El endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20)
La
historia literaria de este relato es muy compleja. Muy probablemente ya en
Marcos se han fusionado dos relatos diferentes: un exorcismo y el episodio de
los puercos. Aquí nos centraremos en la primera parte, el exorcismo.
Además conscientes
de la importancia los problemas literarios del relato, es lícito, sin embargo,
tratar de recoger, en una lectura sincrónica, el mensaje que el último redactor
quiso comunicar en este sorprendente milagro de Jesús, que pone de
manifiesto, en defintiva, la decisiva y escato-lógica confrontación entre
Satanás, opresor del hombre, y Jesús, el salvador y liberador universal de la
humanidad.
5,1
Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos.
Jesús ha tocado por primera vez tierra de
paganos. Es la orilla oriental del Lago, en el territorio de la Decápolis
(v.20). La Decápolis era un conjunto de diez ciudades, situadas en su mayor
parte al este y sudeste del Jordán, que gozaban de ciertos privilegios
políticos desde tiempos de Pompeyo. Es natural que Jesús se enfrente de inmediato
con los demonios, pues es un territorio que, se diría, les pertenece.
9 Y le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?"
Le contesta: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos ".
10
Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
Jesús pregunta al demonio su nombre. Conocer el
nombre de otro es tomar posesión de él, y dar el propio nombre es entregarse.
El nombre del demonio es "Legión, porque somos muchos". La palabra
latina pertenece al vocabulario militar y evoca la idea de ejército, de dominio,
de lucha, de guerra, de confrontación. En el lenguaje común, el
término "legión" parece haberse convertido en un proverbio pata
indicar "multitud".
Los demonios —Legión— no quieren irse de la
región, que consideran hasta ese momento como su propio ambiente y su propio territorio.
Pero reconocen que Jesús es más poderoso que ellos, y que tiene también derecho
sobre esas tierras. En Lucas 8,31 los demonios le piden que no los arroje "al abismo", esto es, a las profundidades de la tierra, que
son su mansión normal y definitiva (Ap 9,1-2.11; 11,7; 17,8; 20,1.3).
Desenlace de la historia: v. 18-20.
18 Y al subir a la barca, el que había estado
endemoniado le pedía, estar con él. 19 Pero no se lo concedió sino
que. le dijo: "Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el
Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti". 20 El
se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con
él, y todos quedaban maravillados.
Muy
probablemente la historia primitiva, por lo que toca a aquel hombre liberado
por Jesús, se desarrollaba de la siguiente manera:
lº El relato contaba el exorcismo que
Jesús había realizado en la zona de Gerasa. 2º El ex-endemoniado
pide a Jesús el privilegio de ser admitido entre el grupo de los discípulos. 3º Jesús
rehúsa probablemente por los orígenes paganos de aquel hombre. No ha llegado
todavía el momento, en su plan de salvación y de evangelización, de abrirlas puertas
a los gentiles. 4º Sin embargo, hay una manera fundamental para
anunciar el Evangelio: proclamar, predicar, anunciar entre los propios el
testimonio personal de lo que el Señor, en su misericordia infinita, ha hecho
por nosotros. Así, el ex-endemoniado permanece en su tierra como precursor de
la misión cristiana entre los gentiles.
Jesús ya puede atravesar de regreso el lago. Se
diría que ha ido a tierra de gentiles para implantar allí el Reino de Dios,
echando fuera los demonios, liberando al hombre terriblemente oprimido y
dejando ya en esa región de paganos un evangclizador, que pueda contar la
misericordia que Dios le ha hecho a través de Jesús.
ACTUALIZACION
Jesús,
Hijo de Dios Altísimo: Tú, que has venido para liberar al hombre no sólo de todo
mal, sino de la raíz misma de sus males: ¡Establece en nosotros, con el poder
de tu Espíritu, el reinado de Dios; y expulsa todo imperio de Satanás!
Libéranos totalmente, Señor; y envíanos a proclamar por todas partes las
maravillas que has hecho con nosotros y la compasión que nos has tenido. Amén.