viernes, 5 de agosto de 2016

5. La resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44). Segunda parte

Según un análisis estructural de la narración, el cuadro presenta cinco escenas, cuya cumbre teológica está en el centro: "Yo soy la resurrección y la vida", dice Jesús. La muerte no cuenta más, pues  Jesús, Resurrección y Vida permanece para siempre.

1° Lázaro está enfermo (v.1-6).
Había un enfermo, Lázaro de Betania, de la aldea de María y de Marta su hermana. 2 (María era la que ungió al Señor con perfume y enjugó sus pies con sus cabellos), cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. 3 Enviaron, pues, las hermanas a decirle: "Señor, mira, al que amas está enfer­mo". 4 Pero, habiendo oído Jesús, dijo: "Esta enfermedad no es para muerte, sino en vista de la gloria de Dios, para que sea glorificado el Hijo de Dios por ella ". 5 (Amaba Jesús a Marta y a su hermana y a Lázaro). 6 Habiendo, pues, oído que estaba enfermo, sin embargo se quedó en el lugar donde estaba dos días.
El evangelista comienza introduciendo a los tres personajes que entrarán en juego: Lázaro, el enfermo; María y Marta, sus hermanas. Vivían en Betania, la actual El' Azariyeh, aldea al este de Jerusalén, atrás del Monte de los Olivos, donde Jesús se hospedaba cuando visitaba la Ciudad Santa (Mc 11,11; 14,3; Lc 10,38-42).
Un paréntesis anacrónico (v.2) aclara por anticipado la identificación de María como aquella mujer que ungió a Jesús en Betania, seis días antes de la Pascua, en casa de Simón el leproso (Mt 26,6-13; Mc 14,3-9; Jn 12,1-11). María es diferente de la pecadora (Lc 7,38), y también de María la Magdalena (Lc 8,2).
Enviaron, pues, las hermanas de Lázaro un mensaje a Jesús diciendo: "¡Mira, al que amas está enfermo!". Esta frase denota que ellos eran discípulos de Jesús y que un lazo de especial afecto los unía con él. Las hermanas, al proponer su pena, no le piden a Jesús explícitamente un milagro, pero le insinúan delicadamente que venga a intervenir. En la mente del evangelista, Lázaro, a quien Jesús ama, es representante de los cristianos, objeto del amor de Jesús (cf Jn 13,23; 19,26); y así como dará la vida a Lázaro, también la dará a los discípulos que lo amen y lo sigan.
El comentario de Jesús revela de antemano la impor­tancia del milagro (9,3). La enfermedad de Lázaro no terminará en muerte, sino en glorificación de Dios y del Hijo de Dios. La gloria de Dios y la gloria del Hijo no son sino una sola. Si Ja resurrección de Lázaro va a glorificar a Dios y a Jesús, no es sólo por el milagro mismo, sino porque ese prodigio va a desencadenar los motivos que llevarán a Jesús a su muerte y a su resurrección, los cuales constituyen la verdadera glorificación del Padre y del Hijo (12,23-24; 17,1).
A pesar de la noticia, Jesús no subió para curar al enfermo. No era falta de interés, ni menos aún falta de cariño. Juan deja entender veladamente el conocimiento sobrenatural que Jesús tenía de la situación.
2 ª Jesús va a Judea (v.7-16).
7 Luego, después de esto, dice a los discípulos: "Vamos a Judea nuevamente'''. 8 Le dicen los discípulos: "Rabbí, ahora los judíos te querían apedrear y ¿de nuevo vas allá?" 9 Respondió Jesús: "¿Acaso no son doce las horas del día? Si alguno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero si alguno camina de noche, tropieza, porque la luz no está en él" 11 Dijo esto, y después de, esto les dice: "Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarlo". 12Dijéronle entonces los discípulos: "Señor, si se ha dormido, será salvo". 13 Jesús había hablado de su muerte, pero ellas pensaron que hablaba del reposo del sueño.
14 Entonces, pues, les dijo Jesús abiertamente: Lázaro murió. 15 Y me alegro por vosotros de no haber estado ahí, para que creáis. Pero, ¡vayamos a él!" 16 Dijo entonces,  Tomás, el llamado Mellizo, a sus condiscípulos: "Vayamos también nosotros para morir con él!".
Los v.7-16, que tratan de la decisión de Jesús de volver a Judea, parecen cubrir dos estratos en la redacción de esta historia, a saber: v.7-10.16 y v 11.15, ambos de sabor netamente juánico.
  Primer estrato: v.7-10.16.
Esta sección que no menciona a Lázaro se une per­fectamente con los capítulos precedentes en que los Ju­díos querían matara Jesús (7,19; 8,59; 10,31.39), y en que Jesús se presentaba como la Luz del mundo (8,12; 9,5). La pequeña parábola del día y de la noche encierra dos ideas:
* La vida de Jesús es como un día de camino, durante el cual debe realizar su misión. No tropezará, esto es, no morirá, mientras no llegue su hora, la noche de su muerte (13,30).
* La segunda idea gira entorno a Jesús mismo. El es la verdadera Luz del mundo (8,12; 9,5). Estar con él es caminar a su luz (12,46). Si alguno se aparta de él entra en la noche y tropezará irremisiblemente, porque "en él no está la luz".
Tomás, sin comprender el alcance de las palabras de Jesús, dice a sus compañeros: "¡Vayamos también nosotros para morir con él!".
  Segundo estrato: v. 11-15.
Esta sección es la secuencia normal del v.6. Pasaron Jos dos días, Jesús dice a sus discípulos: "Lázaro,  nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarlo". Palabra de dos sentidos, comprendida por los discípulos del sue­ño natural. Pero Jesús, aclara el evangelista, hablaba del sueño de la muerte. Este juego de sentidos, a doble nivel es clásico en el Cuarto Evangelio (2,20s; 4,15; 6,27s; 7,33-36).
En la expresión "será salvo" (v. 12), Juan deposita dos significados: la recuperación de la vida y la salvación espiritual. En el v.l4 Jesús revela claramente la muerte de Lázaro, y manifiesta la finalidad que tiene de ir allá a volverle la vida: hacer que sus discípulos "crean". La resu­rrección de Lázaro será un argumento decisivo para que los discípulos crean en Jesús y preparen sus mentes para el misterio terrible que se avecina: su muerte; pero a la que seguirá su resurrección gloriosa.
La finalidad que aparecía en el v.4 era la gloria de Dios y del Hijo. Aquí, en el v.15, es "hacer nacer la fe". La gloria y la fe aparecían unidas también en el signo del vino de Cana (2,11).