El objetivo de este blog es poder difundir las enseñanzas del P. Salvador Carrillo Alday, M.Sp.S. durante 25 años en el Instituto de Pastoral Biblica. Durante este tiempo el P. Salvador nos entregó catequesis de temas doctrinales que brotan de la Palabra de Dios y que deseamos trasmitirles.
domingo, 24 de noviembre de 2013
lunes, 11 de noviembre de 2013
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Col. 1,12-20
La
lectura más importante para ésta fecha es la segunda, del apóstol Pablo, que
toca justamente el misterio que celebramos. [1]
Casi
les voy a repetir la lectura pero lentamente:
Demos Gracias a
Dios Padre, el cual nos ha hecho capaces a todos nosotros de participar en la
herencia de su pueblo santo, pertenecemos al pueblo santo de Dios, en el reino de la
luz. Los cristianos no caminamos en tinieblas, sabemos de donde
hemos venido y sabemos cual es nuestro destino, somos hijos de la luz , no de
las tinieblas.
Dios nos ha liberado
del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado Jesús, por cuya sangre
recibimos la redención, esto es, el perdón de los pecados. Con su
sangre fuimos rescatados del pecado. “Gracias Jesús porque por tu sangre nos
mereciste el perdón de nuestros pecados”. Nosotros no podríamos merecer el
perdón pero él hombre, lo mereció en nombre de cada uno de nosotros.
Después
el apóstol sube a las alturas y nos dice cosas bellísimas:
Cristo es la imagen
de Dios invisible, Jesús es el icono o imagen, la imagen de Dios que
no se ve, por eso Jesús diría quien me ve a mí está viendo al Padre porque Yo
soy la imagen visible del Padre invisible. Él es El primogénito de toda la creación, primogénito
aquí no es el primer nacido, sino el anterior a toda la creación, aquí se está
afirmando la eterna divinidad de Jesús. porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas, porque
él ha sido el creador de cuanto existe del cielo y de la tierra, el apóstol se ha
levantado enormemente, ha dejado la figura de Jesús hombre, muerto en la cruz y
se ha subido en las alturas para afirmar que Jesús es el Hijo Eterno de Dios
creador de todo cuanto existe en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, sin excluir a
ningún ser espiritual que pueda aventajar a Jesús y da una listita de seres que
en la filosofía del momento creían seres superiores a los tronos y a las dominaciones, a los
principados y a las potestades, ni nada.
El,
el Hijo de Dios, Cristo Jesús, Rey de Reyes, existe antes que todas las cosas y
todas se mantienen en la existencia por Él.
Él existe antes que
todas las cosas, y todas tienen su consistencia en él.
Y
luego vuelve a su humanidad, el es el
primero de entre los muertos,
el primogénito de todos los muertos, para que
sea él el primero en todo. Y en la resurrección lo seguiremos todos
buenos y malos, resucitaremos pero para diferente condición. Si somos justos
para vida eterna, si somos malos para condenación eterna.
Porque Dios quiso
que en Cristo habitara toda plenitud de todos los seres , que fuera
como la síntesis de todo cuanto existe y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas, del
cielo y de la tierra, y darles la paz por medio de su sangre, derramada en la
cruz.
Hermosa
página, sublime página del apóstol Pablo.
Y
hoy celebramos la grandeza de Jesús resucitado, glorificado, hecho Rey de Reyes
y Señor de Señores o como dice la liturgia de Jesucristo Nuestro Señor, Rey del
Universo entero, de cielos y tierra.
¡Que LA PALABRA DE DIOS produzca sus frutos!
La palabra de Dios ha querido Él que quede escrita por
el Espíritu Santo en este libro. Esta Palabra en sí misma es operante y eficaz
porque es Palabra de Dios, pero de qué sirve esta palabra de Dios que en sí
misma es operante y eficaz, cuando está en un atril adornando la
casa, pero no leída ni vivida. Es palabra de Dios pero tristemente como Palabra
medio muerta, porque teniendo virtualidades de vida y de transformación, al no
ser leída, al no ser acogida, al no ser recibida, y al no ser proclamada,
permanece, según en lenguaje de San Pablo, como letra muerta.
Pero si la Palabra
de Dios que es Santa, inspirada, transformante, la leemos, la
estudiamos, la acogemos, la hacemos vida y la proclamamos, entonces esta palabra de Dios de la Escritura
Sagrada llega a la plenitud de vida.
La transformación de la vida, no es de la noche a la
mañana o de la tarde a la noche, Dios no obra así. Obra lentamente, poco a
poco. La Palabra de Dios en San Mc. 4,
26 a 29 hay una parábola de Jesús, tal vez de las más hermosas que hayan
brotado de los labios divino humanos de Jesús.
Esta Parábola habla del Reino de Dios, pero la
aplicaremos a la Palabra de Dios. La palabra de Dios, escuchada, acogida,
recibida, vivida, y proclamada es como ese grano de trigo que cae en tierra.
Parábola de la semilla que crece por sí sola. El
labriego lanzó la semilla, pero la semilla es la Palabra de Dios, que cayó en
tierra buena. Crece la hierba y apunta la espiga, después trigo abundante en la
espiga y cuando está madura se le mete la hoz porque ha llegado el tiempo de la
siega.
Pero no es fácil que la Palabra de Dios produzca
fruto, el grano de trigo tiene vigor vital, pero no tiene voluntad, por lo
tanto la semilla puede caer y si las condiciones son favorables producirá
fruto, pero la Palabra en nosotros no necesariamente producirá su fruto.
¿Cuál es nuestra hermosa y pobre situación humana?;
que la semilla puede caer y no automáticamente producir su fruto porque el ser
humano está dotado por Dios de libertad personal para recibir, acoger, producir
fruto o rechazar. Si por una parte parecería que pobres de nosotros y
¡bienaventurado! el grano de trigo, en definitiva ¡qué grande es el ser humano!
a quien Dios le ha hecho partícipe de su libertad para poder decir si o no a la
palabra de Dios. Bella responsabilidad humana.
*** Las tres últimas publicaciones las pronunció el P.
Carrillo en la introducción al curso de Jesús de Nazaret impartido durante el
año escolar 2005-2006.
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