Dios, al enviarnos como un regalo el Concilio Vaticano II, quiso mandar una renovación: poner de nuevo, darle lustre a las cosas. Desde aquel entonces, hace treinta, treinta y cinco años, se viene comentando una palabra del profeta Isaías y del Apocalipsis que es también para ustedes. En el libro de Isaías, una palabra muy conocida de ustedes, en el capítulo 43 versículo 16 a 21. En aquel tiempo, sentido histórico de la Palabra de Dios, los judíos vivían ansiosos de esperanza, ansiosos de vida nueva; estaban esclavizados, por decirlo así, por lo menos fuera del país: estaban desterrados, estaban fuera de su querida Tierra Prometida y entonces suspiraban por una vida en la tierra de Dios. Y entonces el profeta, en nombre de Dios, o más bien Dios a través del profeta les dice:
Is 43,16-17: "Así dice Yahveh, el que trazó camino en el mar (a la salida de Egipto), que trazó veredas en aguas impetuosas (el Mar Rojo), el que hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército, a una se echaron para no levantarse, se apagaron, como mecha se extinguieron." (alusión a la salida de Egipto).
¡Cómo todas las fuerzas contrarias al pueblo de Israel Dios las hizo desaparecer!.
La Palabra de Dios vale en tanto que la aplicamos, si no permanece una palabra estéril. Pueda ser que también para nosotros, en nuestra vida, estemos en una época de éxodo, de salir de una manera de vivir para entrar en una tierra nueva, y entonces el Señor quiere Él despedazar ejércitos, tormentas, cosas que nos obstaculizan, como lo hizo con los carros y caballos a la salida de Egipto: los destrozó. ¿Y qué pasó con el pueblo? Quedó libre de todos esos obstáculos para poder salir de una esclavitud y entrar en una libertad. ¡Qué gracia de Dios tan grande salir de una vida de esclavitudes, pequeñas o grandes, y entrar en una tierra de vida, de libertad! Gracias a que Dios elimina todos esos obstáculos. El versículo 18 continúa con este tema:
Is 43,18: "'¿No os acordáis de lo pasado? ¿ No caéis en la cuenta de lo antiguo?
Yo creo que se refiere, nuevamente, a la salida de Egipto. "¿No se acuerdan de lo que pasó?. ¿No se acuerdan de los prodigios que hice para sacarlos de aquella esclavitud?." También para nosotros puede ser esa palabra recordando ciertos momentos de la vida en que nos sentimos liberados, que Dios nos liberó, o que comenzó a poner en nosotros grandes deseos de libertad, de liberación de muchas cosas, que puso en nosotros el deseo de dejar una tierra de Egipto para entrar en una tierra de libertad, así fuera el desierto del Sinaí. El versículo 19 es el central:
Is 43,19: "Pues bien, he aquí que yo hago nuevas las cosas...
"He aquí que yo voy a hacer nuevamente un prodigio. Ahora bien, ese prodigio, eso que voy a hacer:
Is 43,19: "...Ya está en marcha. ¿No lo sentís? ¿No lo reconocéis?"¿No reconocéis que algo nuevo está pasando en tu vida? Y con el lenguaje poético continúa:
Is 43,19-20: "Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en la sequedad. Las bestias del campo me darán gloria, los chacales y las avestruces, pues pondré agua en el desierto y ríos en la soledad para dar de beber a mi pueblo elegido."
En su sentido histórico esta palabra se refiere a los cautivos de Babilonia que tienen que regresar a su tierra cruzando el desierto árido, que da temor, da miedo; da miedo el sol, la sequía: "¿Cómo vamos a pasar?" Ese desierto tan implacable. Y le dice Dios a Israel: "No tengas miedo. Yo pongo en el desierto, desde luego, una calzada, una carretera, en los llanos secos pondré ríos, los animales, las bestias del campo, los chacales, las avestruces, también los animalitos se alegrarán, porque les daré agua: "ríos en la soledad". ¡Qué buena palabra! "Ríos en la soledad... para dar de beber a mi pueblo elegido." Y como consecuencia de ese prodigio de renovación, de regreso, de cruzar el desierto:
Is 43,21: "El pueblo que yo me he formado contará mis alabanzas."
