Mt 11,16-19; Lc 7,31-35.
1.—LA PARABOLA.
Lucas nos ofrece un contexto en el que
cuadra perfectamente la parábola de los chicos sentados en la plaza. Mientras
que el pueblo y los publícanos han aceptado el bautismo de Juan y reciben a
Jesús, los Fariseos y los Escribas rechazan al uno y al otro: Lc 7,29-30; cfr
Mt 21,31-32.
Ante tal situación, Jesús pronuncia su
parábola:
"¿A qué compararé
tos hombres de esta generación?
¿y a qué son semejantes?
Son semejantes a chicos sentados en la plaza, que, gritando a los
otros, les dicen: 'Os hemos tocado la flauta y no habéis bailado; os hemos
entonado endechas y no habéis llorado'.
Porque vino Juan el
Bautista, que ni comía pan
ni bebía vino, y decís:
'Tiene un demonio.
Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís:
'He aquí un hombre comilón y bebedor,
amigo de publícanos y pecadores'.
Pero la sabiduría se ha
acreditado por todos sus hijos". Lc 7,31-35.
Esta parábola refleja su antigüedad en
varios detalles: El ritmo de las frases de los chicos acusan un origen arameo.
Juan
y Jesús son presentados en un mismo nivel,
siendo que la Iglesia primitiva insistió en la subordinación de Juan a Jesús.
Jesús es tachado de 'comilón y bebedor', por tanto merecedor de lapidación, según Dt 21,20; se
sienten aquí las críticas mordaces de sus adversarios.
La parábola no es de fácil comprensión, pero el sentido más adecuado
parece ser el siguiente. El dicho de Jesús reproduce tal vez una canción
popular que llevaba esa letra, y que
pesentaba a chicos sentados en la plaza con sus instrumentos musicales, que
invitaban a los amigos a bailar danzas de boda o a jugar a los funerales; pero
no aceptaron ni una ni otra cosa, prefiriendo más bien estar de ociosos y no entregarse a ejercicios de más vigor. De allí que los chicos
increpen a esa juventud apática e indolente.
2.—APLICACION DE JESUS.
Jesús increpa a la generación de apáticos
judíos que todo se les va en criticar. Dios ha enviado a sus últimos mensajeros con misiones aparentemente
diferentes y ni a uno ni a otro han hecho caso: Juan ayuna y lanza un llamado a
la penitencia y lo creen endemoniado; Jesús come y bebe y proclama la Buena
Nueva, y lo tachan de comilón, borracho y pecador.
¡Nada importa! La Sabiduría divina, que
ha formulado su plan de salvación, no necesita aprobación alguna de parte de
nadie. "Su sabio designio se realiza por su propia virtud y se justifica a sí mismo" (BJ).
Lucas ha personalizado la idea, y escribe: "Pero
la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos". Los hijos de la Sabiduría, esto es, los
hijos de Dios infinitamente sabio han reconocido y aceptado el plan salvífico de Dios.
*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 83-84 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011
*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 83-84 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011