"Porque
¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto
los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a
burlarse de él, diciendo: Éste comenzó a edificar y no pudo terminar'.
O
¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera
si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y
si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de
paz": vv.28-32.
Las parábolas
conexas de "El que edifica un
palacio " y de "El Rey que emprende una guerra", tienen un sentido fundamental común: para comprometerse
en una empresa de envergadura, es necesario valorar primero cuáles serán las
exigencias y luego calcular las posibilidades personales; de otra manera, se
correría el riesgo de la irrisión o de la ruina. Es mejor no emprender algo que
no se puede concluir o que, comenzando, acarrea detrimentos lamentables si no
se puede terminar.
Enrolarse con Jesús es una empresa ardua que
exige muchos renunciamientos: 14,26-27. Ventajas de orden material no las hay y
sí se pueden seguir tribulaciones y sufrimientos. Por tanto, antes de dar el
paso adelante es preciso hacer un balance y medir las fuerzas.
Esto pudiera parecer desalentador para decidirse
a seguir a Jesús, pero no es sino un solo aspecto del seguimiento. El mismo
dirá en otro momento: "Yo
os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por
el Reino de Dios, quedará sin recibir mucho más al presente y, en el tiempo
venidero, vida eterna": Lc 18,29-30.
Lucas,
que con frecuencia habla del desprendimiento de las riquezas: 12,13-15.21.33-34,
añade aquí, a manera de conclusión, otro logion sobre el mismo tema:
"Pues,
de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no
puede ser discípulo mío": v.
33.
Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 156-157 ISE. México, 1992.