viernes, 4 de marzo de 2016

Curación de la oreja de Maleo (Lc 22,49-51).

La escena del prendimiento de Jesús y la intempesti­va intervención de Simón fueron para los apóstoles de singular impacto, ya que los cuatro evangelistas nos han conservado ese recuerdo (Mt 26,51-52; M 14,47; Jn 18,10-11). Sin embargo, la sanación de Malco, manifesta­ción extraordinaria de la misericordia y del perdón de Jesús, sucedida en el Huerto de Getsemaní, la noche misma del prendimiento, ha sido conservada solamente por Lucas.
22,49 Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: "Señor, ¿herimos con espada?" 50 y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la. oreja derecha. 51 pero Jesús dijo: "¡Dejad! ¡basta ya!" Y tocando la oreja le curó.
Juan ofrece algunas precisiones más: "Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le corló la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: "Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?"
Malco era siervo del Sumo Sacerdote. Si el vocablo griego "doulos" equivale al hebreo "ebed", puede tratarse no de un simple criado sino de un personaje importante al servicio de la máxima autoridad del Templo. ¿Sería acaso el representante del Sumo Sacerdote en aquella escolta? Si así fue, en aquel siervo, Jesús estaba ofreciendo sanación y perdón, por anticipado, al mismo Sumo Sacer­dote, que después de unas horas ¡lo iba a condenar!
La circunstancia es más que significativa. En el mo­mento en que Jesús es apresado y cae en manos de sus enemigos, realiza una acción de misericordia y compa­sión, y ejerce un acto supremo de perdón. Jesús bien sabe que más allá de lo que pretenden los judíos, está la voluntad del Padre: "La copa que me ha dado el Padre, ¿ no la voy a beber?".
Y Jesús había dicho: "Amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio;y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos" (Lc 6,35). Pues bien, en esta hora del poder de la Tiniebla, Jesús pone en práctica la ense­ñanza que tantas veces había dado.
Toca la oreja de Maleo y lo sana. Por última vez, antes de entregar su vida, la fuerza divina que hay en él entra en acción y, al contacto físico de su santa humanidad, aquella oreja cortada queda restaurada. La historia no nos ha dicho qué fue después de Malco...

Pasadas unas horas, cuando Jesús sea clavado en la cruz, pronunciará repetidamente la palabra del supremo perdón. En efecto, el evangelista escribe: "Y Jesús decía: '¡Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen!"' (Le 23,34).

ACTUALIZACION

Jesús:
 Gracias por darnos ejemplo
 de misericordia y de perdón
 aun en los momentos supremos de tu vida.
 Señor, enséñanos a perdonar 
y ser misericordiosos y compasivos como lo eres Tú.
 Amén.