Según un
análisis estructural de la narración, el cuadro presenta cinco escenas, cuya
cumbre teológica está en el centro: "Yo soy la resurrección y la
vida", dice Jesús. La muerte no cuenta más, pues Jesús, Resurrección y Vida permanece para
siempre.
1° Lázaro está enfermo (v.1-6).
Había
un enfermo, Lázaro de Betania, de la aldea de María y de Marta su hermana. 2
(María era la que ungió al Señor con perfume y enjugó sus pies con sus
cabellos), cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. 3 Enviaron, pues, las
hermanas a decirle: "Señor, mira, al que amas está enfermo". 4
Pero, habiendo oído Jesús, dijo: "Esta enfermedad no es para muerte, sino
en vista de la gloria de Dios, para que sea glorificado el Hijo de Dios por
ella ". 5 (Amaba Jesús a Marta y a su hermana y a Lázaro). 6
Habiendo, pues, oído que estaba enfermo, sin embargo se quedó en el lugar donde
estaba dos días.
El evangelista comienza introduciendo a los tres personajes que
entrarán en juego: Lázaro, el enfermo; María y Marta, sus hermanas. Vivían en Betania, la actual El' Azariyeh, aldea al este de Jerusalén, atrás del Monte de
los Olivos, donde Jesús se hospedaba cuando visitaba la Ciudad Santa (Mc 11,11;
14,3; Lc 10,38-42).
Un paréntesis anacrónico (v.2) aclara por anticipado la identificación de María como
aquella mujer que ungió a Jesús en Betania, seis días antes de la Pascua, en
casa de Simón el leproso (Mt 26,6-13; Mc 14,3-9; Jn 12,1-11). María es
diferente de la pecadora (Lc 7,38), y también de María la Magdalena (Lc 8,2).
Enviaron, pues, las hermanas de Lázaro un mensaje
a Jesús diciendo: "¡Mira,
al que amas está enfermo!". Esta frase denota que ellos eran discípulos de Jesús y que un lazo de
especial afecto los unía con él. Las hermanas, al proponer su pena, no le piden
a Jesús explícitamente un milagro, pero le insinúan delicadamente que venga a
intervenir. En la mente del evangelista, Lázaro, a quien Jesús ama, es
representante de los cristianos, objeto del amor de Jesús (cf Jn 13,23; 19,26); y así como dará la vida a Lázaro, también la
dará a los discípulos que lo amen y lo sigan.
El comentario de Jesús revela de antemano la importancia del milagro
(9,3). La enfermedad de Lázaro no terminará en muerte,
sino en glorificación de Dios y del Hijo de Dios. La gloria de Dios y la gloria
del Hijo no son sino una sola. Si Ja resurrección de Lázaro va a glorificar a
Dios y a Jesús, no es sólo por el milagro mismo, sino porque ese prodigio va a
desencadenar los motivos que llevarán a Jesús a su muerte y a su resurrección,
los cuales constituyen la verdadera glorificación del Padre y del Hijo (12,23-24; 17,1).
A pesar de la noticia, Jesús no subió para curar
al enfermo. No era falta de interés, ni menos aún falta de cariño. Juan deja
entender veladamente el conocimiento sobrenatural que Jesús tenía de la
situación.
2 ª Jesús va a Judea (v.7-16).
7 Luego, después de esto, dice a los discípulos:
"Vamos a Judea nuevamente'''. 8 Le dicen los discípulos:
"Rabbí, ahora los judíos te querían apedrear y ¿de nuevo vas allá?" 9
Respondió Jesús: "¿Acaso no son doce las horas del día? Si alguno camina
de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero si
alguno camina de noche, tropieza, porque la luz no está en él" 11
Dijo esto, y después de, esto les dice: "Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido,
pero voy a despertarlo". 12Dijéronle entonces los discípulos:
"Señor, si se ha dormido, será salvo". 13 Jesús había
hablado de su muerte, pero ellas pensaron que hablaba del reposo del sueño.
14 Entonces, pues, les dijo Jesús abiertamente: Lázaro murió. 15 Y me alegro por vosotros de no haber estado ahí, para que creáis. Pero, ¡vayamos a él!" 16 Dijo entonces, Tomás, el llamado Mellizo, a sus
condiscípulos: "Vayamos también nosotros para morir con él!".
Los v.7-16, que tratan
de la decisión de Jesús de volver a Judea, parecen cubrir dos estratos en la
redacción de esta historia, a saber: v.7-10.16 y v 11.15, ambos de sabor netamente juánico.
— Primer
estrato: v.7-10.16.
Esta sección que no menciona a Lázaro se une perfectamente con los capítulos precedentes en que los Judíos querían matara Jesús (7,19; 8,59; 10,31.39), y en que Jesús se presentaba como la Luz del
mundo (8,12; 9,5). La pequeña parábola del día y de la noche
encierra dos ideas:
* La vida de Jesús es como un día de camino,
durante el cual debe realizar su misión. No tropezará, esto es, no morirá,
mientras no llegue su hora, la noche de su muerte (13,30).
* La segunda idea gira entorno a Jesús mismo. El es
la verdadera Luz del mundo (8,12; 9,5). Estar con él es caminar a su luz (12,46). Si alguno se aparta de él entra en la noche y tropezará
irremisiblemente, porque "en él no está la luz".
Tomás, sin comprender el alcance de las palabras
de Jesús, dice a sus compañeros: "¡Vayamos también nosotros para morir con él!".
— Segundo
estrato: v. 11-15.
Esta sección es la secuencia normal del v.6. Pasaron Jos dos días, Jesús dice a sus discípulos: "Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a
despertarlo". Palabra de dos sentidos, comprendida por los discípulos del sueño
natural. Pero Jesús, aclara el evangelista, hablaba del sueño de la muerte. Este
juego de sentidos, a doble nivel es clásico en el Cuarto Evangelio (2,20s;
4,15; 6,27s; 7,33-36).
En la expresión "será salvo" (v. 12), Juan deposita dos significados: la
recuperación de la vida y la salvación espiritual. En el v.l4 Jesús revela
claramente la muerte de Lázaro, y manifiesta la finalidad que tiene de ir allá
a volverle la vida: hacer que sus discípulos "crean". La resurrección de Lázaro será un argumento
decisivo para que los discípulos crean en Jesús y preparen sus mentes para el
misterio terrible que se avecina: su muerte; pero a la que seguirá su
resurrección gloriosa.
La finalidad que
aparecía en el v.4 era la gloria de Dios y del Hijo. Aquí, en el v.15, es
"hacer nacer la fe". La gloria y la fe aparecían unidas también en el
signo del vino de Cana (2,11).