jueves, 31 de agosto de 2017

LA PARABOLA DE LAS MINAS: Lc 19,11-27.

Si la parábola de los talentos en Mateo recibió adapta­ciones en función de la perspectiva escatológica, en la parábola de las minas en Lucas las adiciones cristológicas son más evi­dentes.
En cuanto a la gramática, el texto de Lucas se desenvuelve duramente, sin fluidez de estilo; parece estar luchando por combinar relatos que tiene entre manos para adaptarlos a una tercera situación.
Para comenzar, el v.11 dice: "Estando la gente escu­chando estas cosas, añadió una parábola, pues estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro".

Este verso es clave y va a gobernar todo el relato. En la tradición evangélica de Lucas, Jesús quiere prevenir a los discípulos contra la idea de la llegada inmediata del Reino de Dios. Se trata evidentemente del establecimiento definitivo del Reino con la Parusia, pues del Reino de Dios traido por Jesús a la tierra Lucas mismo había escrito poco antes: "He aqui que el Reino de Dios dentro de voostros está": 17,21.
"Un hombre noble marchó a un país lejano para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: 'Negociad hasta que vuelva'. Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: "¡No queremos que ése reine sobre nosotros!'. Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: 'Señor, tu mina ha producido diez minas*. Le respondió: 'Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el go­bierno de diez ciudades'. Vino el segundo y dijo: "Tu mina, señor, ha producido cinco minas'. Dijo a éste: 'Ponte tú también al mando de cinco ciudades'. Vino el otro y dijo: 'Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y co­sechas lo que no sembraste'. Dícele: 'Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hom­bre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses'. Y dijo a los presentes: 'Quitadle la mina y dádsela al que tiene diez minas'. Dijéronle: 'Señor, tiene ya diez minas'. 'Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará'. Pero a aquellos enemigos míos, los que no qui­sieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí".
Lucas ha pintado al hombre de la parábola, ya no como un simple negociante, sino como un Noble que ha marchado a una tierra lejana para recibir el reino y después regresar. Antes de partir, llama a 10 siervos y da a cada uno una mi­na para que negocien con ella durante su ausencia. Una mina equivalente a 100 denarios. Un denario era el salario mínimo diario.
La nota cristológica es evidente. Jesús, aclamado Rey por la multitud en su entrada triunfal a Jerusalén: v. 38, ha marchado al cielo —el país lejano— a recibir el Reino de manos de su Padre. Pero el Judaismo oficial ha rechazado a Jesús y "no quiere" admitir su reinado. Este dato es ilustrado por los ciudadanos que, odiando al Noble, envían una em­bajada a las grandes Autoridades de quien depende el nom­bramiento con este mensaje: "¡No queremos que éste reine so­bre nosotros!"
Una vez que ha recibido el Reino regresará ya Rey y tendrá que vérselas, primero con aquellos 10 siervos a quie­nes confió una mina, y luego con aquellos ciudadanos enemi­gos que se opusieron a su investidura.

Los siervos:
*    En la parábola de Mateo eran 3 siervos y 3 siervos dan cuentas a su amo. En la parábola de Lucas eran 10 siervos y sólo 3 rendirán cuentas.
*    En Mateo los siervos habian recibido respectivamente 5 talentos, 2 y 1. En Lucas cada uno recibió una sola mina.
*    En Mateo el primer siervo con 5 talentos ganó otros 5 y el segundo con 2 ganó otros 2. En Lucas el primer siervo con una mina ganó 10 más y el segundo con una mina ganó 5 más.
*    En Mateo, el tercer siervo enterró el talento para no extraviarlo. En Lucas, el tercer siervo envuelve en un paño la mina, acusando con ello un descuido culpable por exponer la mina a que sea robada.
*    A su regreso, el rey ajusta cuentas. Y, siendo rey, las recompensas son regias. Los siervos buenos serán constituidos respectivamente sobre 10 ó 5 ciudades. El siervo malo (que se excusa como el siervo de la parábola de Mateo y que recibe de parte del rey los mismos reproches) se verá privado de la mina. El rey ordena que esa mina sea dada al que tiene 10; eso causa extrañeza a los subditos que objetan: "Señor, riene 10 minas!" Y él responde: "Os digo que a todo el que tenga, se le dará; pero al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará". El carácter secundario de este detalle es obvio: habiendo re­cibido 10 ciudades como recompensa, ¿qué viene a hacer una mina?

Los compatriotas enemigos:
Mientras que en Mateo el castigo eterno caía sobre el siervo malo y perezoso, en Lucas son los enemigos del rey quienes recibirán como pena una muerte inmediata: "Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí": 19,27.

3.—EN EL ORIGEN DE LAS TRADICIONES
a) Posiblemente Jesús pronunció dos parábolas en dife­rentes momentos y con diversas finalidades.
Una de ellas fue una exhortación contra una seguridad indebida, o sea, una parábola de vigilancia: ¡Estad alerta por­que no sabéis lo que pueda venir y en qué momento pueda suceder! Para ello se sirvió del caso histórico de Arquelao que hizo un viaje a Roma, el año 4 a. C, para conseguir la ratifi­cación como Gobernante de Judea a la muerte de Herodes. Según Flavio Josefo, los judíos enviaron una embajada de 50 hombres a Roma para impedir el nombramiento, pero no lo­graron su intento. Y Arquelao, al regresar con su cargo, infli­gió una venganza cruel contra sus enemigos.
Otra parábola hablaba de un negociante duro, severo y rapaz, que partió de viaje y dio a tres siervos 100 denarios pa­ra que los trabajaran. (Nótese la diferencia entre un talento —peso de 34.272 kg.— y una mina que sólo contiene 100 denarios). Dos los trabajaron de manere excelente, pero otro, por temor y por indolencia, no lo trabajó. Cuando vino el amo recompensó a los primeros y castigó severamente al tercero. ¿A quién dirigiría Jesús su parábola? Probablemente es una parábola dirigida a los Jefes religiosos del Pueblo, principal­mente a los Escribas conocedores de las Divinas Escrituras. Ha­bían recibido un oficio de confianza de parte de Dios. El les tomaría cuenta de la recta administración. ¿Hicieron fructificar el don que Dios les había concedido o indolentemente lo habían guardado permaneciendo infructuoso?
b) La Iglesia primitiva pronto hizo la transposición de la parábola, aplicándola a Jesús que se había marchado al cielo por largo tiempo, pero que al fin vendría a tomar cuentas de la administración de los dones que a cada uno ha dado. Es ésta, sobre todo, la perspectiva de Mateo.
c) En el texto de Lucas parece que se han fusionado las dos parábolas de que hablábamos antes. Esas parábolas tenían un parentesco entre sí y una vez fusionadas en una fue apli­cada a Jesús-Rey, odiado por sus compatriotas, que ha ido al cielo a recibir el Reino y vendrá más tarde con doble finalidad:
1° a dar a cada siervo la recompensa o el castigo por la administración de los dones recibidos;
   2° a dar muerte a los que se opusieron a su investidura regia. ¿No se perciben aquí la destrucción del Templo y la de Jerusalén, que pusieron fin al Judaismo?

*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 108-109 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011