jueves, 16 de marzo de 2017

LA PARABOLA DE LA HIGUERA

 Mc 13,28-29; Mt 24,32-33; Lc 21,29-31

La breve parábola de La higuera se encuentra, en los tres Sinópticos, dentro del Discurso Escatológico, que trata de la destrucción de Jerusalén, de la venida del Hijo del hombre y del fin del mundo.
Es posible que Jesús, en su predicación, haya distingui­do con más claridad la ruina de Jerusalén y el fin del mundo; pero, en el texto evangélico que poseemos, estas dos pers­pectivas están más bien fundidas que yuxtapuestas. Podemos pensar que Jesús proclamó un verdadero anuncio del fin del mundo, pero lo hizo a la manera de los Profetas, esto es: con­templando el fin último a partir de un acontecimiento concreto que es como su preludio. La ruina de Jerusalén anuncia y prefigura el fin del mundo.
He aquí el texto de la parábola:
"De la higuera aprended la parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que cerca está el verano; así también vosotros: cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que cerca está, a las puertas".
La higuera y el verano. De manera diferente a los de­más árboles, la higuera, de seca que parecía, pronto reverdece y con gran pujanza. Sus brotes tiernos anuncian el fin del invierno y proclaman la llegada del verano.
"Cuando sucedan estas cosas" (Mc-Lc), "cuando veáis todas estas cosas" (Mt).
"Todas estas cosas" son el otro término de la compara­ción. Dado el contexto, esta expresión se refiere a las horribles portentos que presagian el fin de Jerusalén: Mc 13,5-23; Mt 24,4-25; Lc 21,8-24.
Pero, ¿qué es lo que está "cerca"?

Para Marcos y Mateo, quien está cerca es El Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria: Mc 26; Mt 30.
Para Lucas lo que está cerca es El Reino de Dios. No se trata de la primera venida del Reino, inaugurada por Jesús y presente en él, sino de la segunda venida, entendiendo por ello la etapa de desarrollo y de expansión del Reino de Dios. Esta segunda venida del Reino coincide con la destrucción de Je­rusalén, en el año 70, pues con la ruina de Jerusalén y de su Templo se clausuró "el tiempo de Israel" y comenzó "el tiempo de las Naciones": Lc 21,24, que es "el tiempo de la Iglesia".

Reflexión: La breve parábola de la higuera, ¿pudo haber tenido otro sentido en labios de Jesús?

Algunos autores lo creen posible (J. Jeremías). El argu­mento de base es que el Discurso Escatológico es una compo­sición literaria artificia], que reúne varios logia del Señor, que, parecidos por el contenido, pudieron ser pronunciados en di­ferentes situaciones.
La higuera es signo de las bendiciones del campo que ya vienen: Joel 2,22. Jesús, al tomarla como figura, intentó dirigir la atención de sus discípulos no hacia los horrores del fin del siglo, sino hacia los signos del tiempo de salvación.
Así como el verano es anunciado por el reverdecer de la higuera que parecía muerta durante el invierno . . .; así tam­bién el Mesías tiene sus heraldos: ¡La hora de la salvación ha sonado! ¡La plenitud de los tiempos ha llegado! ¡El Mesías está a las puertas! Contemplad sus signos:
"Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios,
y los sordos oyen, los muertos resucitan
y se anuncia a los pobres la Buena Nueva..." Mt 11,5.