jueves, 24 de noviembre de 2016

MISTERIOSA FORMACIÓN DEL HOMBRE Y DE LA MUJER (Génesis 2,18-23) (continuación) 4ª. Parte


EL SEGUNDO CUADRO  de este díptico es LA FORMACIÓN DE LA MUJER.

     Evidentemente que, siendo una composición literaria, no podemos nosotros saber, y nos debemos preguntar, ¿Dios creó realmente primero al varón y luego a la mujer, como dice el Génesis? Esa pregunta no viene al caso, porque en el capítulo primero se nos dice sencillamente: Dios creó al ser humano varón y mujer. Sin decirnos a quién primero y a quién después, o a los dos al mismo tiempo. Esta es una composición literaria que nos está enseñando quién es el varón, quién es la mujer.

Gn 2,18: Dijo Yahveh Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda adecuada a él.”

     Versículo importantísimo. El autor pinta al varón en una soledad. Hay amistad con Dios, hay felicidad, está en el jardín de las delicias, sin embargo, el varón está solo, hay soledad en él. Y, el Creador, para eliminar esa soledad en la que no es bueno que esté el varón, dice:

Gn 2,18b: ”Yo le haré una ayuda adecuada a él.”

     Mucha atención a la palabra “ayuda”, que puede ser mal entendida. Puede ser mal entendida en el sentido de un segundo lugar.

     Recordemos que, en la Biblia, en el Antiguo Testamento, en muchas ocasiones los Salmos cantan en esta forma:

“Dios, tú eres mi roca, tú eres mi refugio, tú eres mi ayuda.”

De tal manera que, la palabra “ayuda” hay que entenderla en el lenguaje bíblico y no en un lenguaje sociológico en que podemos nosotros movernos. Luego, la palabra castellana adecuada es una traducción deficiente del hebreo, porque la palabra hebrea es como intraducible.

Gn 2,18: “No es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda como frente a él.”

Es como si fuera un rompecabezas, que una piececita de rompecabezas embona con otra. “Como frente a él”, que embone perfectamente, que sea como él. Hablemos en un lenguaje filosófico, al cual estamos acostumbrados: “que sea de su mismo nivel, de su misma naturaleza, que sea como él. Más aún, la palabra aquí, en este versículo, “ayuda” es para solucionar una soledad, una ausencia, para llenar una ausencia.

     Si quieren, enfaticemos también esta idea: Dios piensa en la mujer como ayuda del varón, no para que el varón abuse, sino para que el varón sea ayudado. La ayuda es ella, el varón es el ayudado. Enfatizo un poquito, tal vez demasiado, esto, porque también se ha enfatizado demasiado ese concepto de ayuda en un nivel puramente sociológico. Sí, la pobrecita mujer es ayuda del varón. ¡Cuidado! Hay que comprender este versículo en su lenguaje bíblico y no en un lenguaje sociológico del momento. El ser “Ezer kenegdó”, “ayuda como enfrente de él”, o como dos piezas de mosaico o de rompecabezas, que solamente cabe una pieza en la otra a la cual pertenece, y entre las dos van formando la figura, y ninguna de las dos puede ser eliminada porque si no la figura no se hace.

     En lugar de inmediatamente entrar en acción Dios, para hacerle la “ayuda adecuada”, el autor va a pintar a Dios, para dar más énfasis a lo que es la mujer, va a dar rodeos. Y, el autor va a pintar a Dios modelando de la tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo.

Gn 2,19: Y Yahveh Dios modeló del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo. Y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.

     No sé si quedó claro este pensamiento. En lugar de que, inmediatamente, pinte el autor a Dios creando a la mujer, para darle más importancia a la creación de la mujer, va a poner a Dios modelando cantidad de animales y aves. Y, ¿el hombre? Dice: “No, todavía no encuentro a mi ‘Ezer kenegdó’, a mi “ayuda adecuada’.

     Es mucho más enfático esa manera de proceder a que, inmediatamente hubiera pintado a Dios creando a la mujer. Pero, en esta forma, en esta modelación de los animales también el autor nos entrega su doctrina.

Gn 2,19: Yahveh Dios modela de la tierra a todos los animales del campo, a todas las aves del cielo…”

Quiere decir, como en el primer capítulo, que todo proviene de Dios Creador. No es el caso de que les dé el soplo de vida... Y los llevó al hombre para ver cómo los llamaba.

     Imaginan ustedes, otra vez a Dios, al parejo, modelando, modelando, a todos los pajaritos que hay. Quién sabe cuánto tiempo emplearía, y quién sabe qué haría para que comenzaran a moverse. Y luego, después de alfarero, un organizador de desfiles. ¡Increíble! ¿Cómo le haría para hacer desfilar a toda esa cantidad de animales y de aves ahí, una por una, ante el hombre? Y, ¿para qué? Para que el hombre les impusiera su nombre, el nombre adecuado a cada uno de los animales.

     ¿Qué nos está enseñando el autor y, a través del autor, Dios? El hombre es el señor de la creación, es el representante de Dios. El hombre conoce, en cuanto puede conocer, de los animales y les puede dar un nombre. Y luego, el dar el nombre es tomar posesión de la cosa a quien se ha puesto un nombre. De tal manera que, el hombre, al ver pasar toda esa serie de animales, los ve y les da un nombre. El hombre toma posesión de todo el reino animal, ya sea de las aves como también de los ganados.

Gn 2,20: El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada.

 ¿Qué hay aquí en todo esto?

  1. Primera lección: todos los animales son creaturas de Dios. Tal vez en una apologética contra la zoolatría de otros tiempos, y no sé si también de estos tiempos.
  2. Segunda lección: el hombre es un ser inteligente, que Dios ha hecho sobre los animales. Este detalle proclama que Dios ha creado al hombre en un nivel de naturaleza superior.

     Pero, entre toda esta serie de seres, el hombre no ha encontrado su complemento. Y entonces, ¿qué hace?  Ahora el autor sagrado va a pintar a Dios, después de haberlo hecho como alfarero, jardinero, organizador de desfiles, ahora lo va a pintar como un anestesista?

Gn 2,21a: Hizo caer entonces Yahveh Dios un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió.

     Como que Dios no quiere que el hombre sepa el origen de su compañera, como que es el secreto de Dios.

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Estas enseñanzas las impartió  el P. Carrillo en sus clases en el Instituto de Pastoral Bíblica del cual es fundador. A ello se debe que a veces se presentan con un lenguaje sencillo y repetitivo pues éstas notas son el resultado de la transcripción de sus clases. Para mayor referencia se puede consultar la siguiente bibliogafía en que nos ha hecho de guía
(1)  SALVADOR CARRILLO ALDAY M.SP.S Origenes del cosmos y del hombre. Génesis I-IX. Ed. La Campana.

Sobre este tema presentaremos cinco partes.