El bautismo cristiano, nuestro bautismo, como rito de
purificación en agua, es continuación de ritos contemporáneos de su tiempo, ¿en
que se diferenciaba? Juan echaba agua como los otros echaban agua; Jesús fue
bautizado con agua. Cuando comenzó el bautismo cristiano se echaba agua. El bautismo cristiano como rito de
purificación es continuación de los otros; pero su sentido espiritual, el
sentido de nuestro bautismo y la riqueza es inmensamente más grande y
misteriosa.
Es urgente saber, ¿en qué ha consistido nuestro bautismo?.
Ante todo es una gracia de Dios, de
un valor que no podemos comprender. Y es una gracia de la que debemos estar
profundamente agradecidos y tratar de comprender para poder vivir nuestro
propio bautismo. Esto lo podemos lograr estudiando lo que el Nuevo Testamento
nos enseña acerca de qué es el bautismo.
1. La Palabra de Dios en los libros del Nuevo Testamento nos enseña primero, “el
bautismo nos da el perdón de los pecados”.
Algunos textos que
nos ilustran sobre esto. El día de Pentecostés, después de que Pedro dijo lo
que había pasado aquel día, le preguntaron los judíos que lo habían escuchado:
¿Y qué debemos nosotros hacer para alcanzar la salvación que ustedes nos han
proclamado? Y Pedro respondió: “Convertíos, volved a Dios, regresar a Dios,
retornar a Dios de quien hemos venido en definitiva; y que cada uno de vosotros
se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados”. El
bautismo nos da el perdón de los pecados.
Y este perdón, ha
sido descrito también por el Nuevo Testamento como de un paso de la muerte a la
vida. En la epístola a los Efesios, san Pablo escribe: “Dios rico en
misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de
nuestros pecados, nos dio vida juntamente con Cristo”. El bautismo es como un
paso de la muerte a la vida.
Y otra imagen,
también bíblica, “el bautismo es un tránsito de las tinieblas a la luz”. En la
1Ts, encontramos un texto de verdad hermoso para todos los cristianos. Les
dice san Pablo: “Todos vosotros sois hijos de la luz, e hijos del día; nosotros
no somos de la noche, no somos de las tinieblas; y por eso, el bautismo en la
teología cristiana católica oriental ortodoxa, al bautismo se le llama la
“iluminación”. Más de alguno que acaba de escuchar lo que dije
pensará: Ah, entonces la Iglesia oriental, ¿es católica como nosotros?
Recuerden que el Credo del siglo IV nos dice “Creo en una Iglesia Santa, Una,
Católica y Apostólica”. Y aún cuando seamos católicos ellos y nosotros, estamos
separados. Y como que ellos se apoderaron del título de la Iglesia de la Recta
Doctrina; por eso les dicen ortodoxos; y nosotros agarramos el de católicos.
Pero si creemos lo mismo, tanto ellos como nosotros somos católicos, y tanto
ellos como nosotros, somos ortodoxos, nada más que somos hermanos peleados.
2. El bautismo
nos comunica vida, vida divina por la cual somos verdaderos hijos de Dios. Este
es un punto muy misterioso, cómo quisiera tener palabras
para poder meter en su mente esta idea. Pero tengo un ejemplo muy bonito: El
papá y la mamá ¿qué le comunican a la criaturita cuando Dios infunde el alma?
¿Qué le comunican? La vida. El papá y la mamá son comunicadores de vida, aún
cuando el mero, mero dador de vida sea Dios que infunde un alma creada
inmediatamente por él. Pero sea como sea, el papá y la mamá comunican vida; el
grande don de la vida humana por la cual somos seres humanos y pertenecemos a
esta humanidad es porque nuestros padres nos comunicaron vida y vivimos con
vida humana.
Esto ¿está
clarito? Sí verdad, evidente. Lo que no es evidente es lo segundo. En el
momento del bautismo, cuando el agua corre por la cabecita de la criatura, le
sucede a esa criaturita que así como el papá y la mamá comunicaron vida, en ese
momento Dios comunica vida no humana sino vida divina a través del Espíritu
Santo. Así como el papá y la mamá comunicaron vida en el momento de la
concepción de su hijo, así también en el momento en que corre el agua y el
ministro del bautismo dice “yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo”, entra vida no humana sino vida divina en la criaturita y
es convertida en ese momento en verdadero hijo de Dios.
Por eso, una es
la criaturita que entra a la iglesia para ser bautizada; y otra, totalmente
otra, es la que sale. Y nosotros no vemos nada de lo que ha sucedido. Pero para
evitar una dificultad, me preguntarán, ah, ¿entonces antes no era hijo de Dios?
Diferente. Hay que matizar las respuestas: Todo ser humano es hecho a imagen y
semejanza de Dios; somos criaturas de Dios.
Pero por la fe,
por la fe, sabemos que en el bautismo se nos comunica una vida divina, gracias
a la filiación divina de Jesús. De tal manera que una criaturita bautizada es
diferente de una que no es bautizada. Por eso cuando algún papá, mamá, me dicen
“no, yo no bautizo a mi hijo o a mi hija, hasta que ellos quieran, si es que
quieren”. Primero, yo les aseguro que nunca van a querer; y segundo, ¿por qué
privarles de la vida divina? Respondemos así porque no sabemos pero yo pregunto: ¿cuándo le pediste permiso a tu hijo de que él naciera? A él no le pediste permiso de que le
comunicaras la vida humana que va a terminar, ¿cómo te atreves conscientemente a
impedir que ésta criaturita sea transformada en hijo de Dios? La única
respuesta es: la ignorancia, y como Jesús ya dijo, allá cuando lo estaban
crucificando: “perdónalos porque no saben lo que hacen”, pues allí en esa
preciosa oración de Jesús entran todos nuestros pecados por lo ignorantes que
somos de las cosas de Dios.
Hay un texto muy
bonito sobre, sobre la filiación divina. “Cuando llegó la plenitud de los
tiempos, envió Dios a su Hijo para que recibiéramos la filiación divina, de
modo que ya no eres esclavo sino hijo; y si eres hijo, eres heredero de las
cosas de Dios y eres heredero de Dios”. Texto admirable de Ga 4,4-7. Pero se
nos antoja como dudar un poco, ¿de verdad, de verdad somos hijos de Dios o nada
más son palabras?NO SON SÓLO PALABRAS, En la 1Jn
3,1-2 dice: “mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de
Dios, ¡pues lo somos!”, no solamente somos llamados sino somos. Somos hijos de
Dios ahora. “Pero aún no se nos manifiesta lo que seremos. Sabemos que cuando
se manifieste él, cuando muramos, seremos semejantes a Jesús, porque le veremos
tal cual es”.
3. Participamos de la naturaleza de Dios, en íntima
conexión con el número dos, hay un texto de 2ª Pe 1,4. Así como el papá y la mamá pasan
a sus hijos la naturaleza humana a la cual pertenecemos todos. La segunda epístola de Pedro nos dice: “Su divino poder nos ha concedido que nos hiciéramos partícipes de la
naturaleza divina”. Así como todos participamos de la naturaleza humana, por el
bautismo participamos de manera analógica de la naturaleza de Dios.
*Conferencia del P. Carrillo sobre el tema, disponible en cd en el IPB-SCA.
*Conferencia del P. Carrillo sobre el tema, disponible en cd en el IPB-SCA.