domingo, 27 de julio de 2014

RETIRO DE ORACIÓN Y SILENCIO (cont5)

Y paso ahora a la página 51 del libro, donde está el capítulo de la LIBERTAD CRISTIANA: LIBRES DEL PECADO. LIBRES PARA DIOS
"El hombre lleva en lo más hondo de su ser un imperioso anhelo de libertad." Pero, ¿qué quieren? El hombre se entrega, a veces conscientemente, a veces inconscientemente a la esclavitud, a las cadenas de sus propias pasiones, a las ataduras del propio pecado. El siguiente párrafo es importantísimo:
"La verdadera y plena libertad no consiste en ser libre respecto de otros, no consiste en ser libre de otros, sino en ser libre de las cadenas propias y personales."
Nosotros somos como esclavos de nosotros mismos. Muchas veces de nuestros gustos, de nuestras maneras de ver, de nuestras opiniones. Es bueno tener opiniones personales, pero es diferente ser esclavos de nuestras opiniones. Y entonces uno sufre mucho, porque si yo pienso de una manera y mi compañera piensa de otra manera, entonces vivo angustiosamente, porque no esclavizo a mi compañera con la idea de la que soy yo esclava. Quiero que la otra persona sea tan esclava como yo de mi propia idea. En cambio, dice uno, no, yo no quiero ser esclavo de mí misma ni de mis ideas, entonces soy libre y tengo mis ideas, pero no esclavizado por ellas.
Jesús es nuestro liberador. "Él me ha enviado, dice Jesús, para proclamar la liberación a los cautivos." (Lc 4,18) Y fue el proyecto de acción de Jesús: liberar a los cautivos. Si Jesús nos liberara este día de alguna cosita que debemos ser libres. Y, ¿saben?, sobre todo una cosa: que nos dé como la luz para descubrir nuestras esclavitudes. Jesús es el Gran Liberador, Maestro de la Verdad.
Jn 8,32: "Si conocéis la verdad, la verdad os hará libres."
Y allí mismo, en el siguiente párrafo dice:
Jn 8,36: "Si el Hijo os hace libres, seréis libres en realidad." ¡Qué felicidad si el Señor nos hace libres!
Jesús, Víctima de expiación. No insisto en esto, pero Él nos hizo libres, sobre todo libres del pecado, dando su vida por nosotros.
En la libertad juega un papel importantísimo el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Espíritu de la libertad. El Espíritu Santo es agua divina que lava:
Ez 36,25: "Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados."
El Espíritu Santo es agua purísima que lava. ¡Más aún! El Espíritu Santo es fuego ardentísimo que purifica. Y cuando el Espíritu Santo nos lava, cuando el Espíritu Santo como fuego nos purifica, entonces nos hace libres de pecado, nos hace libre de escorias que deja el pecado y entonces gozamos de verdad de libertad.
Ga 4,6-7: "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que grita: ¡Abbá, ¡Papá! De modo que ya no eres esclavo sino hijo, y si hijo también heredero de Dios."
La tarea purificadora del Espíritu Santo, o liberadora del Espíritu, no acompaña en todos los momentos y circunstancias de nuestro caminar. Nadie diga. "A mí ya me liberó el Espíritu Santo." Espérate, no sea que mañana te esclavices y tenga nuevamente que liberarte, ¿verdad? La libertad que nos da el Espíritu es una obra contínua.
Al final de ese número 3: "El Espíritu Santo y la libertad", está la palabra de San Pablo:
2Co 3,17: "Donde está el Espíritu del Señor, allí está libertad."
Cristo nos quiere libres.
"La primera esclavitud es la que nace de sistemas y estructuras opresoras y se da en el campo político, económico, social, cultural." Ojalá Dios nos libere de eso, pero muchas veces uno no puede liberarse de esas cosas. Está metido en un sistema.
