35 Este día, al atardecer, les dijo: «Pasemos a la otra orilla.» 36 Despidieron a la gente y le llevaron en la barca, tal como estaba. Otras barcas iban con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que estaba a punto de anegarse. 38 Él se encontraba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» 39 Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40 Entonces les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» 41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «¿Quién es és éste que hasta el viento y el mar le obedecen?»
Reflexiones
lº A la inversa de otros milagros, el
de la tempestad calmada no intenta suscitar la admiración ante las obras de
Dios, sino que se interesa directamente por una manifestación de Jesús. En el
AT, sólo Dios tiene poder sobre el viento y el mar (Sal 65,8; 89,10; 107,25.29;
Jb 38,8-11; 2M 9,8). Pues bien, Jesús, al ordenarles silencio y quietud, actúa
como el mismo Dios.
Este tema es expuesto particularmente por Marcos,
quien traspone a Jesús las expresiones que se aplican a Dios en el Salmo
107,29; cf Mc 4,39. Esta trascendencia de la acción de Jesús obliga a los
discípulos, como actualmente al lector del relato, a preguntarse sobre la
identidad de este misterioso personaje: ¿Quién, pues, es éste?
2º El relatoo de la tempestad en Mateo recuerda la historia de Jonás 2,1. En la Biblia, las aguas, que frecuentemente se tragan al hombre, son a menudo símbolo de la muerte (Jon2, 6-7; Sal 42,8;etc.) En este contexto, es fácil pensar en que Jesús, dormido y luego despierto, muerto pero después resucitado, tiene poder sobre las potencias de la muerte y concedea los hombres liberarse de la muerte total y definitiva.
3º Este pasaje evangélico es una intensa catequesis sobre la fe. Los discípulos son invitados a permanecer en la fe en Jesús, suceda lo que suceda, sobre todo ante la muerte; y a confiar en él como en Dios mismo para ser salvos. Marcos y Lucas invitan a pasar de la ausencia de fe a
la fe; en tanto que Mateo anima a crecer de una fe inicial a una fe perfecta.
4e
Estos énfasis cristológicos, soteriológicos y catequéticos que emergen del relato de la tempestad calmada enriquecen el tema eclesiológico
sobre la Iglesia comparada con una Nave a la que Jesús guía y defiende, aun cuando:
parezca ausente o dormido (Tertuliano). Mateo y Lucas favorecen este rico
simbolismo al no mencionar las barcas sino sólo la de Jesús, en la que van sus
discípulos(Mt 8,23; Lc 8,22; cf Me 4,36).
ACTUALIZACION
Maestro
bueno, Jesús:
Descansa tranquilo en nuestra barca.
Duerme a gusto y
sosegadamente.
Queremos ofrecerte un poco de reposo.
Que contigo se esfuman
nuestros miedos.
¿Cómo no vamos a tener fe en ti?
Y cuando surja de improviso
peligrosa tempestad
¡despierta , Señor, y sosiega , con tu palabra y soberana,
los vientos impetuosos y las olas del mar,
por donde cruza la frágil y pequeña nave de nuestra vida!
Amén.