Jesús camina sobre el mar agitado.
6,48 Viendo que ellos se fatigaban remando,
pues el viento les era contrario, a eso de la, cuarta vigilia de la noche viene
hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarlos de largo. 49
Pero ellos, viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se
pusieron a gritar, 50 pues todos le habían visto y estaban turbados.
Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: "¡Confiad, yo soy, no temáis!"
Jesús había dado a los discípulos la
orden de tomar la barca rumbo a Belsaida (Mc) o a Cafarnaúm (Jn). Esta nota
supone de nuevo, para la multiplicación de los panes, un sitio sobre la ribera
noroeste del Lago.
Los evangelios, sin contarla, dejan
suponer una muy difícil travesía, ya que, habiéndose embarcado por la tarde, se
encuentran todavía en plenas aguas, a muchos estadios de la orilla (un estadio
son 185 mts), hacia la cuarta vigilia de la noche, o sea, entre las tres y seis
de la mañana. Un mar alborotado es símbolo
del caos primordial y de las potencias del mal.
A la inquietud natural por la agitación
del mar, se sumó la aparición de una persona que caminaba sobre el mar y que "quería pasarlos". Este último gesto provoca más fuertemente
la reacción de los navegantes. Llenos de turbación y espanto, pensando que era
un fantasma, comenzaron a gritar. Por otra
parte, el verbo "pasar de largo" evoca el paso de la gloria de Dios
delante de Moisés y de Elías (Ex 33,19.22-23; 34,6; IR 19,11-13).
Pero al punto, Jesús se dirigió a ellos,
diciéndoles: "¡Confiad,
yo soy, no temáis!". Con estas palabras, él los invita a dos actitudes: tener confianza y
echar fuera el miedo; y la razón es porque "El es".
La palabra "Yo soy" (en griego: egó eimí) significa, en su
sentido primero y natural, yo soy Jesús, no se trata de un fantasma; pero, al
mismo tiempo, ese "Yo
soy" está
indicando, en terminología bíblica, una epifanía divina, ya que es Yahveh quien
se revela "caminando
sobre el mar" (Jb
9,8; Sal 77,20), dominándolo (Sal 65,8; 77,17; 89,10), o "pasando delante", como pasó la gloria de Dios ante Moisés y
Elías en el Sinaí (Ex 33,19.22-23. 34,6; IR 19,11-13).
Con la
palabra "Yo
soy",]esús deja
traslucir, discreta pero fuertemente,
que él aplica a su propia persona el Nombre divino: "Ehyéh = Yo soy"
(Ex 3,14; Is 41,4; 43,10.13).
Y el viento se calmó
51 Subió entonces donde ellos a la barca, y
amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, 52
pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba, embotada.
Una vez que Jesús subió a la barca, el
viento se calmó. He aquí un nuevo prodigio. El viento y el mar se tranquilizan
y los viajeros pueden continuar su navegación hasta la orilla. Cuando
Jesús está presente, todo se facilita y cambia.
Marcos insiste en la incomprensión de los apóstoles. Lejos de intuir
con fe sobre el acontecimiento, permanecen profundamente turbados. Su mente
está opacada, entenebrecida. No han comprendido aquello de lo que son signo los
milagros: la multiplicación de los panes y el caminar sobre las aguas del mar
(cf Mc 9,32; 10,24.26.32). En Jesús se manifiesta el poder de Dios que sacia a
su pueblo y domina el mar, como había sucedido en tiempos del éxodo y del
desierto.
La barca también aquí es figura de la
Iglesia, la cual navega sobre aguas tranquilas cuando Jesús va con ella. La
Iglesia se postra y adora a Jesús, su Señor, que la salva del peligro de
sumergirse en las profundidades del abismo.
ACTUALIZACION
Jesús, 'Yo soy":
He aquí que navegamos en tinieblas, y nuestra
noche avanza.
Soplan contra nosotros vientos contrarios,
que nos impiden bogar
con seguridad.
Ven, Jesús, sobre las aguas y súbete a nuestra barca.
Sabiendo que eres Tú, estaremos seguros.
Sosiega el viento,
tranquiliza las olas, y haznos oír:
"¡Tened confianza! ¡Yo soy! ¡No temáis!"
Amén.