Después
de que Dios ha modelado al hombre, ese hombre es colocado en el jardín de Edén.
Gn 2,8: Plantó Yahveh Dios un jardín en
Edén, al oriente, y ahí puso al hombre que había modelado.
- Primero: Dios había sido
pintado como alfarero, ahora es un jardinero que planta un buen jardín. Su
Nombre: Yahveh Dios. Y, ¿dónde planta ese jardín? En Edén. Y, ¿dónde está
Edén? En el Oriente.
Esto es bien importante. Quiere decir, como una mamá
le cuenta un cuento irreal a su chiquito, inventa el lugar, inventa los
personajes, pero no inventa la enseñanza, no qué quiere enseñar. Lo que le quiere enseñar es lo importante:
“Hubo una vez…” Y luego sigue. No digo “la mentira”, sino el cuento portador de una lección.
Entonces también: “Plantó
Yahvéh Dios un jardín…” ¿Dónde? “En
Edén.” ¿Dónde? “En el Oriente.” “Y ahí puso al hombre que había modelado”.
- En el oriente, hablar de jardín es hablar de felicidad. Hay que tenerlo muy presente esto. En el centro de México, del país, encontrar un jardín es hablar de una cosa más o menos ordinaria. Pero, ya si ustedes fueran un poquito al norte de México, del país, encontrar un jardín o un poquito de selva, entonces sí que es un prodigio. Y un jardín y una selva es un lugar de felicidad.
Entonces, ¿qué hay ahí? Dios creó al
hombre y lo colocó en una situación de felicidad. No me detengo. Después
volveremos sobre esto. Continúa el relato, versículo 9:
Gn
2,9: Hizo Yahveh
Dios brotar del suelo toda clase de árboles agradables a la vista y buenos para
comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del
bien y del mal.”
De tal manera que, la vista es saciada y
también el gusto y el paladar reciben lo que quieren. Y luego, en este jardín,
dos árboles misteriosos: el Árbol de la Vida en medio del jardín, y otro árbol,
no dice dónde, de la ciencia de la felicidad y de la no felicidad, o también la
ciencia del bien y del mal. No los explicaremos en este momento, vendrá después
la explicación.
Pero, lo importante es que Dios creó al
hombre y lo puso, lo colocó en un estado, en una situación de felicidad.
Y, después, los versículos 10-14 los vamos
a leer, pero no les vamos a hacer mucho caso, por lo que viene después. Es como
una descripción del jardín del Edén.
Gn 2,10: De Edén salía un río que regaba el
jardín, y desde ahí se repartía en cuatro brazos.
11: Uno se llamaba Pisón. Es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay
oro.
12: El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.
13: El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Cus.
14:
El tercer
río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asiria. Y el cuarto río es
el Éufrates.
Afortunadamente, conocemos los
nombres de los dos últimos ríos: el Tigris y el Éufrates. Y esos es fácil
imaginarlos porque los pueden ustedes ver y tocar. Pero también encontramos que
la tierra de Javilá es conocida y es
Arabia. Y la tierra de Kus
también es conocida y es Etiopía. Y
sabemos que en Etiopía corre un grande río: el Nilo. Y más allá de
Arabia corre un grande río que es el Indus.
Y, entonces, lo curioso es esto: que ese dato fue escrito antes de que
se conociera la geografía que nosotros conocemos. Y hubo un tiempo, para
nosotros incomprensible, que se creía que los cuatro grandes ríos que he
mencionado: el Tigris, el Éufrates, el Indus y el Nilo, los cuatro tenían una
misma fuente. Ahora sabemos que no es así pero por ejemplo Alejandro Magno,
cuando llegó al Indus, creía que estaba llegando a donde nacía el Nilo.
Entonces, ¿por qué no hacerle caso a esa
descripción? Porque es una descripción que quiere utilizar los datos
geográficos del tiempo, que ahora sabemos que no es así.
De tal manera que, la persona que quiera
saber dónde está o dónde estaba el Jardín del Edén, no vaya a perder el tiempo,
porque no lo va a encontrar. Es un jardín ficticio. Si quiere conocer el Tigris
y el Éufrates, vaya a Irak. Vaya poco después también al Indus y al Nilo. Pero
nunca vaya a preguntar, ni a buscar, dónde estaba el jardín del Paraíso porque
esto es ficticio. Lo que nos quiere
decir es que, Dios, al formar al hombre, lo coloca en un estado de felicidad
particular.
Gn
2,15: Tomó Yahveh
Dios al hombre y lo colocó en el jardín de Edén (es como una
repetición) para que lo cultivase y lo
guardase.”
