martes, 6 de noviembre de 2018

Parábola del sembrador (cont)


a) Elementos de la parábola.
El cuadro.
En tanto que Lucas nos ofrece un minimum para intro­ducir la parábola, Marcos y Mateo pintan una escena solemne con detalles llenos de vida, procedentes tal vez de Pedro: Jesús está a la orilla del mar, una "numerosísima" multitud se reúne y Jesús se ve precisado a subir a una barca y dirigir desde allí su instrucción a la gente.
El lenguaje de Marcos, pintoresco y espontáneo, es sin embargo incorrecto: "habiendo subido a la barca, se sienta en el mar" y la multitud "a lo largo del mar", "sobre la tierra". Mateo ha eliminado las incorrecciones de lenguaje. Lucas ha consignado en otro sitio el recuerdo de Jesús que enseña desde una barca. Cada Evangelista tiene, pues, sus tendencias propias y utiliza su material de manera personal.
El sembrador. f
Imagen familiar en Palestina. Marcos comienza en un estilo incisivo: "¡Oíd!" El sembrador sale para ir a sembrar. Lucas ha multiplicado, con gusto, las asonancias: "Salió el que siembra a sembrar su semilla".
El camino.
Al sembrar, algunos granos cayeron en el camino. Es el sendero que cruza el campo de labranza. Nada importa que el grano caiga en el pequeño camino. Es costumbre en Palestina que el labriego arroje primero la semilla y sólo después removerá la tierra para que la semilla se esconda. Pero entretanto vinieron las aves del cielo y se comieron los granos que esta­ban a ras del suelo endurecido. Lucas, extranjero que no cono­ce las costumbres palestinenses, se ha imaginado un gran camino, y naturalmente los transeúntes pisaron los granos que allí habían caído.
El terreno pedregoso.
Otros granos cayeron en terreno pedregoso. Los campos de Palestina son ordinariamente terrenos llenos de pequeñas piedras. En algunos sitios la tierra no es profunda. Las semi­llas pronto dejan ver sus brotes, pero viene el sol fuerte de primavera y las pequeñas plantas se secan, faltas de raíces profundas. Lucas, poco sensible a las realidades del campo, escribe: "Y otro cayó sobre la piedra". En tal caso, falto de humedad se secó. Pero, urgiendo las cosas, si así hubiera -sucedido, ni siquiera hubiera podido brotar.
Los espinos.
Parte de la semilla cayó entre los espinos. En terrenos pedregosos no es raro ver pequeños matorrales persistentes. Evidentemente las semillas que caen allí se verán sofocadas y no darán fruto.
La tierra generosa.
Las semillas que caen, finalmente, en la tierra buena pro­ducen el fruto deseado. Aquí está el climax de la parábola.
Marcos es sumamente expresivo: para hablar de los gra­nos que caen en tierra buena emplea el plural "otros", no el singular "otro" como tratándose de la semilla que caía en sitios infelices; y después de emplear tiempos pasados (aoris­tos), ahora hilvana una serie de imperfectos griegos que des­criben la continuidad y progresión inesperada de una cosecha extraordinariamente abundante: "otros cayeron en la tierra buena y daban fruto que subía y aumentaba, y daban uno treinta, y uno sesenta, y uno cien". La exageración es mani­fiesta. Las estadísticas muestran que un campo que produce 10 veces más de la siembra es magnífica cosecha, y un pro­medio de 7 y medio más que lo sembrado es excelente cosecha. ¿Qué querrá, entonces, significar esa hipérbole y esa progresión en creciente?
Mateo, en cambio ha colocado el resultado en orden inverso, comenzando por la semilla que produjo cien, luego sesenta, luego treinta.
Lucas, simplicando el texto, escribe: "...hizo fruto centu­plicado ".
"¡Quien tenga oídos, que oiga bien!" Se trata de una frase de corte semita, en la que se repite el mismo verbo "oír oiga" con el fin de enfatizar lo que se quiere afirmar; por eso hemos traducido: "¡Quien tenga oídos, que oiga bien!" Esta frase se encuentra varias veces en el Evangelio. Jesús la debió pronunciar con frecuencia: Mc 4,23; 7,16; Lc 14,35; Mc 11,15; 13,43.
b) Sentido de la parábola.
El sentido primitivo de la parábola debe brotar del texto mismo.
En primer lugar, la parábola describe sitios diversos en donde cae la semilla. Sitios donde la semilla correrá riesgos o inclusive frustraciones: así el sendero, el terreno pedregoso, las espinas; pero también tierras generosas donde la semilla producirá su fruto. Sin embargo, el acento principal de la parábola no está en eso.
La parábola describe, además y sobre todo, dos momen­tos cruciales: el del principio y el del fin, el de la siembra y el de la cosecha. Y en este último está el climax de la parábola. La siembra estuvo sujeta a eventualidades. Algunos granos (Marcos utiliza el singular) no produjeron fruto, pues los Sitios donde  cayeron no eran adecuados; pero la mayor parte de la semilla (Marcos emplea entonces el plural), cayendo en tierra buena, produjo una cosecha extraordinaria, que superó las  esperanzas del sembrador.

