Nueva parábola propiedad de Mateo:
"De nuevo, semejante es el Reino de los cielos a una
red lanzada al mar, y que ha recogido de toda clase...; la cual, cuando se ha
llenado, habiéndola sacado a la orilla, y sentados, recogieron los buenos en
cestos, y arrojaron fuera los malos... ": vv. 47-48.
Esta traducción dura del texto griego hace presentir que un
original arameo debió estar en la base.
Una imagen de la vida diaria. La parábola nos transporta
fácilmente a orillas del Lago de Genesaret, donde Jesús enseñó tantas veces y
donde llamó a sus primeros discípulos: Simón y Andrés, Santiago y Juan: Mc
1,16-17.
Aún en tiempos actuales, los pescadores lanzan sus redes en
el Lago en busca de peces. La grande red, arrastrada hasta la orilla, trae toda
suerte de peces: comibles y no comibles, puros e impuros: Lv 11,9-12; y en esa
forma, es necesaria una selección: los buenos serán puestos aparte, los malos
serán arrojados fuera.
Lo mismo pasa con el Reino de los Cielos. La comparación
está no tanto en la red que contiene peces buenos y malos, cuanto en el momento
de la selección última
La parábola es, pues, de carácter escatológico: en el Reino
de los Cielos habrá buenos y malos, pero al fin tendrá que haber una
separación. Es, más o menos, el tema desarrollado ya en la parábola del trigo y
de la cizaña.
El texto continúa:
"Así será en la consumación del siglo: saldrán los
Ángeles y separarán a los malos de en medio de los justos, y los arrojarán en
el horno del fuego; allí será el clamor y el crujir de los dientes": vv.
49-50.
Estos versículos se presentan como una réplica de la
explicación de la parábola del trigo y de la cizaña: vv. 41-42. Esto aparece
claro en el hecho de que el verbo "saldrán" es aplicable a los
segadores pero no a los pescadores; y que "el arrojar al horno de fuego"
puede convenir a la cizaña pero no a los peces malos.
Ahora bien, si en aquella parábola esos versículos eran una
aplicación alegórica, obra de la Iglesia antigua; lo mismo hay que decir aquí:
se trata de una interpretación alegórica de la parábola primitiva. La Iglesia
antigua (y Mateo nos lo ha comunicado) quiso imprimir en la parábola de Jesús
un valor exhortativo, con el fin de hacer vivir con integridad la doctrina
moral cristiana y eliminar, con el recuerdo del Juicio final la falsa seguridad
en la que podrían vivir algunos cristianos apegados a sus vicios: cfr 1 Co
6,9-11,12-20; Ga 5,19-21; Ef 4,17-24.
Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pág. 65-66. México, LA CAMPANA. IPB 2011.