jueves, 6 de julio de 2017

LA PARABOLA DEL VIGILANTE: Mc 13,33-37; Lc 12,35-38; Mt 24,42.

INTRODUCCION: LAS PARABOLAS DE VI­GILANCIA.
* Jesús debió haber hablado muchas veces y en diferen­tes ocasiones sobre la vigilancia, ya individual, ya colectiva.
*    Durante su oración en Getsemaní insistió a sus discí­pulos: "Vigilad y orad para que no vengáis a tentación...": Mc 14,38; Mt 26,41; Lc 22,46. El motivo de la vigilancia es obvio: Jesús está librando en estos momentos una batalla interna con las potencias satánicas. Sufre una prueba mesiánica: apurar, o no, el cáliz de su muerte en favor de la huma­nidad. .. Pero ha orado, seguirá orando, y no sucumbirá. Los Apóstoles y después de ellos todos los discípulos de Jesús se verán expuestos a pruebas, a tentaciones semejantes. El Maes­tro ha dado el ejemplo. La oración y la vigilancia son el secreto del triunfo.
*    Pero el tema de "la vigilancia" encontró especial eco e interés en la Iglesia primitiva, la cual insistió en ella, de di­versas maneras, en vista sobre todo de la Parusía del Señor: cfr 1 Ts 5,1-6.
*    Estas tradiciones evangélicas fueron adquiriendo dife­rentes formas y se reflejan en los relatos que ahora leemos en los Evangelios canónicos.
*    Es interesante constatar que estos conjuntos literarios sobre la vigilancia fueron colocados por Marcos y Mateo den­tro del Discurso Escatológico: Mc 13; Mt 24-25; mientras que Lucas prefirió situarlos después de temas más generales, como el abandono en la Providencia: 12,22-31; la predilec­ción de Dios por el pequeño rebaño: 12,32; y la exhortación a una pobreza efectiva: 12,33-34.


1.—LOS SIERVOS VIGILANTES: Lc 12,35-38.

"Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos a quienes el Señor, al venir, encuentre despiertos; yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la se­gunda vigilia, o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos ellos!"

Esta parábola, tal como la leemos en Lucas, se comprende plenamente de Jesús que se ha marchado a las Bodas Mesiánicas y que regresará para hacer participar a los suyos del Ban­quete del Reino de Dios. En otro contexto, este texto lucano podría ser una alusión a la Parusía, pero aquí parece insistir en una espera vigilante, tal vez prolongada, cosa que acrecien­ta el mérito.
La parábola dice que el amo podría venir en la segunda o tercera vigilia nocturna, esto es, entre las 9 de la noche y las 3 de la mañana. Entretanto, los siervos deben permanecer vi­gilantes, con lámparas encendidas y con los pliegues de sus túnicas acomodados a la cintura para poder desempeñar pron­tamente el servicio de la mesa.
¡Felices tales siervos a quienes el Señor encuentre vigi­lantes! Hará con ellos una cosa insólita. Se cambiarán los pa­peles: él se transformará en su siervo, los sentará a su mesa y él mismo les servirá. Lo que nadie hace, Jesús lo hizo y lo hará: "Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en me­dio de vosotros como el que sirve": Lc 22,27.


2.—EL PORTERO EN VELA: Mc 13,34-39.

"Al igual que un hombre que sale de viaje: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y orde­na al portero que vele; velad, por tanto, ya que no sabéis cuán­do regresará el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar el gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!"

Marcos ha situado esta parábola en un ambiente neta­mente escatológico: se trata del Ultimo Día, que sólo es co­nocido del Padre: v. 32.
En tal perspectiva, el hombre dueño de la casa es Je­sús que ha partido. Cada cristiano ha recibido de Jesús una encomienda, y particularmente al portero le ha encargado ve­lar, pues no sabe en cuál de las cuatro vigilias nocturnas llegará el amo. Esas vigilias son de 6 de la tarde a las 9 de la noche; de las 9 a las 12; de las 12 a las 3 de la mañana; de las 3 a las 6 del día.
En la parábola, situada por Marcos en el Sermón Escatológico, no sería raro encontrar elementos secundarios, debido a la explicación que la iglesia primitiva hizo a todos los cristianos de las exhortaciones de Jesús a la vigilancia. La última frase es clara a este respecto: "Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!"


CONSIDERACIONES GENERALES

Como se puede observar, la parábola de Marcos y de Lucas no es del todo igual. Marcos presenta como personaje principal un portero que debe estar en vela, pero ofrece tam­bién otros servidores con atribuciones propias. Lucas nada dice del portero y ya sólo habla de siervos vigilantes.
Posiblemente en el fondo de ambos textos subyace una parábola primitiva. Esta trataba de un hombre que sale de casa a un banquete (de bodas). Como la hora del regreso será incierta, encarga al portero que esté en vela durante las 4 vigilias de la noche para recibirlo en el momento que toque. ¡Feliz el portero que tal haga!
La Iglesia, en su espera de Cristo que vendrá, aplicó la pa­rábola a todos los cristianos, mediante adiciones alegorizantes.

El Señor se va de largo viaje (Mc) y no nada más a un ban­quete; da a todos sus siervos la orden de velar (Mt); confiere autoridad y cargos a sus siervos antes de partir (Mc); la re­compensa que da es el propio servicio en su Banquete Mesiánico (Lc).



3.—EL AVISO DE MATEO: 24,42.
En el Evangelio de Mateo, la parábola del portero que daba Marcos ha desaparecido y sólo se ha conservado la ad­vertencia sobre la vigilancia para recbir, despiertos, al amo de casa.

Pero es de notar que Mateo retocó la perspectiva, in­troduciendo dos modificaciones:
El amo es ahora "vuestro Señor"
y la noche se ha transformado en "El Día" de su venida.
La interpretación cristológica en Mateo es evidente.
"¡Velad, pues, porque no sabéis qué Día vendrá vuestro Señor!"


*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 94-98 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011