"La segunda es la esclavitud que se origina en nuestro propio interior y viene, o del pecado" (¿más o menos vieron dónde está eso?)
- Sí.
- En el número cuatro, párrafo segundo.
"La segunda es la esclavitud que se origina en nuestro propio interior y viene, o del pecado personal o bien, atención, de un régimen de leyes humanas, cúmulo de normas que nos imponen, o nos imponemos y que sofocan la libertad del Espíritu."
No nos sofoquemos con cosas que nos impongamos, ni nos dejemos sofocar por otras personas. Hay alguna persona líder y estructurada, y entonces hace su estructura, ella misma se esclaviza en su estructura, pero se siente sola, y entonces comienza un trabajo de persuasión y, como es líder, entonces comenzará su ejérci- to de esclavas. Y es tristísimo eso, porque entonces no soy esclavo yo de Dios, sino soy esclavo de una persona; y ni siquiera de la persona, sino del cúmulo de cosas que esa persona me ha impuesto.
Libertad no quiere decir libertinaje (eso lo dejamos aparte), y en el número 6: "LIBRES PARA LA SANTIDAD".
Es muy importante esto: Libres del pecado, libres para Dios. Libres de, pero libres para. "La libertad del pecado y de normas sofocantes no propicia, o no debe propi- ciar inercia, inactividad, egoísmo, pereza," no trabajar, déjeme libre, y entonces, cuando uno no trabaja, siendo libre, cae en la esclavitud de la pereza. Así que la esclavitud por cualquier lado nos acosa.
"El cristiano, liberado de los impedimentos que lo ataban, se ve capacitado para dedicarse con fervor a otro servicio: al servicio de Dios y al servicio de los hermanos."
Comenzando siempre (subrayo cantidad) el compromiso de la propia casa de la propia familia. Es la realización de esa palabra de San Pablo:
Ga 5,6: "La fe actúa por la caridad."
En el número 7 subrayo nada más dos conceptos:
Jesús nos quiere libres, libres interiormente de nuestros pecados, de nuestras inclinaciones, de nuestro yo, de nuestro egoísmo; porque todas esas esclavitudes impiden nuestra felicidad. Yo lo que quiero de ustedes es que sean felices. Lo que ambiciono es que sean felices. Y si Dios nos concede la gracia de la ver- dadera libertad, que no es ociosidad ni libertinaje, no nos dejemos nuevamente oprimir bajo el yugo de la esclavitud.
San Pablo habla de las armas de la luz y de las armas de Dios. ¿Cuáles son esas armas de la luz? Cito el texto porque es un texto bueno, aun cuando no quiero proponerlo como un programa de trabajo:
Ef 6,14-17: "¡De pie!, pues, ceñida vuestra cintura con la verdad, revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, tomando el yelmo de la salvación, la espa- da del Espíritu que es la Palabra de Dios."
Cada quién pídale al Espíritu Santo cuáles son las virtudes o las armas con las cuáles cada uno de nosotros debe adquirir la libertad de los hijos de Dios.
Resumiendo este tema: Dios nos ha llamado a ser libres. ¿Fundamentalmente libres de qué? Libres del pecado.
Segundo: libres de preocupaciones innecesarias. ¿Se entiende esto? Le pido al Espíritu Santo que les dé luz a cada una para que se aplique las palabras que estoy diciendo: libres de preocupaciones innecesarias.
Tercero: la libertad no se opone al intenso trabajo por cumplir la voluntad de Dios en el estado en que Él nos ha colocado. La libertad no es flojera. La libertad invi- ta a la actividad.
En definitiva, la palabra del Apóstol con la que comenzábamos esta reflexión dice:
1Co 7,32: "Yo los quisiera libres de preocupaciones."

