sábado, 19 de enero de 2019

EL TRIGO Y LA CIZAÑA: Mt 13, 24-30. 36-43.

1.    LA PARÁBOLA: Mt 13,24-30.
Otra parábola les propuso diciendo: "Se asemejó el Reino de los Cielos a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Mas mientras dormían los hombres, vino su enemigo, y sobresembró cizañas en medio del trigo y se fue. Cuando germinó la hierba e hizo fruto, entonces aparecieron también las cizañas. Llegándose los siervos del amo de casa le dijeron: 'Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizañas?'. El les manifestó: 'Un hombre enemigo hizo esto'. Los siervos le dicen: ¿Quieres, pues, que vayamos a recogerlas? Él manifiesta: 'No, no sea que, recogiendo las cizañas, arranquéis con ellas el trigo. Dejad que crezcan juntas ambas hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: 'Recoged primeramente las cizañas y atadlas en gavillas para quemarlas; mas el trigo, reunidlo en mi granero'": 13,24-30.
Pues bien, la parábola de Mateo comienza asemejando el Reino de los Cielos a un hombre que sembró "hermosa" semilla en su campo: v. 24. En realidad, no es el hombre ni la semilla lo que se comparará al Reino de los Cielos, sino el momento final de la cosecha. El epíteto "hermosa", dado a la semilla, prepara ya la oposición con la mala hierba.
Una pequeña incongruencia se presenta en la descripción: ¿quiénes son esos hombres? ¿por qué ese plural? Normalmente, la narración debería ser: 'Mientras dormía (el sembrador), vino un enemigo suyo...
La cizaña es una semilla botánicamente parecida al trigo. Sus primeros brotes son iguales y de ambos se alza una espiga que produce granos. Solo más tarde aparece la diferencia: Las espigas de trigo alcanzan una altura mayor. La cizaña no es comestible.
Que con el trigo brote la cizaña es un caso normal en las tierras de Palestina. Por lo tanto, lo que alarma a los criados es que la cizaña debió aparecer en una cantidad no acostum­brada.
A las palabras de los criados, el amo responde, pero su respuesta no deja de sorprender. Parece no inmutarse; más aún, contesta con tranquilidad, como quien sabe o comprende fácilmente lo que ha sucedido: "Un enemigo ha hecho eso": v. 28a.
Los criados, menos satisfechos de la contestación, le ofrecen ir a arrancar la cizaña: "¿Quieres que vayamos a recogerla?" Es aquí donde se infiltra el sentido real de la parábola. ¿Acaso no es oficio ordinario de los criados extirpar de vez en cuando las malas hierbas que invaden los campos? ¿A qué viene, pues, esa pregunta? Sólo se explica esta intervención dada la cantidad de cizaña que brotó fuera de lo normal. La respuesta del dueño es negativa. Y da la razón: "No sea que, al recoger la cizaña, arranquéis también el trigo": v. 29. Las raíces de trigo y cizaña pudieron entremezclarse y al sacar una se corre el peligro de que también el trigo venga fuera. Por eso agrega: "Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega": v. 30a.
En un momento posterior la tradición evangélica -pudo ser el mismo redactor de Mateo-amplificó la conclusión.
¿Cuál es el sentido de la parábola primitiva?
¿Qué quiso decir Jesús al proponerla? ¿A qué se refería?
Para la comprensión de esta parábola hay que tener pre­sentes las ideas del judaísmo contemporáneo de Jesús. Generalmente se pensaba que el establecimiento del Reino de Dios traería consigo una depuración enérgica y violenta del mal y de los perversos; una coexistencia del Reinado de Dios y de los pecadores parecía imposible.
Para los Fariseos, las gentes que no conocían la Ley eran unos malditos: Jn 7,49; los sectarios de Qumran se retiraban al desierto para huir de los pecadores y preparar los tiempos mesiánicos; Juan el Bautista veía ya el hacha puesta a la raíz de los árboles para cortar todo aquello que no diera fruto y arrojarlo al fuego: Mt 3,12; Santiago y Juan querían hacer bajar fuego del cielo que consumiera a un pueblo de samaritanos que no quisieron ofrecer posada al Maestro: Lc. 9,52-54.
Jesús por su parte, reaccionaba de diferente manera. Su modo de pensar está descrito en la parábola del trigo y de I cizaña. Hay que esperar, hay que tener calma y benigni­dad; hay que ser pacientes. Una eliminación intempestiva de los malos elementos sería peligrosa aun para la buena semilla. El Reino de los Cielos, en su fase terrena, contará con buenos y malos. La maldad no puede venir de Dios, viene del Enemigo. Hay que ser tolerantes. La obra de Dios ciertamente prosperará: que los hombres no se precipiten a querer arrancar el mal o eliminar a los pecadores. Él es el Señor de la cosecha; a su tiempo, Él hará lo que sea nece­sario.
Se trata, por lo tanto, de una parábola escatológica.
Dos aplicaciones eclesiológicas de la parábola.
Andando el tiempo, la parábola fue aplicada a las circunstancias de la Iglesia primitiva 
1º ¿Cómo es posible que el Señor duerma? En el
sembrador de la parábola se reconocía a Jesús. Pero ¿cómo es posible que por dormir él, o sea, por falta de vigilancia de su parte, el enemigo haya venido a sembrar la cizaña?
Un ligero cambio al plural: "mientras que los hombres dormían", evitaba el choque y la parábola se podía aplicar entonces a los pastores de la Iglesia que deben vigilar para evitar que lobos crueles hagan perjuicios-
en el rebaño de Dios: cfr Hch 20,28-31. Por otra parte, la vigilancia es nece­saria en todos los cristianos.
2o   ¿Pueden los malos cristianos continuar viviendo tranquilamente dentro de la Iglesia?
¡De ninguna manera! Su situación violenta dentro del Reino quedará de manifiesto en el gran día de la siega; y entonces se verá que la suerte de buenos y malos será dife­rente. Para justificar esto se agregó a la parábola la siguiente conclusión: "en el tiempo de la siega diré a los segadores reunid primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, en cuanto al trigo, juntadlo en un granero": v. 30.


Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pág. 53-61. México, LA CAMPANA. IPB 2011