Mt 7,24-27; Lc 6,47-49*
En Mateo, la parábola
de "las Dos Casas" cierra el Sermón de la Montaña, en un contexto
escatológico:
"Muchos me dirán aquel Día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en
tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros?' Y entonces les declararé: 'Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes
de iniquidad!' "
"Asi pues, todo el que oiga estas
palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que
edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron
los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque
estaba cimentada sobre roca.
Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica,
será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena; cayó la lluvia,
vinieron los torrentes, soplaron los vientos, embistieron contra aquella casa y
cayó, y fue grande su ruina".
Lucas también clausura
el Sermón Inaugural de
Jesús: 6, 17-49 con la
parábola de las Dos Casas, aun cuando la perspectiva escatológica es menos
acusada.
Los dos textos, que marchan de acuerdo en
lo fundamental, sólo se separan en detalles. Mateo, que escribe para los
cristianos de Palestina, describe los fenómenos atmosféricos del otoño y del
invierno en esas tierras montañosas, donde, después de la borrasca y de los fuertes vientos, se precipita el agua
por wadíes profundos con velocidad vertiginosa hasta llegar a las llanuras. Si
el agua torrencial encuentra a su paso una casa bien fundada sobre roca, la
casa resistirá a los embates; si la casa está edificada sobre un suelo
arenoso, caerá ante la fuerza del torrente.
Lucas, por su parte, que no tiene ante su imaginación el panorama
palestinense, habla de "cavar profundamente hasta poner los cimientos sobre la
roca", y
—en lugar de los torrentes— piensa en una inundación causada por un río que se
echa encima y derriba la casa edificada sobre tierra sin cimientos.
EL PENSAMIENTO DOCTRINAL. Es una exigencia de Jesús. No sólo hay
que oir sus palabras sino obedecer sus consignas y llevarlas a la práctica.
Quien esto hace es un hombre "sensato, prudente" que construye su
casa sobre roca firme. El adjetivo "prudente" utilizado por Mateo (opuesto a "tonto") es aquel que se ha dado cuenta que la venida de Jesús ha inaugurado
el mundo de los últimos tiempos, la era escatológica: Mt 24,45; 25,2.4.8.9; Lc 12,42.
En la época de Jesús, el hombre firmemente establecido era aquel que
conocía la Ley y la practicaba con cuidado. Jesús, con su parábola, aporta una
novedad que debió desconcertar a sus contemporáneos: con autoridad soberana
afirma que, en lo sucesivo, lo que dará estabilidad, firmeza y consistencia al
hombre será seguirlo a él, poner en obra sus mandatos, cumplir la Nueva Ley
que él ha venido a promulgar.
No es por demás evocar el antiguo oráculo mesiánico de Isaías:
"He aquí que yo pongo en Sión por
fundamento
una piedra elegida, angular, preciosa y
fundamental:
quien tuviere fe en ella no vacilará": 28,16.
*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 81-82. Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011
quien tuviere fe en ella no vacilará": 28,16.
*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 81-82. Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011