domingo, 24 de agosto de 2014

RETIRO DE ORACIÓN Y VIDA (cont.7)

HACIA LA UNIÓN TRANSFORMANTE (primera parte)*
...una imagen que se que se utiliza mucho es "crecer en Cristo". Es diferente a "crecer al impulso del Espíritu" a "crecer en Cristo". Pero no puede haber un crecimiento en Cristo en nosotros si no es creciendo bajo el impulso, el soplo del Espíritu Santo en nosotros. Ya con que saliéramos esta tarde con esta convicción de el papel imprescindible de la acción del Espíritu Santo en nuestra vida para ser lo que somos y para llegar a ser lo que debemos ser, ya sería una gracia muy grande, salir con esa convicción de la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas.
El tema que quiero desarrollar brevemente en esta tarde lo tienen allí ustedes anotado.
HACIA LA UNIÓN TRANSFORMANTE
tema que encontramos en la página 63 del libro "Sed de Dios"
Jesús tenía en sus labios una parábola, la Parábola del Grano de Trigo en el Evangelio de San Marcos, del grano de trigo que va creciendo por sí solo, sin que se dé cuenta el agricul- tor (cf. Mc 4,26-29). Lanzó el grano de trigo en el campo y, sin que él vuelva hacer nada, si lo siembra en tiempo de agua (en el tiempo de Jesús no había canalización; el agua que nor- malmente mandaba Dios del cielo era el que servía para fecundar la tierra), entonces, una vez lanzado el trigo, el agricultor, el sembrador no sabe más, esperanzado a la lluvia que viene del cielo. Y entonces es un misterio de vida fantástico el que vive un granito de trigo, o una multitud de granos de trigo enterrados en la tierra, sin saber ni cómo, ni cuándo, ni a qué horas, en aquel silencio y en aquella obscuridad de la tierra, el granito va desarrollán- dose y, finalmente, con un poder fortísimo, rompe el grano, rompe la tierra y comienza a verse algo medio blanco, medio verdecito; es el tallo del primer grano de trigo fecundado, que tiene un vigor grande. Se da cuenta el agricultor: "¡Ya viene!", y no tiene nada más qué hacer. Pasa la mañana, pasa la tarde, un día, otro día, y aquel grano de trigo sigue cre- ciendo hasta transformarse, según la parábola, en una espiga cuajada de fruto.
¡Qué hermosa imagen la de Jesús! Es una parábola que Jesús emplea para describir el mis- terio del Reinado de Dios en nosotros. Cuando lo dejamos reinar en nuestro interior, ¿qué es lo que sucede? El Reino de Dios es como una semillita, plantada por Jesús en nuestro corazón, que va dando fruto si es que no le pasa por allí un pie ingrato que aplasta la semi- llita, o si no pasa también un aparato de esos modernos que se lleva todo sin darse cuenta de lo que corte.
Pero la historia de ese granito de trigo es como un símbolo de lo que puede suceder en nosotros: algo nuevo, algo nuevo, algo novedoso está sucediendo en nuestra vida. Así es. Si estamos aquí es signo de esa novedad. ¿Cuál puede ser, cuál puede ser , en nuestra vida, el resultado de un día como éste o de un día como éstos, como tantos en la vida, cuando nos abrimos a la acción de Dios? Podemos ser como el grano que sufre una transformación. 

San Pablo, para ilustrar el cuerpo nuevo de la resurrección, acudía a la imagen de las semillas.
Dice: "Sembramos una cosa y esa cosa que sembramos, de tal manera se transforma, se transforma, que de la semilla misma sembrada brota otra realidad, otra realidad pero que es la misma realidad. No brota una semilla, sino brota una planta, pero de esa semilla." (cf. 1Co 15).
Así también en nosotros, gracias a la semilla sembrada de vida eterna en nosotros, sem- brada por el Espíritu Santo y bajo el rocío, el agua, la humedad, la acción de ese mismo Espíritu Santo, esa semilla de la vida divina va creciendo, se va transformando; y si la dejamos puede llegar a convertirse, según la imagen, en una espiga grande cuajada de fruto. En otros términos: la semilla se transformó. La semilla quedó transformada como en otra realidad, pero no ajena a su propia naturaleza, sino que la semilla aquella estaba destinada, aquella semilla estaba destinada a transformarse, a convertirse, a llegar a ser una espiga cuajada de fruto. Fíjense que esta imagen tomada del campo, del misterio de la creación, es ya digna de admiración: ¿cómo es posible eso?
Yo recuerdo que, estando en Colombia, si ya nuestra tierra es fértil y hablamos de México con un amor grande por su riqueza, "el cuerno de la abundancia", aún cuando sea puro desierto en el norte, pero es "el cuerno, cuerno de la abundancia". Los países cerquita, cerquita del trópico, como es Venezuela, como es Colombia, nos llevan, nos llevan de calle en fertilidad y en fecundidad.  Ahí donde yo viví, Medellín "de la eterna primavera", como nosotros decimos de Cuernavaca, allá sí que es de eterna primavera, porque la temperatura más baja es 15 grados, no bajo, sino sobre cero; y la más caliente es 35. Pues muy bien. Un margen de 20 grados, y entonces qué es lo que se produce... y agua, agua, agua. No de días feos, sino de aguas torrenciales: caen y el sol vuelve a nacer. Entonces se produce que los jardines, las orquideas, siempre todo el año están floreciendo. Los rosales dan tres o cuatro veces por año flores. ¡Y la fruta! La fruta no es anual, sino tal, igualmente, dos o tres veces al año. Y una vez fui a Cartagena y me regalaron unos mangos que les decían "mangos de azúcar", pequeñitos, deliciosos. Claro que nosotros decimos "no hay mangos como los de manila" . ¿Qué podemos nosotros decir? Pero aquellos mangos en el trópico, con agua, es algo especial. Me regalaron una bolsa de manguitos, me la llevé, y tuve la curiosidad de, algunos huesitos sembrarlos allí en el jardín de donde yo estaba. A los quince días estaban ya acechando las plantitas ¡Increíble, increíble! Nada más que yo no iba a vivir allí eternamente.  Pero, ¿qué sucedió con los manguitos? Yo salía, de vez en cuando, a ver cómo iba el producto de aquellos mangos de azúcar. Pero pasó allí la máquina cortadora de pasto y desaparecieron los manguitos. Oigan, que no nos vaya a pasar una máquina cortadora que elimine en nosotros la obra de Dios.

¿Cuál es la obra de transformación como la espiga, respecto al grano de trigo? Es lo que llamamos la "Transformación en Cristo". Estamos llamados a ser transformados en Cristo.

Lo que resta del 2014 estaremos presentando cada 15 días la transcripción de las conferencias del Retiro de Oración y Vida que el P. Salvador Carrillo Alday, M. Sp. S., nos dió en el 2001. El contenido lo podemos encontrar en su publicación Sed de Dios pero aquí exponemos la sencillez y profundidad de sus explicaciones al darnos el retiro.