Mc 13,28-29; Mt 24,32-33; Lc 21,29-31
La breve parábola de La higuera se encuentra, en los tres Sinópticos,
dentro del Discurso Escatológico, que trata de la destrucción de Jerusalén, de
la venida del Hijo del hombre y del fin del mundo.
Es posible que Jesús, en su predicación,
haya distinguido con más claridad la ruina de Jerusalén y el fin del mundo;
pero, en el texto evangélico que poseemos, estas dos perspectivas están más
bien fundidas que yuxtapuestas. Podemos pensar que Jesús proclamó un verdadero
anuncio del fin del mundo, pero lo hizo a la manera de los Profetas, esto es:
contemplando el fin último a partir de un acontecimiento concreto que es como
su preludio. La ruina de Jerusalén anuncia y prefigura el fin del mundo.
He aquí el texto de la parábola:
"De la higuera aprended la parábola: cuando ya sus ramas están
tiernas y brotan las hojas, sabéis que cerca está el verano; así también
vosotros: cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que cerca está, a las
puertas".
La higuera y el verano. De manera diferente a los demás árboles,
la higuera, de seca que parecía, pronto reverdece y con gran pujanza. Sus
brotes tiernos anuncian el fin del invierno y proclaman la llegada del verano.
"Cuando sucedan estas cosas" (Mc-Lc), "cuando veáis todas estas
cosas" (Mt).
"Todas estas cosas" son el otro
término de la comparación. Dado el contexto, esta expresión se refiere a las
horribles portentos que presagian el fin de Jerusalén: Mc 13,5-23; Mt 24,4-25;
Lc 21,8-24.
Pero, ¿qué es lo que está "cerca"?
Para Marcos y Mateo, quien está cerca es El Hijo del hombre que viene
sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria: Mc 26; Mt 30.
Para Lucas lo que está cerca es El Reino de Dios. No se trata de la primera venida del
Reino, inaugurada por Jesús y presente en él, sino de la segunda venida,
entendiendo por ello la etapa de desarrollo y de expansión del Reino de Dios.
Esta segunda venida del Reino coincide con la destrucción de Jerusalén, en el
año 70, pues con la ruina de Jerusalén y de su Templo se clausuró "el tiempo de Israel" y comenzó "el tiempo de las Naciones": Lc 21,24, que es "el tiempo de la Iglesia".
Reflexión: La breve parábola de la
higuera, ¿pudo haber tenido otro sentido en labios de Jesús?
Algunos autores lo creen posible (J. Jeremías). El argumento de base es que
el Discurso Escatológico es una composición literaria artificia], que reúne varios logia del Señor, que,
parecidos por el contenido, pudieron ser pronunciados en diferentes
situaciones.
La higuera es signo de las bendiciones
del campo que ya vienen: Joel 2,22. Jesús, al tomarla como figura, intentó
dirigir la atención de sus discípulos no hacia los horrores del fin del siglo,
sino hacia los signos del tiempo de salvación.
Así como el verano es anunciado por el
reverdecer de la higuera que parecía muerta durante el invierno . . .; así también
el Mesías tiene sus heraldos: ¡La hora de la salvación ha sonado! ¡La plenitud
de los tiempos ha llegado! ¡El Mesías está a las puertas! Contemplad sus
signos:
"Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos
quedan limpios,
y los sordos oyen, los
muertos resucitan
y se anuncia a los pobres la Buena Nueva..." Mt 11,5.