jueves, 14 de mayo de 2015

Primera multiplicación de los panes (Mc 6,34-47; Mt 14,15-23; Lc 9,12-17; Jn 6,1-15).

PRIMERA PARTE:

Jesús se encuentra en la cumbre de la evangelización (Mc 6,34-7,23). Los Doce han tomado ya parte activa en la misma. Son días de gloria.
La multiplicación de los panes en favor de cinco mil hombres, que recuerda el milagro obrado en el Antiguo Testamento por el profeta Elíseo (2R 4,42-44), es narrada por los cuatro evangelistas. Por una parte, están las tradi­ciones sinópticas de Mt-Mc-Lc; por otra, el relato de Juan presenta una tradición independiente tan antigua como las demás con su colorido teológico propio.

1. Introducción.

Terminada la misión, los "apóstoles" se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Como eran muchos los que iban y venían, no les quedaba tiempo ni para comer. Entonces Jesús les dijo: "Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco". Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Sin embargo, la gente los vio marcharse, y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llega­ron antes que ellos (Mc 6,30-33).
Jesús buscaba cierta tranquilidad para seguir forman­do de manera privada a sus Doce discípulos. La expresión "venid, aparte" parece indicar ese deseo (Mc 4,34; 9,2.28; 13,3). En la trama del evangelio, el momento es trascen­dental para los Doce discípulos, llamados aquí "apósto-les=enviados", seguramente en referencia natural al reciente envío que han recibido para ir a predicar y sanar a los enfermos (Me 6,7-13).

Después de las experiencias de la primera misión, se presentaba una ocasión propicia para que Jesús les impar­tiera enseñanzas específicas importantes, ante todo, sobre la identidad misma de su persona, y luego sobre la futura misión que los Doce tendrían que desempeñar. ¿Qué. es lo que los apóstoles=enviados deben hacer? Vivir cerca de Jesús, atender con compasión al pueblo, comunicarles la doctrina del Reino, sanar a los enfermos y proporcionar­les alimento de vida.
Jesús y sus discípulos se encuentran en el apogeo de la evangelización. Juan dice que las multitudes acudían al ver los signos que Jesús hacía sobre los enfermos. Podemos imaginar que la gente estaba entusiasmada también por lo que habían visto hacer a los discípulos del Maestro. Se acercaba la fiesta de la Pascua. Era la primavera del año 29.
El lugar permanece impreciso. Marcos parece colo­car la multiplicación de los panes en algún punto sobre la ribera noroeste del Lago. Lucas habla de Betsaida, en la orilla noreste. Restos arqueológicos del siglo IV muestran que los antiguos peregrinos fijaron el recuerdo de la multiplicación de los panes en la actual fuente de et-Tabg-ha, a dos kilómetros de Cafarnaúm.
2. Jesús predica y sana (v. 34).
34 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Al ver tanta gente, Jesús sintió compasión, pues le parecía que eran como ovejas sin pastor (Za 9,16; IR 22; Ez 34). Estos textos del AT manifiestan la solicitud de Dios en favor de su Pueblo, guiado en otros tiempos por pastores que él les había puesto: Moisés, Josué, David. Ahora carecen de pastores. Jesús quiere mostrarse como el Pastor mesiánico, anunciado por el profeta Ezeqniel (Ez 34,23; 37,24), o como imagen de Dios, el Pastor de Israel en el desierto (Sal 78,52-53; cf Sal 23,1; 74,1; 80,1).
En Mateo, esa "compasión" lo había movido para enviar por primera vez a sus discípulos a predicar (Mt 9,36). Ese mismo sentimiento lo impulsa ahora para reali­zar el milagro-signo que será anuncio de la futura Euca­ristía. La evangelización y los sacramentos (en especial la_ Eucaristía) son inseparables y ambos brotan del corazón misericordioso  del corazón de Cristo.
Y Jesús se puso a enseñarles muchas cosas. Lucas dice que el tema era "el Reino de Dios". Jesús es el Maestro incansable del Reino. Mateo y Lucas señalan que Jesús hizo curaciones de enfermos. Además de Maestro, él es médico dé almas y de cuerpos. Más aún, dará a la multitud el alimento que necesita. El es el principio y la fuente de la vida, tanto material como espiritual (cf Jn 6,22-59).