serán arrojados fuera.

Lo mismo pasa con el Reino de los Cielos. La comparación está no tanto en la red que contiene peces buenos y malos, cuanto en el momento de la selección última

La parábola es, pues, de carácter escatológico: en el Reino de los Cielos habrá buenos y malos, pero al fin tendrá que haber una separación. Es, más o menos, el tema desarrollado ya en la parábola del trigo y de la cizaña.

El texto continúa:
          "Así será en la consumación del siglo: saldrán los Ángeles y separarán a los malos de en medio de los justos, y los arrojarán en el horno del fuego; allí será el clamor y el crujir de los dientes": vv. 49-50.

Estos versículos se presentan como una réplica de la explicación de la parábola del trigo y de la cizaña: vv. 41-42. Esto aparece claro en el hecho de que el verbo "saldrán" es aplicable a los segadores pero no a los pescadores; y que "el arrojar al horno de fuego" puede convenir a la cizaña pero no a los peces malos.

Ahora bien, si en aquella parábola esos versículos eran una aplicación alegórica, obra de la Iglesia antigua; lo mismo hay que decir aquí: se trata de una interpretación alegórica de la parábola primitiva. La Iglesia antigua (y Mateo nos lo ha comunicado) quiso imprimir en la parábola de Jesús un valor exhortativo, con el fin de hacer vivir con integridad la doctrina moral cristiana y eliminar, con el recuerdo del Juicio final la falsa seguridad en la que podrían vivir algunos cristianos apegados a sus vicios: cfr 1 Co 6,9-11,12-20; Ga 5,19-21; Ef 4,17-24.

Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pág. 65-66. México, LA CAMPANA. IPB 2011.