jueves, 17 de septiembre de 2015

El endemoniado epiléptico (Mc 9,14-29; Mt 17,14-21; Lc 9,37-43).(2a.parte)

Enseñanza de Jesús.

Cuando todo hubo terminado, Jesús y sus discípulos regresaron a casa. Entonces aprovechó la oportunidad para instruir a sus discípulos aparte. Les ayuda a sacar lec­ciones tanto del fracaso de ellos, como del milagro obrado por él mismo. Las lecciones serán complementarias.
Marcos da una explicación:
28        Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado
sus discípulos: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?"
29       Les dijo: "Esta clase con nada puede ser arrojada sino
con la oración
".
Esta enseñanza de Jesús es una exhortación a la oración intensa y constante, en particular cuando se trata de circunstancias difíciles. Según algunos manuscritos, a la oración hay que añadir el ayuno,
Mateo da otra razón:
17,20: "Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Desplázate de aquí allá', y se desplazará, y nada os será imposible".
Aquí la enseñanza de Jesús es una catequesis sobre la fe, e invitación a crecer en ella. ¡Ojalá los discípulos tuvieran una fe fuerte y vigorosa, así fuera tan pequeña como pequeñito es un grano de mostaza! La fe no admite condiciones. Es adhesión plena a Jesús y obra prodigios. Es la fe que necesitaran más tarde los apóstoles al ir por el mundo a sembrar el Evangelio. Con ella "nada les será imposible" (cf Mc 16,17-18).
Pero a propósito de la fe es útil hacer una distinción. Una es la "fe teologal" por la que el hombre se salva (creer en Dios y en su misterio de salvación en Cristo: Hch 16,31; Rm 1,16-17: Ef 2,8); y otra es la "fe carismática", que obra milagros, don del Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia, y que no es concedido a todos (1Co 12,9; Hch 14,9). Esto puede explicar también que no necesariamen­te es por falta de fe, cuando no se alcanza lo que se pide.
Enclavado en ese repetido contexto de revelación acerca de la misión dolorosa y gloriosa del Hijo del hom­bre, a la que son invitados sus discípulos, pero que sólo puede aceptarse- y comprenderse en la fe y con la fe, se presenta el caso del padre angustiado por su hijo enfermo y endemoniado.
Este episodio, si bien es una impactante sanación, es ante todo una sólida catequesis y una fuerte exhortación a la fe. Solamente con fe se podrá aceptar el misterio al qué Jesús se va a enfrentar dentro de poco tiempo: su muerte y su resurreción.
Además, la sanación de este pobre y miserable joven enfermo desde siempre, con toda clase de limitaciones y flaquezas, sanado en un instante por Jesús mediante su palabra llena de poder, es anuncio en acto de la gran obra de salvación que, mediante su muerte y resurrección, Jesús va a realizar en favor del mundo. La salvación que da Jesús es integral para todo el hombre.

                                                ACTUALIZACION

                                             Jesús Maestro!
                                El mal nos domina y nos esclaviza.
                                Enfermedades físicas y mentales,
                                     sicológicas y espirituales,
                                 y a veces desde la primera infancia.
                                Con frecuencia por el cúmulo de penas
                                 y sufrimientos, de angustias y dolores,
                                 que nos llevan hasta el borde de la muerte
           y cuyas causas no podemos discernir, pensamos que es
                                 el enemigo mismo que nos oprime.
                       Sabemos que tu fe y confianza en Dios tu Padre
                  es total y absoluta; y, por lo tanto, todo lo puedes.
                      ¡Ven, Jesús, y compadécete de nosotros.
                                           Aumenta nuestra poca fe.
                             Pronuncia, en la fuerza de tu Espíritu,
                                           tu palabra poderosa,
                             y haz desaparecer de nosotros todo mal.
                        Hazlo, Jesús, para gloria tuya y gloria de tu Padre.
                                                    Amén.