El capítulo 21 del evangelio de Juan es considerado como un apéndice a
la obra. La narración presenta una estructura característica del Cuarto
Evangelio, por lo cual la autenticidad juánica está fuera de discusión.
Sin embargo, este acontecimiento presenta
un delicado problema de crítica literaria e histórica, debido a las semejanzas
que existen entre este pasaje del evangelio de Juan y la pesca milagrosa
narrada por Lucas en 5,1-10. Los estudios críticos invitan a mantener el hecho
como un acontecimiento postpascual ya ver en el relato lucano una cristofanía,
colocada anticipadamente como una narración vocacional.
En el relato podemos descubrir una
estructura en cuatro escenas.
1 En el mar de Tiberías (v.1-3).
21.1 Después de esto, se
manifestó de nuevo Jesús a los discípulos en el mar de Tiberías. Se manifestó
así. 2 Estaban juntos Simón-Pedro y Tomás, el llamado Mellizo, y
Natanael de Caná de Galilea, y los dos hijos de Zebedeo y otros dos de sus
discípulos. 3Díceles Simón-Pedro:
"Voy a pescar”. Dícenle: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y subieron a la barca y en aquella noche
nada cogieron
El mar de Calilea, así como había sido el
teatro de la primera actividad de Jesús (Mc 1,16-20), es ahora el lugar de la
última aparición de Jesús a sus discípulos en el evangelio de san Juan. Siete discípulos se encuentran reunidos:
Simón-Pedro, Tomás, Natanael, Santiago, Juan y otros dos anónimos. A iniciativa de Pedro van a pescar. Han pasado la noche en la tarea, pero sin resultado alguno.
Varias consideraciones:
a)
El evangelista no había dicho cuándo regresaron de Jerusalén esos
discípulos, ni por qué se encuentran ahora reunidos en Galilea. Lo que le
interesa es contar que fueron a pescar, pero que nada lograron.
b) ¿Habían y a vuelto los discípulos a su
antiguo trabajo? o ¿estarían todavía esperando algo de Jesús, que había muerto,
pero a quien han visto vivo en algunas ocasiones?
c) El número de discípulos es siete. No
sería extraño que el evangelista haya querido ver un simbolismo en esa cifra.
Juan no desaprovecha las oportunidades, y ésta puede ofrecerle un detalle
elocuente. El siete simboliza perfección, plenitud, totalidad. Además, Simón
Pedro es el dirigente del pequeño grupo. Es ya como una iglesia en miniatura:
allí está Simón-Pedro, hay representantes de los Doce, y también se encuentran
otros discípulos.
29 La pesca milagrosa (v.4-6).
4 Siendo ya de mañana, se presentó Jesús en la ribera. Sin embargo, no
sabían los discípulos que era Jesús. ' Díceles Jesús: "Muchachos, ¿no tenéis
algo que comer? Le respondieron: "No". 6 Pero él les dijo:
"Lanzad la red hacia la parte derecha de la barca y encontraréis ". Lanzáronla, pues,y ya no podían
jalarla por la multitud de los peces.
El estilo teológico de Juan se revela en
la frase "no
sabían que era Jesús". Como María Magdalena, ahora los discípulos no reconocen a Jesús (20,14).
María lo reconoció por una palabra: "¡Mariám!", ahora el discípulo a quien Jesús ama lo reconocerá por un prodigio.
Para reconocer a Jesús, que ya no es de
este mundo, pero que vive y ha subido a su Padre, se requiere siempre una
superación en el orden del conocimiento. Jesús resucitado sólo puede ser
objeto de fe. Sin embargo, un detalle de tipo sensible, que bondadosamente él
quiera dar, puede servir de instrumento y punto de partida para subir al nivel
de la fe.
La pregunta del desconocido: "¿No tenéis algo que comer? "suponía ya una respuesta negativa; pero a
la sugerencia de aquel hombre, los pescadores acceden con sencillez y lanzan
la red. La pesca resultó tan prodigiosa, que no podían jalar la red a causa de
la multitud de peces.
3° "¡Es el Señor!" (v.7-8).
7
Dice luego a Pedro el discípulo aquel a quien amaba Jesús: "¡Es el
Señor!". Entonces Simón-Pedro, habiendo oído que era el Señor, se puso su
vestido, pues andaba desnudo, y se arrojó al mar. 8 Los otros
discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red de los peces, pues no
estaban lejos de la tierra, sino como a doscientos codos.
Nuevamente aparecen aquí Simón y el
discípulo a quien Jesús ama (Jn 13,23; 20,2). Aquel se caracteriza por su
impetuosidad y su entrega; éste por su fina e intuitiva percepción de Jesús.
Simón-Pedro se lanza al mar queriendo llegar cuanto antes a donde estaba
Jesús. Al discípulo amado le basta una sola mirada y conoce por intuición que
es el Señor. La barca estaba a unos 90 metros de distancia.