a) Elementos
de la parábola.
El
cuadro.
En
tanto que Lucas nos ofrece un minimum para introducir la parábola, Marcos y
Mateo pintan una escena solemne con detalles llenos de vida, procedentes tal
vez de Pedro: Jesús está a la orilla del mar, una "numerosísima" multitud se reúne y Jesús se ve precisado a subir
a una barca y dirigir desde allí su instrucción a la gente.
El lenguaje de Marcos, pintoresco y espontáneo,
es sin embargo incorrecto: "habiendo
subido a la barca, se sienta en el mar" y la multitud "a lo largo del mar", "sobre la
tierra". Mateo ha
eliminado las incorrecciones de lenguaje. Lucas ha consignado en otro sitio el
recuerdo de Jesús que enseña desde una barca. Cada Evangelista tiene, pues, sus tendencias
propias y utiliza su material de manera personal.
El sembrador. f
Imagen familiar en Palestina. Marcos comienza en
un estilo incisivo: "¡Oíd!"
El sembrador sale para ir a sembrar.
Lucas ha multiplicado, con gusto, las asonancias: "Salió el que siembra a sembrar su
semilla".
El camino.
Al
sembrar, algunos granos cayeron en el camino. Es el sendero que cruza el campo
de labranza. Nada importa que el grano caiga en el pequeño camino. Es costumbre
en Palestina que el labriego arroje primero la semilla y sólo después removerá la tierra
para que la semilla se esconda. Pero entretanto vinieron las aves del cielo y
se comieron los granos que estaban a ras del suelo endurecido. Lucas,
extranjero que no conoce las costumbres palestinenses, se ha imaginado un gran
camino, y naturalmente los transeúntes pisaron los granos que allí habían
caído.
El
terreno pedregoso.
Otros granos cayeron en terreno pedregoso. Los
campos de Palestina son ordinariamente terrenos llenos de pequeñas piedras. En
algunos sitios la tierra no es profunda. Las semillas pronto dejan ver sus
brotes, pero viene el sol fuerte de primavera y las pequeñas plantas se secan,
faltas de raíces profundas. Lucas, poco sensible a las realidades del campo, escribe:
"Y otro cayó sobre la piedra". En tal caso, falto de humedad se secó. Pero,
urgiendo las cosas, si así hubiera -sucedido, ni siquiera hubiera podido
brotar.
Los espinos.
Parte de la semilla cayó entre los espinos. En
terrenos pedregosos no es raro ver pequeños matorrales persistentes.
Evidentemente las semillas que caen allí se verán sofocadas y no darán fruto.
La
tierra generosa.
Las semillas que caen, finalmente, en la tierra
buena producen el fruto deseado. Aquí está el climax de la parábola.
Marcos es sumamente expresivo: para hablar de los
granos que caen en tierra buena emplea el plural "otros", no el singular "otro" como tratándose de la semilla que caía en sitios
infelices; y después de emplear tiempos pasados (aoristos), ahora hilvana una serie
de imperfectos griegos que describen la continuidad y progresión inesperada de
una cosecha extraordinariamente abundante: "otros cayeron en la tierra buena y daban
fruto que subía y aumentaba, y daban uno treinta, y uno sesenta, y uno
cien". La exageración es manifiesta.
Las estadísticas muestran que un campo que produce 10 veces más de la siembra
es magnífica cosecha, y un promedio de 7 y medio más que lo sembrado es
excelente cosecha. ¿Qué querrá, entonces, significar esa hipérbole y esa
progresión en creciente?
Mateo, en cambio ha colocado el resultado en
orden inverso, comenzando por la semilla que produjo cien, luego sesenta, luego
treinta.
Lucas, simplicando el texto, escribe: "...hizo fruto centuplicado ".
"¡Quien tenga oídos, que oiga bien!" Se trata de una frase de corte semita, en la que
se repite el mismo verbo "oír
oiga" con el fin de enfatizar
lo que se quiere afirmar; por eso hemos traducido: "¡Quien tenga oídos, que oiga bien!" Esta frase se encuentra varias veces en el
Evangelio. Jesús la debió pronunciar con frecuencia: Mc 4,23; 7,16; Lc 14,35;
Mc 11,15; 13,43.
b) Sentido
de la parábola.