Esa palabra es muy buena: “Para que lo cultivase y lo guardase”. Dios nos pone en el mundo para hacer algo. El trabajo dignifica al ser humano. No quiero, en este momento,
fijarme en los excesos, sino en el trabajo como tal. El ser humano realiza su misión cuando trabaja. Claro que, si hay
mucho trabajo, se requiere el descanso, por eso el descanso sabático.
Gn
2,16: Y ordenó
Yahveh Dios al hombre diciendo: “De todos los árboles del jardín puedes comer,
pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día en que
de él comieres, ciertamente morirás”.
¿Qué hay aquí? Inmediatamente estamos en
el terreno de las figuras, de las imágenes. ¿Qué quiere decir esto? Desde
luego, el texto habló de dos árboles, “el árbol de la vida” en medio del
Paraíso, y “el árbol de la ciencia del bien y del mal” del cual no se puede
comer.
Como
no dice que no se pueda comer del árbol de la vida, entonces se supone que el
hombre puede comer de ese árbol de la vida, que le va a dar una vida sin
término. Y, entonces, el hombre que naturalmente es mortal, por un regalo
divino, al comer de este árbol de la vida, no morirá.
Atención a esto: el hombre, naturalmente, es mortal. Y parece ser que, cuando Dios lo
creó, lo creó para que, a pesar de ser mortal por naturaleza, por un regalo
divino, no muriera. De tal manera que, este don de no morir, don de
inmortalidad, era algo que no brotaba de la naturaleza propia del hombre, que
es morir. Sino que, si no moría, era por un favor especial de Dios. Por
otra parte, como exigido por la naturaleza propia del hombre, si mi alma es
espiritual e inmortal, como que nuestra alma exige también una vida permanente.
Entonces, en definitiva, el hombre en un
principio, cuando fue creado por Dios, ¿era mortal por naturaleza? Sí. De tal
manera que, el primer hombre, ¿moriría por su propia naturaleza? Sí. Pero en la
Biblia, parece decirnos que el primer hombre, o los primeros hombres, no
morirían, pero eso sería por un don particular de Dios que nosotros lo podemos
como comprender por esto: si nuestra alma es inmortal y el hombre es un
compuesto de alma y de cuerpo, como que nuestra alma exige la permanencia en la
existencia de nuestro cuerpo.
EL
SEGUNDO ÁRBOL:
Gn 2,16: “Pero no comas del árbol de la
ciencia del bien y del mal” (imagen)” porque si comes, morirás”.
¿Cuál
es el CONTENIDO DOCTRINAL DE ESTA IMAGEN?
Aún
cuando el hombre haya sido colocado por Dios en una felicidad y en una
inmortalidad como regalo, sin embargo, el hombre siempre es una criatura
dependiente de Dios. El hombre es
una criatura de Dios y el hombre debe siempre reconocer a Dios y obedecer a
Dios. Y Dios ha puesto en nosotros una ley, ley natural que se siente. Y uno
debe obedecer esa ley que Dios ha puesto en nosotros. ¿Por qué? Porque el hombre no es Dios, sino es
criatura de Dios. Es un ser
dependiente necesariamente de Dios.
Entonces, el hombre, diga lo que diga, siempre
será una criatura que depende de Dios. El
estado de justicia original no dispensaba al ser humano de la dependencia que
brota, necesariamente, entre la criatura y su Creador. Dependencia santa, que
no destruye la libertad humana, antes bien, la ennoblece y perfecciona. Como el hecho de que un
hijo reconozca a sus padres y les rinda la veneración que se deben, nunca va a
denigrar al hijo, al contrario, lo ennoblece y lo perfecciona.
Entonces, en sustancia, el primer cuadro nos habla de dos cosas bien
importantes:
- De la formación del varón.
- Del estado de felicidad en el cual Dios quiso, libremente, colocarlo.
Resumiendo, del versículo 4b al 17 del
capítulo 2, se trata de la formación del varón y de su colocación, como un
regalo, en un estado de felicidad. Estado de felicidad, pero, sin embargo, el hombre, criatura de Dios, debe guardar
su dependencia del Creador, dependencia que no lo hiere, sino lo ennoblece.
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Estas enseñanzas las impartió el P. Carrillo en sus clases en el Instituto de Pastoral Bíblica del cual es fundador. A ello se debe que a veces se presentan con un lenguaje sencillo y repetitivo pues éstas notas son el resultado de la transcripción de sus clases. Para mayor referencia se puede consultar la siguiente bibliogafía en que nos ha hecho de guía
(1) SALVADOR CARRILLO ALDAY M.SP.S Origenes del cosmos y del hombre. Génesis I-IX. Ed. La Campana.
Sobre este tema presentaremos cinco partes.