Todo terminará en una grande alabanza de Dios.
Yo los invitó a que estos días, sobre todo al principio de esta mañana, que pidan al Espíritu Santo echar fuera todo cansancio, toda inquietud. Ya dejaron su casa, déjenla allá, pero sobre todo la casa interior. Más que la casa que está en tal o cual parte, la casa interior que es la que es importante. Y esa casa interior ciérrensela para vivir estos dos días como una novedad: abiertos, abiertas a la acción del Espíritu Santo. Gocen, gocen estos días. Ya sé que algunas personas están pensando: "Ojalá me fuera posible eso que estoy oyendo, pero hay un barullo en mi mente y en todo mi ser que no me permite." Las personas que están pensando eso siéntanse comprendidas por mí, así es, pero no se desalienten, echen fuera. Por eso quisimos que este retiro fuera en un ambiente de recogimiento y de silencio. No se sientan mal estar solas, ir a la capilla, a los jardines, no se sientan mal, que les vayan a decir: "Esta persona está sola porque no se comunica." No está sola, está muy acompañada, anda con el Espíritu Santo en grandes comunicaciones. "He aquí que lo hago todo nuevo."
Ese texto de Isaías ha sido tomado por el Apocalipsis, en el capítulo 21 versículo 5, pero ahí hablando ya de la vida muy futura.
Ap 21,1: "Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva."
Ojalá así pueda ser para nosotros, una vida nueva: un cielo nuevo, una vida nueva,
Ap 21,1: "Porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron y el mar no existe ya."
La vida que llevaba desapareció, no existe más, y en lugar de esa vida que llevaba, ¿qué es lo que me puede esperar para este momento de mi existencia?
Ap 21,2: "Vi la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén (una vida nueva), que bajaba del cielo de junto a Dios (una vida tranquila, serena, en su profundidad, aún cuando haya olas del mar en la superficie, no importa), de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo."
Realmente el verdadero Dueño de nuestra vida es Dios. Ustedes tienen unos tesoros grandísimos que Dios les ha dado: su esposo y sus hijos, pero antes que su esposo y sus hijos el grande regalo que nos da Dios es Dios mismo. Ustedes son de su esposo, sus hijos son de ustedes y ustedes son para sus hijos, pero antes y después son, ante todo para Dios; y lo que es más hermoso, que este pertenecer a Dios no destruye, sino ha hecho, ha construido su ser para su esposo y su ser para sus hijos. Por ser de Dios, por ser de Dios, son ustedes para su esposo y son ustedes para sus hijos. Dios no destruye su vida, al contrario, la construirá mucho mejor, en la profundidad de la felicidad.
Ap 21,3: "Oí una fuerte voz que decía desde el trono: "Esta es la morada de Dios con los hombres."
La nueva manera de vivir.
Ap 21,3 : "Pondrá su morada entre ellos."
Dios morará en el corazón de cada uno de nosotros: moradas de Dios, moradas de Dios en un mundo lleno de turbación, de ruido, de tantas cosas bellas que hay en el mundo.
Ap 21,3-4: "Ellos serán su pueblo y Dios-con-ellos será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos. No habrá ya muerte, ni habrá ya llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado."
Hemos dejado una manera tibia de vivir la vida con Dios.
Ap 21,5: "Entonces dijo el que está sentado en el trono: 'Mira que hago un mundo nuevo.'
En sentido literal, este pasaje se refiere a la vida futura, pero por estar en la Escritura lo podemos también actualizar como anticipándolo a la realidad escatológica a que se refiere; y entonces hacer de nuestra vida un mundo nuevo. Para eso hemos venido estos dos días de retiro espiritual.
Lo que resta del 2014 estaremos presentando cada 15 días la transcripción de las conferencias del Retiro de Oración y Vida que el P. Salvador Carrillo Alday, M. Sp. S. , nos dió en mayo del 2001. El contenido lo podemos encontrar en su publicación Sed de Dios pero aquí expondremos la sencillez y profundidad de sus explicaciones al darnos el retiro. No olvidemos antes de entrar al tema hacer una invocación al Espíritu Santo para que realice su obra en nosotros.