miércoles, 9 de octubre de 2019

LA EUCARISTÍA SALVA* (tercera parte)


Jesús está en la Eucaristía como estuvo en el cenáculo, como estuvo durante la pasión, como estuvo en la glorificación.

Una pregunta que choca con nuestra mente: ¿Jesús en la Eucaristía sufre? Si está como en la pasión sufre, misteriosamente ya no sufre porque está en la glorificación. No lo entiendo pero lo acepto porque es un dato de la fe.

¿Con cuál Jesús me voy a encontrar? Con el de la cena? Con el de la pasión? Y con el de la resurrección?
Con el de la cena es clarito, porque en la Eucaristía se transforma el pan y el vino con las palabras mismas de Jesús en la Eucaristía. Pero también en la Eucaristía Jesús dice “este es mi cuerpo que es entregado por vosotros. Ésta es mi sangre derramada por ustedes, los apóstoles y por el mundo entero para perdón de los pecados.
Jesús resucitó y está vivo, entonces entramos en contacto con él como resucitado lleno de vida nueva y diferente, ungido por el Padre con el Espíritu Santo y entonces cuando celebramos la Eucaristía  yo puedo pensar, estamos en la última cena , uno come, Jesús está como está en la cena, pan y vino que me alimenta con una vida eterna., una vida divina, como a Jesús, bebo su sangre y eso produce en mí vida. Esto no se entiende pero lo creo y le doy gracias al Señor por lo que creo no por lo que siento.
Lo encontramos como en la pasión cuando su sangre es derramada, su cuerpo es desgarrado y destrozado y un contacto bellísimo es cuando yo quiero encontrarme con Jesús que derrama su sangre para el perdón de mis pecados. Él es el que pide al Padre el perdón y el Padre nos perdona gracias a la oración de su Hijo.
Cuando ustedes estén angustiados, sufriendo y cuando se acerquen a la Eucaristía y ahí está Jesús derramando su sangre le podemos decir báñame con tu sangre, es una métafora, porque no me puede bañar con su sangre pero el derramó su sangre para el perdón de mis pecados. Entonces le podemos decir Señor báñame con tu sangre que has derramado para el perdón de mis pecados.

¿Porqué Jesús quiso salvar al mundo entregando su cuerpo y derramando su sangre?
Lo podía haber hecho de otra manera, la respuesta es en varios niveles yo le quiero decir nada más el nivel de todos los pueblos  a través de toda la historia, incluyendo el pueblo de Israel.
Hay un sentimiento a través de todos los tiempos en el hombre que solamente podemos complacer a Dios mediante el derramamiento de sangre y así en todas las religiones antiguas hay derramamiento de sangre de animales sustituyendo al hombre, y en culturas más primitivas como las nuestras era inmolar hombres sacándoles el corazón.
Otras religiones eran menos inhumanas, en la religión judía en lugar de sacrificar a hombres sacrificaban a corderitos bonitos de un año, en lugar de la sangre humana.
Hay en la mente humana un sentimiento  que sólo con el derramamiento de la sangre podemos ser aceptos a Dios. ¿Cómo puede perdonar el pecado Dios? Con la sangre de un animal ó la de un ser humano pero no le llegamos. Aquí está el grande misterio de la encarnación. Dios pensó el grande misterio de que el Hijo de Dios eternamente se hiciera hombre y ofreciera como hombre su sangre humano divina, humana porque es sangre de hombre, divina porque es la sangre de la persona del Hijo de Dios.
Entonces puedo yo acercarme a la Eucaristía diciendo Jesús ten compasión de mí. Jesús  derrama tu sangre, aplica tu sangre a esta persona que no sabe de ti pero con tu sangre derramada para el perdón de los pecados será sana. Es el encuentro de Jesús en el Calvario encontramos a Jesús que sufre y podemos ser perdonados si queremos¡ Se necesita que yo quiera recibir ese perdón. Él nos conquistó el perdón pero nosotros debemos hacer nuestro ese perdón.

Y en la Eucaristía Jesús glorificado adquiere una vida nueva y Él nos comunica ésa vida nueva. Nosotros llevamos en nosotros mismos dos vidas, la vida de nuestro cuerpo que se mantiene con nuestro alimento y la vida del Espíritu recibida en el bautismo, gracias a la vida nueva con que Cristo resucitó. Pero Jesús no sólo resucitó, subió al cielo, recibió al Espíritu Santo, y el día de Pentecostés el grande regalo que Jesús dio a la humanidad fue el Espíritu Santo.
Si entro yo en contacto con Jesús en la Eucaristía con Jesús glorificado lleno del Espíritu Santo puedo yo decirle, no solamente perdóname mis pecados, sino lléname de tu vida y regálame el don de dones que es el Espíritu Santo.



 Estaremos presentado en cuatro partes la conferencia del P. Carrillo sobre la la Eucaristía en un retiro de Semana Santa, expuesta de manera sencilla pero muy profunda como él nos explicaba los misterios de nuestra fe.