3a
El ciego y los fariseos (v.13-17).
13 Llevan ante los fariseos al antes ciego. 14 Ahora bien, era shabbat
el día en que Jesús hizo lodo y abrió sus ojos. 15 De nuevo, pues,
le preguntaban también, los fariseos cómo había visto. Y él les dijo:
"Puso lodo sobre mis ojos, y me lavé, y veo". 16 Decían,
pues, algunos de los fariseos: "Este hombre no es de Dios, porque no
guarda el shabbat". Pero otros decían: "¿ Cómo puede un
hombre pecador hacer tales signos?" Y había división entre ellos. 17
Dicen, pues, nuevamente al ciego: "Ya que te abrió los ojos, ¿tú qué
dices de él?" El dijo: "¡Es un profeta!".
El ciego fue llevado a los fariseos. Era shabbat
el día en que Jesús hizo lodo y abrió los ojos del ciego. En esta primera
entrevista, los fariseos parecen aceptar la curación milagrosa. Pero, estando
prohibido el trabajo en shabbat, unos de ellos concluyen: "Este hombre no puede venir de Dios" (Dt 13,1-5; Jn 5,16.18). Otros, sin embargo, más
abiertos a la luz, se resisten a aceptar ese juicio negativo sobre Jesús, y se
preguntan: "Pero, ¿cómo puede
un hombre, pecador hacer tales signos?" Y había divisiones entre ellos (Jn 7,43).
En cuanto al antes ciego, las discusiones entre
las autoridades lo han hecho reflexionar. Una nueva luz espiritual ha penetrado
en su espíritu, y gracias a ella intuye en su bienhechor un misterio más profundo,
en que no había pensado hasta ese momento. Jesús no puede ser un hombre
cualquiera. E interrogado nuevamente responde: "¡Es un profeta!".
4a
Actuación de los padres ante los fariseos (v. 18-23).
18 Pero los judíos no creyeron que había sido ciego
y que había adquirido la vista, hasta que llamaron a los padres del hombre que
veía, 19 y les preguntaron diciendo: "¿Este es vuestro hijo,
del que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?" 20
Respondieron entonces sus padres y dijeron: "Sabemos que este es nuestro
hijo y que nació ciego; 21 pero, cómo ahora ve, no sabemos; o quién
abrió sus ojos, nosotros no sabemos. Preguntadle, edad tiene; él hablará por sí
mismo ". 22 (Esto dijeron sus padres, porque temían a los
judíos, pues ya habían establecido los judíos que si alguno lo confesaba
Mesías, fuera excluido de la Sinagoga. 23 Por eso sus padres
dijeron: "Edad tiene preguntadle").
Entran ahora en escena los judíos. Se trata de
las autoridades religiosas de Jerusalén. No creen que Jesús haya obrado la
curación y por eso llaman a los padres del ciego. Estos reconocen que
efectivamente es su hijo y que había nacido ciego.
Los signos obrados por Jesús en Jerusalén habían
llevado a muchos del pueblo a ver en él al Mesías (2,23). La sanación
prodigiosa obrada sobre su hijo había llevado probablemente a los padres del
ciego a creer en Jesús. Sin embargo, no lo confesaron abiertamente por temor a
los judíos, pues éstos habían pronunciado pena de excomu nión para aquellos que confesaran a Jesús como
Mesías (7,13).
Esta pena de expulsión de la Sinagoga nos refleja
la situación polémica entre la Iglesia y el Judaismo hacia fines del siglo I.
Durante su ministerio, Jesús anunció a sus discípulos que serían arrojados de
la Sinagoga (Mt 10,17; Lc 6,22); pero esto no aconteció durante la vida del
Maestro, sino mucho más tarde.
En el libro de los Hechos vemos a los Apóstoles
ir al Templo (Hch 3-5); inclusive todavía en tiempos más avanzados (año 58)
encontramos a Pablo cumpliendo en el Templo los preceptos ordenados por la Ley
(Hch 21,26). La ruptura total entre la Iglesia y el Judaismo se llevó a cabo
entre los años 85 a 90, y fue entonces cuando los judío-cristianos fueron
excomulgados definitivamente de la Sinagoga.
5°
De nuevo el ciego ante los fariseos (v.24-34).
Se teje luego, en cuatro interlocuciones, un
diálogo lleno de viveza y colorido. La refutación que el ciego ignorante va a
hacer a las autoridades cultas es uno de los más admirables trozos del
evangelio de san Juan.
24 Llamaron, pues, al hombre por segunda vez, al
que había estado ciego, y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos
que este hombre es pecador". 25 Respondió entonces aquél:
"Si es pecador, no lo sé; una cosa sé: que siendo ciego, ahora veo ".
"Dar gloria Dios" es una fórmula
bíblica de juramento para exigir a alguno que diga la verdad (Jos 7,19; 1S
6,5). El ciego sabía que era shabbat y conocía las prescripciones. Sin
embargo, una cosa le hace pensar que Jesús está sobre esas prescripciones
minuciosas, que más que de Dios, son de los hombres: el hecho de haberle
abierto los ojos.
26 Dijéronle,
pues: "¿ Qué te hizo ? ¿ Cómo te abrió los ojos ? "
27 Respondióles:
"Os lo dije ya y no creísteis; ¿para qué queréis
oírlo de nuevo? ¿Acaso también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
La malevolencia de los fariseos crece; quieren escuchar
nuevamente los detalles para sacar partido contra Jesús. Pero el ciego
permanece seguro en su afirmación y, a la insistencia de aquéllos, reacciona
con fina ironía.