¿A qué se refería Jesús con tal parábola?
Jesús ha comenzado su ministerio proclamando un Buena Nueva de Dios:
"El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios está a las puertas. Convertios y creed en el Evangelio": Mc 1,14.
La llegada del Reino de Dios fue el tema de la predicación y de la doctrina de Jesús en los primeros días: cf Mc l,21.22.38s.45; 2,13; 3,14. Ese tema es el de la parábola de la semilla que crece: Mc 4,26-29, y del grano de mostaza: 4,30-32, y ese mismo tema debe ser el objeto de la parábola del sembrador.
Jesús lanza, como una semilla, la Buena Nueva del Reino. Esa semilla está cayendo en sitios más o menos recep­tivos. Su trabajo parecerá, en parte, inútil y sin fruto. Nada importa. Ya desde ahora, Jesús, rebosante de optimismo y lleno de alegre confianza, lanza su vista al porvenir, más aún, a los últimos días, y contempla la cosecha final, ¡asombrosa cosecha que sobrepasa todas las medidas humanas! Es, pues, una parábola escatológica. Lo que contempla Jesús en esas espigas admirablemente cuajadas de fruto es el triunfo final del Reino de Dios.
Sitios donde  cayeron no eran adecuados; pero la mayor pa flf ht Humilla (Marcos emplea entonces el plural), cayendo buena, produjo una cosecha extraordinaria, que sup Iiin esperanzas del sembrador.
¿A qué se refería Jesús con tal parábola?
Jesús ha comenzado su ministerio proclamando un Buena Nueva de Dios:
"El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios está a las puertas. Convertios y creed en el Evangelio": Me 1,14.
La llegada del Reino de Dios fue el tema de la predica ción y de la doctrina de Jesús en los primeros días: cf M l,21.22.38s.45; 2,13; 3,14. Ese tema es el de la parábola de 1 semilla que crece: Me 4,26-29, y del grano de mostaza: 4,30-32, y ese mismo tema debe ser el objeto de la parábola del sembrador.
Jesús lanza, como una semilla, la Buena Nueva del Reino. Esa semilla está cayendo en sitios más o menos recep­tivos. Su trabajo parecerá, en parte, inútil y sin fruto. Nada importa. Ya desde ahora, Jesús, rebosante de optimismo y lleno de alegre confianza, lanza su vista al porvenir, más aún, a los últimos días, y contempla la cosecha final, ¡asombrosa cosecha que sobrepasa todas las medidas humanas! Es, pues, una parábola escatológica. Lo que contempla Jesús en esas espigas admirablemente cuajadas de fruto es el triunfo final del Reino de Dios.

Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pag. 19-22. México, LA CAMPANA1992.IPB 2011