Gn 2,6: Pero un
vapor se levantaba de la tierra y humedecía toda la superficie del suelo.
Así que
todo era aridez, pero, ¡oh maravilla!, había un puntito en que había agua,
mucha o poca, vapor o humedad, el caso es que había un poquito de agua.
¡Magnífico! Ya están los dos elementos para que el alfarero divino pueda
comenzar a trabajar con sus manos.
Gn 2,7a: Modeló
entonces Yahvéh Dios al hombre del polvo del suelo.
“Modeló”, no utiliza aquí el verbo “creó”
al hombre de la nada, sino “modeló”,
¿verdad? Tomó polvo, agua y entonces fue modelando al hombre del polvo de la
tierra. Una vez que ya hizo su estatuita, entonces, Dios sopló, sopló en las
narices de aquella figura, sopló un aliento de vida. Hermosísima palabra: “aliento de vida” (“néfesh hayá”), un
aliento vital y, ¡oh maravilla!, se convirtió aquella figura en un ser
viviente.
Gn 2,7b: E
insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente.
¿Con qué
manos? ¿Dios tiene manos? No. ¿Dios sopla como nosotros? No. El hombre, el
hombre, ¿es barro? No. ¿El hombre es barro? No. Entonces, ¿qué hay detrás de esa
corteza? Cosas muy fáciles.
- Primero:
El hombre, el ser humano, en
este caso el varón, aparece en la
tierra por un acto creador de Dios.
- Segundo:
el hombre, nosotros, en nuestra
filosofía, decimos: “es un compuesto de alma y cuerpo”. En la filosofía de
este cuadro, ¿el hombre qué es? Es polvo y aliento de vida, comunicado por
Dios. Puesto en filosofía nuestra, el hombre está formado por un elemento
material y por un elemento, llamémoslo “espiritual”, que es el principio
vital: cuerpo y alma. Pero la figura utilizada por el autor, nos quiere
decir que: en la aparición del
hombre en la tierra, Dios intervino para formar su cuerpo y para infundir
su espíritu vital, su alma.
Ahora bien,
si nos preguntamos, ¿y por qué se le ocurrió al autor sagrado decir que el
hombre es un compuesto de hálito de
vida que le da Dios y de polvo? Puede ser, posiblemente, de la constatación de
este fenómeno, donde la atmósfera no es propicia para guardar los cadáveres.
¿Qué sucede con un cadáver que dura ahí años y años? Se abre aquello y está
reducido casi a polvo. Entonces, se diría: ¿el hombre qué cosa es? Polvo. Tan
es así que, un poquito adelante, dirá el mismo autor al hombre: "Puesto que eres polvo, al polvo retornarás”.
¿Por qué se le ocurrió decir que Dios había hecho al hombre de polvo? Por la
experiencia de que un cadáver se hace polvo. ¿Por qué dijo que Dios le sopló un
aliento de vida? ¿Por qué? Porque el aliento de la nariz es signo sensible de
la vida. Antiguamente, para ver si ya estaba muerta o no una persona traían un
espejo, si se empañaba, todavía no estaba muerta. Si no se empaña, la persona
está muerta. ¿Pero cómo? Sí, aquí está el espejo, ya no se empaña.
Pero
entonces, la corteza: Dios que tiene manos, que sopla: corteza*. El hombre
hecho de polvo y de agua y de soplo. La realidad profunda: Dios invisible, creador, crea, ha creado al ser humano, a quien ha
formado de un elemento material y le ha comunicado un soplo de vida.
Una
precisión que hay que hacer aquí, importante, no está en esta página del
Génesis.
Las ciencias
nos dicen que el hombre y todos los seres han aparecido en el mundo por
evolución, de tal manera que las ciencias de la evolución nos dicen que hay una
evolución en los seres, que ha permitido una transformación, y que el hombre
también es producto de esa evolución.
¿Qué dice
la fe acerca de esto? En un documento importante del Magisterio de la Iglesia,
en su Encíclica “Humanis Generis”, el Papa Pio XII, en el
año 1950, escribe muy claramente **
“El Magisterio de la
Iglesia no prohíbe que en investigaciones y disputas entre los hombres doctos
se trate de la doctrina del evolucionismo, la cual busca el origen del cuerpo
humano en una materia preexistente.”
Fíjense que
ya el relato del Génesis, sin que hable de eso, dice que Dios forma el cuerpo
de polvo, quiere decir de una manera preexistente. Que Dios haya utilizado
polvo, o bien un ser vivo para de ahí pasarlo a ser “ser humano”, no hay
dificultad. Pero, una cosa importante es el alma. El mismo documento nos dice
esta palabra bien importante:
“La fe católica nos ordena
retener que las almas son creadas inmediatamente por Dios”.
Esto no
quiere decir que Dios no crea el alma también sirviéndose del momento de la
unión del varón y de la mujer, pero hay una intervención creadora de Dios que
infunde el alma a un ser que comienza a vivir. De tal manera que la fe nos
invita a aceptar que en nuestro ser humano, compuesto de materia y de espíritu,
la parte material es heredada del padre y de la madre, pero interviene, además,
una acción creadora de Dios para crear cada una de las almas. Y como es una ley
que Dios ha querido, ha dado, entonces Él es fiel a la ley que Él mismo ha
puesto. Así se hagan ciertas cosas, así se abuse de las cosas. Pero es una ley
que Dios ha dado y, Él, generosamente, fielmente, la cumple y está ahí para
crear el alma.
Pablo VI
dice en el “Credo del Pueblo de Dios”:
“Creemos en un solo Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles… y de las cosas invisibles…
y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal” (n.8).
De tal manera que una vez que existe una
criaturita, existe para toda la eternidad.
La Constitución “Gaudium Spes”, Concilio Vaticano II,
dice:
“En la unidad de cuerpo y
alma, el hombre es una síntesis del universo material, el cual, universo
material, alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la
libre alabanza del Creador.”
Si, la
naturaleza alaba al Creador. ¿Cómo? Poéticamente, yo creo que más que
poéticamente, decir: “los pajaritos cantan la gloria de Dios por las mañanas”,
cuánto más el hombre debe elevar su voz para la libre alabanza, consciente
alabanza del Creador.
Continua el documento:
“No se equivoca el hombre
al afirmar su superioridad sobre el universo material y al considerarse no ya
como partícula de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad humana”
(GS n. 14).
Más adelante:
“Al afirmar, por tanto, a sí mismo la espiritualidad y
la inmortalidad de su alma, el hombre no es juguete de un espejismo ilusorio,
sino que toca, por el contrario, la verdad más profunda de su realidad.” (GS
n.14).
Ese es el ser humano, eso somos nosotros ante Dios y
ante el universo.
-------------------------------------
SALVADOR CARRILLO ALDAY M.SP.S Origenes del cosmos y del hombre. Génesis I-IX. Ed. La Campana.
Sobre este tema presentaremos cinco partes.
** Salvador Carrillo Alday M.SP.S Origenes del Cosmos y del Hombre. 5a Ed.Instituto de Sagrada Escritura .México 1992. pag 38-39.
** Salvador Carrillo Alday M.SP.S Origenes del Cosmos y del Hombre. 5a Ed.Instituto de Sagrada Escritura .México 1992. pag 38-39.