17 Habiendo, pues, llegando Jesús encontró que ya tenía cuatro días en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios, y muchos de los judíos habían venido a Marta y María para consolarlos por su hermano. 20 Cuando Marta oyó que Jesús venía, le salió al encuentro, mientras María permaneció en la casa.
Después de la muerte de Lázaro, numerosos judíos de Jerusalén habían ido a Betania, distante quince estadios (tres kilómetros) de la ciudad. Al llegar Jesús, habían ya pasado cuatro días de la muerte de Lázaro. Esto quiere decir que Lázaro murió inmediatamente después de que sus hermanas habían enviado a Jesús la noticia de la enfermedad. El día de camino que hizo el mensajero, más dos días que se quedó Jesús, más el día de camino de Jesús a Betania son los cuatro días del v.17.
Oyó Marta que Jesús venía y salió a su encuentro. El evangelista nota que María estaba en casa; hasta después supo que Jesús estaba allí (v.28). Al llegar Marta a Jesús, se entabla un diálogo que es el centro y la cumbre teológica del relato y descubre por anticipado la significación profunda del "signo" extraordinario que Jesús va a realizar (v.21-27)
21 Dijo, pues, Marta a Jesús: "Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; 22 pero aún ahora sé que cuanto pidas a Dios, te lo dará."
La palabra de Marta encierra dos pensamientos: 1º expresa, junto con una delicada queja, su certidumbre total en el poder sobrenatural de Jesús (v.21); y 2º la convicción plena de que Dios le seguirá concediendo a Jesús cuanto le pida (v.22). Sin embargo, Marta no llega a formular una petición formal; se detiene en un deseo, en una sugerencia vaga de una cosa que bien podría Jesús hacer, pero que abandona confiadamente a su bondad. Marta, en efecto, estaba al tanto de que Jesús en ocasiones había vuelto a la vida a personas que habían fallecido (Mc 5,41; Lc. 7,14). Pero en este caso, han pasado ya cuatro días.
23 Le dice Jesús: "¡Resucitará tu hermano!"
Frase corta e impactante, capaz de doble sentido, porque Marta comprende, no de una resurreción inmediata, sino de la del último día (Dn 12,2; Mc 12,18; Jn 5,28-29; 6,39-40; Hch 24,15).
24 Le dice Marta: "Sé que resucitará en la resurrección, elúltimo día. 25 Le dijo Jesús: "Yo soy la Resurrección y la vida". El que cree en mí aun cuando muera vivirá, 26 y todo el que vive y cree en mí no morirá eternamente. " ¿Crees esto?
"¡Yo soy la Resurrección y la Vida"! Frase llena de solemnidad y de denso contenido doctrinal. Jesús es "la Resurrección", porque él es "la Vida". El Padre le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y, siendo así, puede vivificar a quien él quiera. Esta es la cumbre teológica del relato. Es la afirmación suprema. Todo lo demás será la consecuencia (cf 4,26; 5,21.26; 6,35.51; 8,12; 10,9-10).
"El que cree en mí, aún cuando muera vivirá..." La muerte es la consecuencia necesaria del pecado. El hombre debe morir. Pero gracias a la fe en Jesús, volverá a la vida, resucitará para no morir más. Este logión, referido a la resurrección futura, puede también mirar, en conexión con el V. 26, a un sentido espiritual, a saber: quien crea en Jesús, aún cuando haya muerto espiritualmente, esto es: gracias a la fe en Jesús volverá espiritualmente a la vida y no morirá jamás, (cf 3,15-16.36; 4,14; 5,24-25.40; 6,40.47-48; 8,51; 10,28)