La escena del prendimiento de Jesús y la intempestiva intervención de
Simón fueron para los apóstoles de singular impacto, ya que los cuatro
evangelistas nos han conservado ese recuerdo (Mt 26,51-52; M 14,47; Jn
18,10-11). Sin embargo, la sanación de Malco, manifestación extraordinaria de
la misericordia y del perdón de Jesús, sucedida en el Huerto de Getsemaní, la
noche misma del prendimiento, ha sido conservada solamente por Lucas.
22,49 Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: "Señor, ¿herimos con
espada?" 50 y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y
le llevó la. oreja derecha. 51 pero
Jesús dijo: "¡Dejad! ¡basta ya!" Y tocando la oreja le curó.
Juan ofrece algunas precisiones más: "Entonces Simón Pedro, que llevaba
una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le corló la oreja
derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: "Vuelve la
espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?"
Malco era siervo del Sumo Sacerdote. Si el vocablo griego "doulos" equivale al hebreo "ebed", puede tratarse no de un simple criado
sino de un personaje importante al servicio de la máxima autoridad del Templo.
¿Sería acaso el representante del Sumo Sacerdote en aquella escolta? Si así
fue, en aquel siervo, Jesús estaba ofreciendo sanación y perdón, por
anticipado, al mismo Sumo Sacerdote, que después de unas horas ¡lo iba a
condenar!
La circunstancia es más que
significativa. En el momento en que Jesús es apresado y cae en manos de sus
enemigos, realiza una acción de misericordia y compasión, y ejerce un acto
supremo de perdón. Jesús bien sabe que más allá de lo que pretenden los judíos,
está la voluntad del Padre: "La copa que me ha dado el Padre, ¿ no la voy a beber?".
Y Jesús había dicho: "Amad a vuestros enemigos; haced el
bien, y prestad sin esperar nada a cambio;y vuestra recompensa será grande, y
seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los
perversos" (Lc 6,35). Pues bien, en esta hora del poder de la Tiniebla, Jesús pone en práctica
la enseñanza que tantas veces había dado.
Toca la oreja de Maleo y lo sana. Por
última vez, antes de entregar su vida, la fuerza divina que hay en él entra en
acción y, al contacto físico de su santa humanidad, aquella oreja cortada queda
restaurada. La historia no nos ha dicho qué fue después de Malco...
Pasadas unas horas, cuando Jesús sea clavado en la cruz, pronunciará
repetidamente la palabra del supremo perdón.
En efecto, el evangelista escribe: "Y Jesús decía: '¡Padre, perdónales, porque no saben lo que
hacen!"' (Le
23,34).
ACTUALIZACION
Jesús:
Gracias por darnos ejemplo
de misericordia y de perdón
aun en los
momentos supremos de tu vida.
Señor, enséñanos a perdonar
y ser misericordiosos
y compasivos como lo eres Tú.
Amén.