Este milagro de resurrección, propio de san Lucas, prepara y justifica
la respuesta que Jesús dará a los enviados de Juan: "Id y contad a Juan lo que habéis
visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los
sordos oyen, los muertos resucitan, y se anuncia a los pobres la Buena
Nueva.::" (Lc 7,22).
Los actores en esta escena son Jesús, la viuda y su hijo muerto, El
acontecimiento es una visita consoladora de Jesús, dador de vida, al pueblo de
Naín. El tema es la alegría de la comunidad que convive junta. El centro de la
narración es el milagro; las indicaciones geográficas son periféricas.
11 Y sucedió que a continuación se
fue a una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y una gran
muchedumbre. 12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban
a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que
acompañaba mucha gente, de la ciudad.
El caserío de Naín se encuentra en el
valle de Esdrelón, entre Afula y el monte Tabor. Dos numerosos grupos humanos
se entrecruzan: Jesús entra al pueblo con sus discípulos y una gran
muchedumbre, cuando justamente sale de allí un cortejo fúnebre: mucha gente
acompañaba a una mujer viuda, cuyo hijo único había fallecido.
En otras dos ocasiones el evangelista
notará que el beneficiado de una obra de misericordia de Jesús era una hija o
hijo único (la hija de Jairo: 8,42, y el muchacho epiléptico: 9,38), lo cual
redundaba en gracia para los padres. Además, ese rasgo recuerda la historia de
Elias, que vuelve la vida al hijo de la viuda de Sarepta, que Lucas tiene
presente y en alguna manera imita, subrayando, sin embargo, la superioridad de
Jesús (1R17,17-24; (cfr. 2R 4,8-37). El énfasis Cristológico del pasaje es muy
claro.
Con tres rasgos subraya Lucas la
tristeza de aquella situación: un joven difunto, un hijo único, una madre
viuda.
13 Al verla el Señor, tuvo compasión de
ella, y le dijo: "¡No llores!". 14 Y, acercándose, tocó la
mortaja. Los que la llevaban se pararon, y él dijo: "Joven, a ti te digo:
¡Levántate!". 15 El muerto se incorporó y se puso a
hablar, y él se lo dio a su madre.
"El Señor". Con este título
Lucas designa a Jesús como el salvador que
inaugura el Reino de Dios y marca la soberanía divina y el poder misterioso que
hay en él (Lc 2,11).
Al ver a la pobre madre viuda, Jesús "se conmovió en sus entrañas". El verbo indica la profunda compasión que
experimentó el Señor ante la aflicción de aquella mujer, Jesús ha tomado verdaderamente nuestra naturaleza humana, capaz de
sufrir y de compadecerse de nuestras flaquezas.
Esta compasión es en Jesús el Jésed =
amor de misericordia y de ternura, que caracteriza a Dios (Os 2,25; Is 54,7;
Jr 31,20; Sal 103,8-13). Jesús es la transparencia del Padre. Quien ve a Jesús
está viendo al Padre. El es la imagen visible del Dios invisible (Jn 14,9; Col
1,15). Este amor compasivo lo impulsa a tomar la iniciativa para actuar.
Tocó la mortaja y dijo: "joven, ¡levántate!". Un contacto físico con los restos
mortales envueltos en la mortaja, y una orden imperiosa mediante una sola
palabra: "¡Levántate!".
¡Qué distancia tan
enorme entre la sencillez y autoridad suma de Jesús, comparada con los gestos
penosos y las oraciones instantes del profeta Eliseo!
El verbo griego "egeiro", empleado en este texto, es sumamente
expresivo. Ha sido utilizado para hablar de la resurrección de los muertos
desde los orígenes de esta creencia (Dn 12,2), como también para referirse a
las resurrecciones obradas por Jesús, a la resurrección del mismo Jesús, a la
resurrección en el último día, al mensaje pascual primitivo, y a la
resurrección espiritual en el bautismo (Le 7,22; 8,54; 9,22; 20,37; 24,6.34;
Hch 3,15; 4,10; 1Co 15,4; Ef 5,14).
"Y lo dio a su madre". Esta cita de 1R 17,23 manifiesta que
Lucas tiene ante su mente la historia de Elias.
16
El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: "Un gran
profeta se ha levantado entre nosotros", y "Dios ha visitado a su
pueblo". 17 Y lo que se decía de él, se propagó por toda Judea
y por toda la región circunvecina.
Ante lo insólito del acontecimiento, la
multitud es invadida por un temor sagrado, da gloria a Dios y exclama: "¡Un gran profeta ha surgido entre
nosotros! ". Jesús es reconocido como "un gran profeta", semejante a los personajes del AT que habían obrado resurrecciones
inauditas. No es todavía el reconocimiento de él como "el Profeta"anunciado por Moisés (Dt 18,18), ni como
"el Señor".
"Dios ha visitado a su pueblo".
El AT habla de Dios que
visita a su pueblo, tanto cuando le hace gracia, como cuando lo castiga (Ex
3,16; Ez 34,11-12). Lucas ha heredado esta imagen (Le 1,78; 19,44)
ACTUALIZACION
Señor Jesíís:
Conmuévete de tantas madres que sufren
y lloran por sus
hijos muertos o desaparecidos.
A cada una de ellas, diles: "¡No llores!";
y a cada hijo, ordénale: "¡levántate!";
y, en tu compasión, devuélvelo a su
madre.
Amén.