viernes, 10 de noviembre de 2017

EL HUESPED SIN VESTIDO DE BODA: Mt 22,11-14.

Es un hecho evidente que Mateo amplificó (o encontró ya amplificada) la parábola del gran festín, con el fin de aplicarla al Reino de los Cielos inaugurado por Jesús, ofrecido al Pueblo Judío y por ellos rechazado, y dado finalmente a los Gentiles.
Pero los retoques y amplificaciones no acabaron allí. El redactor de Mateo encontró en la tradición evangélica otra parábola que por su contenido cuadraba en el contexto del banquete regio, y la adaptó como parte final del pasaje. En Lucas y en Tomás no se encuentra esta adición.

1.—LA PARABOLA PRIMITIVA
Muy probablemente esta pequeña parábola tenía como introducción lo que leemos en 22,2:
"El Reino de los Cielos se ha asemejado a un Rey que hizo las Bodas a su hijo... Habiendo, pues, entrado el Rey a ver a los comensales, miró allí a un hombre que no vestía traje de boda...": 22,2.11.
Era costumbre que, en un banquete, el rey no comiera con los invitados; sólo se presentaba para saludarlos. El ves­tido de boda que debían llevar los comensales no era un ves­tido especial, sólo se requería que estuviera limpio.
Y le dice: "Amigo, ¿con qué derecho has entrado aquí sin tener vestido de boda?"; v. 12.
El calló. Su silencio nos impide saber la causa de su des­cortesía. ¿No sería invitado? ¡Sí! Era invitado, pero fue indo­lente en arreglarse. La convocación a la fiesta le llegó antes de lo que pensaba y lo encontró desprevenido, y así se pre­sentó.
"Entonces dijo el Rey a los ministros: 'Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de los dientes'": v. 13.
La parábola es "una parábola de atención a la hora del llamado divino". El llamado puede llegar a cualquier momen­to. Es una parábola escatológica individual. Hay que estar pre­parados para no correr el riesgo de ser arrojados fuera ...

¿En qué pensaba Jesús al referirse al traje limpio, con­dición para participar en la fiesta nupcial?
En Is 61,10 Dios viste al redimido con un traje nupcial de salvación y de justicia. El Apocalipsis habla del vestido escatológico, un vestido blanco, símbolo de victoria y de gloria, que llevarán los inscritos en el Libro de la Vida: 3,4.5.18. Vestir así es tener derecho a formar parte de la Comunidad redimida.
Jesús habló de la edad mesiánica como de un vestido nuevo: Mc 2,21, y comparó el perdón con el vestido nuevo con que el padre cubrió al hijo pródigo: Lc 15,22.

Así pues, Dios ofrece el vestido limpio del perdón, de la justicia y de la salvación. Póntelo hoy mismo. ¡No dejes pasar el momento!
2. LA PERSPECTIVA PROPIA DE MATEO
El Reino de los Cielos ha abierto sus puertas a todos, sin discriminación alguna: a buenos y malos: v. 10. A la Igle­sia se entra por el bautismo. Pero esta liberalidad divina ¿dis­pensará al creyente de toda responsabilidad moral? De nin­guna manera.
El cristiano debe vestir su traje limpio para poder per­manecer y participar en el gran Banquete Mesiánico de la vida futura. De otra manera, corre el riesgo de incurrir en la con­denación eterna, figurada por "la tiniebla exterior donde será el llanto y el rechinar de los dientes".



Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 124/125 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011