martes, 22 de agosto de 2017

LOS TALENTOS Y LAS MINAS: Mt 25,14-30; Lc 19,11-27.

Nueva "parábola escatológica", que Mateo ha colocado dentro del Discurso Escatológico, inmediatamente antes de la descripción del Juicio final: 25,31-46.
Lucas le ha dado también un sitio importante. Jesús ha dejado Jericó después de haber dado "la salvación" a Zaqueo y a su casa: 19,9-10, y se encuentra ahora cerca de Jerusalén: 19,11, a donde entrará triunfalmente y será aclamado como El Rey Mesías:
"¡Bendito el que viene
¡el Rey! en nombre del Señor. En el cielo paz
y gloria en las alturas!": 19,38.
Tanto en Mateo como en Lucas, la parábola ha recibido amplificaciones que es fácil discernir. Antes de investigar la forma original de la parábola, es bueno percibir las intencio­nes que cada Evangelista tuvo al entregarnos su texto en la forma en que lo han hecho.


l.—LA PARABOLA DE LOS TALENTOS: Mt 25 14-30.

"Es también (el Reino de los Cielos) como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiem­po, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco ta­lentos, presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco ta­lentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado'. Su señor le dijo: '¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pon­dré; entra en el gozo de tu señor'. Llegándose también el de los dos talentos dijo: 'Señor, dos talentos me en­tregaste; aquí tienes otros dos que he ganado'. Su señor le dijo: '¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor'. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: 'Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo'. Mas su señor le respondió: 'Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no es­parcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dád­selo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tie­ne, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes'".
La partícula "porque" une este relato al precedente, el cual trataba abiertamente del Reino de los Cielos: 25,1.
Tenemos, pues, un hombre negociante que se marcha "por largo tiempo": v. 19. Llama a 3 siervos suyos y les entrega su capital para que lo trabajen. Inteligente el hombre confía a cada uno una cantidad, de acuerdo con sus capacidades perso­nales: a uno da 5 talentos, a otro 2, y al tercero 1. Un ta­lento equivale a un peso de 34 kgs 272 gramos, o 6 mil dnarios.
Así que partió el señor, el primer siervo trabajó sus 5 ta­lentos y ganó otros 5; el segundo trabajó los suyos y ganó otros 2; el tercero tomó el talento, cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. En la manera de obrar del tercer sier­vo hay que observar que obró con cierto cuidado, pues enterró el talento para mantenerlo en seguridad y no exponerlo a un robo.

Después de mucho tiempo regresa el señor y toma cuenta a sus siervos. Los dos primeros reciben un elogio del señor y, como recompensa por haber sido buenos y fieles en lo poco, son primero constituidos en mayores responsabilidades, y lue­go son introducidos "en el gozo de su señor". "Gozo" significa aquí el gozo de una fiesta, y dado el contexto: 25,1, el gozo escatológico del Reino de los Cielos.
En cuanto al siervo que sólo un talento había recibido, hay varias consideraciones que hacer.
*    El relato le consagra un buen número de versículos: w. 24-30.
*    El siervo describe las razones que tuvo para esconder el talento, todas en desprestigio del amo: "hombre duro, que cosecha lo que no siembra, recoge lo que no esparce". El te­mor a una reacción más injusta obligó a ocultar en tierra el dinero del amo. Cuando el amo reclama al siervo, éste res­ponde: "¡Mira, (aquí) tienes lo tuyo!"
*    El amo reacciona de acuerdo con las palabras del siervo a quien tacha de "malo y perezoso". El siervo, al conocer có­mo es el señor, hubiera puesto el dinero en el Banco para recibir al menos los réd|itos; pero su indolencia ni eso le per­mitió hacer. En definitiva, el siervo no quiso explotar sus capacidades personales, aun cuando ellas fueran mínimas.
*    Un doble castigo presenta la parábola:
1° El siervo es despojado del talento que se le había dado;
2° y será arrojado por su inutilidad "a la tiniebla exterior, donde será el llanto y el rechinar de los dientes", sím­bolos de la separación definitiva del Reino de Dios. El talento, propiedad del amo, no debe quedar infruc­tuoso; se le dará al que ya tiene 10, "porque a todo el que tenga se le dará y le sobrará; pero al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará".

CONSIDERACIONES
La parábola —como hemos dicho— ha sido colocada por el redactor del evangelio de Mateo en el ambiente escatológico de la Parusía y del fin del mundo. Por lo tanto, hay que ser sensibles a las posibles adaptaciones que recibió una parábola de Jesús al ser colocada en ese sitio.
1° El tinte cristológico es claro: el amo que se marcha es Jesús que ha partido por largo tiempo pero vendrá. El día de la Parusía se percibe en el horizonte de la parábola.
2°Jesús confía sus tesoros a los hombres para que los trabajen. La perspectiva es netamente individual. Cada quien recibe según sus capacidades y según éstas se le pedirá cuen­tas.
3° Las recompensas son de doble género: terrenas y eternas.
Hay premios proporcionados a los talentos confiados según las capacidades personales pero la recompensa principal es igual: entrar en el gozo del festín del Reino de los Cielos.
4° Los castigos al siervo malo y perezoso serán, igualmen­te, de dos clases: la privación del talento confiado, y sobre todo la separación del Reino y su colocación en la condenación eterna.

*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 104-107 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011