¿Para qué? Para cumplir la voluntad de Dios y para el servicio y la gloria de Dios y de nuestros hermanos.

viernes, 11 de julio de 2014

RETIRO DE ORACIÓN Y SILENCIO (cont4)

                                           LA VOLUNTAD DE DIOS EN MI VIDA
que se encuentra en la página 69. *
Tampoco lo voy a leer, pero sí voy a hacer una reflexión sobre este importantísimo tema. ¿Por qué razón es importante hacer una reflexión sobre este tema? Porque todo lo que les he estado diciendo puede sugerir una pregunta, dice: ¿Y qué con esto que me dicen está pasando? ¿Qué va a ser de mi vida? ¿Me va a trastornar? ¿Me va a cambiar mi plan? ¿Qué va a decir mi esposo o esposa? ¿Qué van a decir mis hijos? Y sucede que Dios no juega mal, Dios no destruye su obra, Dios la construye, y la vida que nos ha dado en los diferentes estados de vida: soltería, matrimonio, vida religiosa, vida sacerdotal, Él es el que nos ha dado esta vida y lo que Dios da no lo quita, sino lo que Dios da lo transforma siempre en mejor. Tengan muy presente eso: si algo nuevo en nuestra vida está fraguando el Señor, no es para destruir los dones que nos ha dado sino para construirlos mucho mejor. Pongo el ejemplo en una vida de casados: Si Dios les da en estos días como regalo un grado más o muchos grados más de amor profundo a su esposo, a sus hijos, en su hogar, si cambia su corazón en calidad de amor, ¿qué destrucción va a hacer de la casa? Es al contrario, una construcción formidable. Una grande paciencia (saber sufrir) que es también una enorme comprensión (amplitud de espíritu) para los demás ¡Qué felicidad será para ustedes en este retiro si el Señor les comunica comprensión! Se les evitarán muchos dolores de cabeza, muchos sufrimientos, porque comprenderán muchas situaciones de la familia. No echarán por la borda los problemas pero encontrarán soluciones muy buenas, y sobre todo las soluciones en la comprensión. ¿Quién sabe si en los problemas de los demás nos falte comprensión? Y donde brindemos la comprensión entonces solucionamos problemas personales y problemas de los demás. No tengan temor a que el Señor haga algo nuevo en la vida.
"No temáis", como le decía el Señor a los apóstoles. Varias veces se los repitió: "No tengan miedo, Yo no soy un fantasma, Yo Soy... Yo Soy.. (Nada más les dijo), ni siquiera dice: "Yo soy Jesús", sino "Yo Soy... Yo estoy con ustedes... Yo soy el Señor... Yo soy Dios... No tengan miedo... Yo las guiaré, los guiaré por los senderos que Yo quiero... He aquí que Yo hago algo nuevo.
El tema de la página 69 es la VOLUNTAD DEL PADRE EN MI VIDA. Ya les he tocado este tema en algunas ocasiones en las clases, la voluntad de Dios. Fue la gran pasión de Jesús. En el capítulo 8 de San Juan, versículo 29 es donde dice: "Yo hago siempre lo que le agrada a mi Padre." (Jn 8,29) Que palabra tan hermosa: "Yo no hago mi voluntad sino la voluntad de mi Padre, para que el mundo sepa que amo al Padre y cumplo su voluntad, vámonos de aquí" (cf Jn 14,31)
San Pablo, cuando se levanta después del derrumbamiento que le provocó el Señor, la palabra que dijo fue esta: "Dípoyes"... "¿Qué debo hacer? ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué haré?" Él no sabía, estaba aturdido. Y el Señor le dijo: "¿Cómo que qué vas a hacer? Pues levántate." Nada más eso:
- "Primero levántate. y, ¿adónde vas?" - A Damasco.
- Vete a Damasco.
- Y, ¿por dónde se entra en Damasco? - En la puerta.
- Y, ¿por dónde camina? - Por la calle.
¿Para qué le dijo "qué debo hacer"? Era lo de sentido común: "Levántate, vete a la puerta, camina por la calle y métete a una casa, a la casa donde te van a hospedar." La voluntad de Dios, ¿qué debo hacer? Esto...
Lo mismo para nosotros: ¿Qué debo hacer yo en mi vida, en mi vida diaria? Lo que siempre he hecho y lo que tengo que hacer todos los días. Esto ya se los he repetido en muchas ocasiones. Porque la novedad no está en hacer cosas nuevas, sino la novedad está hacer de lo viejo algo nuevo; hacer de manera nueva las cosas de mi día.
Abrir el corazón a la voluntad de Dios es abrirlo también a la alegría, a la satisfacción, a la paz, a la generosidad. En una palabra: abrirnos a hacer lo que Dios quiere es abrirnos a la felicidad verdadera.
- Señor, ¿qué quieres que yo haga? Mañana ¿qué voy a hacer? Pasado mañana ¿qué voy a hacer?
- Lo que haz hecho siempre, pero con un corazón nuevo, con un corazón renovado.
Fue también lo que la Virgen María hizo después del grande anuncio de la Encarnación. Ella tuvo una novedad muy grande al tener la creaturita en su seno. Y recibió un mensaje difícil, difícil: - Levántate y vete a atender a tu prima Isabel.
- Bueno, ¿y con quién me voy?
Debió haberse ido en una caravana, según la manera como se viajaba en aquel tiempo. No se la imaginan ustedes a la jovencita de quince años caminando sola, o en burro. Debió ir como se viajaba en ese tiempo, en caravana. Y, ¿cuándo? Cuando le fue posible viajar en caravana. Pero, sobre todo, lo que ella llevaba era la alegría de la novedad de su nueva vida. Siguió haciendo lo mismo, mientras el chiquito estaba formándose en su seno, pero siguió su vida normal. Y, ¿qué haría allá en casa de Isabel? Pues la ayuda a Isabel. Dice el Evangelio que "permaneció como tres meses" (cf Lc 1,56), hasta que nació el niño. Quiere decir que llegó allá cuando Isabel tenía seis meses y comenzaba a tener necesidades particulares. La voluntad de Dios sobre nosotros.
En la epístola a los Tesalonicenses, capítulo 4, versículo 4 o 6, tenemos esa frase: 1Ts 4,3: "Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación."
Y ser santos no es otra cosa sino parecernos a Dios, al Santo, al que pertenecemos: "Esta es la vo- luntad de Dios, que seáis santos." (1Ts 4,3.7).

Bueno, estas eran las reflexiones para esta primera plática. Así que termino invitándolos como al principio, para que dejen fuera preocupaciones, distracciones y entren en un ambiente de unión con Dios. 
*Lo que resta del 2014 estaremos presentando cada 15 días la transcripción de las conferencias del Retiro de Oración y Vida que el P. Salvador Carrillo Alday, M. Sp. S. , nos dió en mayo del 2001. El contenido lo podemos encontrar en su publicación Sed de Dios pero aquí expondremos la sencillez y profundidad de sus explicaciones al darnos el retiro.  No olvidemos antes de entrar al tema hacer una invocación al Espíritu Santo para que  realice su obra en nosotros.