El sentido primitivo de la parábola debe brotar
del texto mismo.
En primer lugar, la parábola describe sitios diversos en donde cae la semilla. Sitios donde la semilla
correrá riesgos o inclusive frustraciones: así el sendero, el terreno
pedregoso, las espinas; pero también tierras generosas donde la semilla
producirá su fruto. Sin embargo, el acento principal de la parábola no está en
eso.
La parábola describe, además y sobre todo, dos momentos cruciales: el del principio y el del fin, el de la siembra y
el de la cosecha. Y en este último
está el climax de la parábola. La
siembra estuvo sujeta a eventualidades. Algunos granos (Marcos utiliza el singular)
no produjeron fruto, pues los Sitios donde cayeron no eran adecuados; pero la mayor parte de la semilla
(Marcos emplea entonces el plural),
cayendo en tierra buena, produjo una cosecha extraordinaria, que superó las esperanzas
del sembrador.
¿A qué se
refería Jesús con tal parábola?
Jesús ha comenzado su ministerio proclamando un
Buena Nueva de Dios:
"El
tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios está a las puertas. Convertios y
creed en el Evangelio": Mc 1,14.
La llegada del Reino de Dios fue el tema
de la predicación y de la doctrina de Jesús en los primeros días: cf Mc l,21.22.38s.45; 2,13; 3,14. Ese tema es el de la parábola de la semilla que
crece: Mc 4,26-29, y del grano de mostaza: 4,30-32, y ese mismo tema debe ser
el objeto de la parábola del sembrador.
Jesús
lanza, como una semilla, la Buena Nueva del Reino. Esa semilla está cayendo en
sitios más o menos receptivos. Su trabajo parecerá, en parte, inútil y sin
fruto. Nada importa. Ya desde ahora,
Jesús, rebosante de optimismo y lleno de alegre confianza, lanza su vista al
porvenir, más aún, a los últimos días, y contempla la cosecha final, ¡asombrosa
cosecha que sobrepasa todas las medidas humanas! Es, pues, una parábola escatológica. Lo que contempla Jesús
en esas espigas admirablemente cuajadas de fruto es el triunfo final del Reino
de Dios.
Sitios donde cayeron no eran adecuados; pero la mayor pa flf ht Humilla
(Marcos emplea entonces el plural),
cayendo buena, produjo una cosecha extraordinaria, que sup Iiin esperanzas
del sembrador.
¿A qué se
refería Jesús con tal parábola?
Jesús ha comenzado su ministerio proclamando un
Buena Nueva de Dios:
"El
tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios está a las puertas. Convertios y
creed en el Evangelio": Me
1,14.
La llegada del Reino de Dios fue el tema
de la predica ción y de la doctrina de Jesús en los primeros días: cf M
l,21.22.38s.45; 2,13; 3,14. Ese tema es el de la parábola de 1 semilla que
crece: Me 4,26-29, y del grano de mostaza: 4,30-32, y ese mismo tema debe ser
el objeto de la parábola del sembrador.
Jesús
lanza, como una semilla, la Buena Nueva del Reino. Esa semilla está cayendo en
sitios más o menos receptivos. Su trabajo parecerá, en parte, inútil y sin
fruto. Nada importa. Ya desde ahora,
Jesús, rebosante de optimismo y lleno de alegre confianza, lanza su vista al
porvenir, más aún, a los últimos días, y contempla la cosecha final, ¡asombrosa
cosecha que sobrepasa todas las medidas humanas! Es, pues, una parábola escatológica. Lo que contempla Jesús
en esas espigas admirablemente cuajadas de fruto es el triunfo final del Reino
de Dios.
Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pag. 19-22. México, LA CAMPANA1992.IPB 2011
Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pag. 19-22. México, LA CAMPANA1992.IPB 2011