jueves, 27 de octubre de 2016

MISTERIOSA FORMACIÓN DEL HOMBRE Y DE LA MUJER (Génesis 2,6 -7b) Segunda de cinco partes *

Gn 2,6: Pero un vapor se levantaba de la tierra y humedecía toda la superficie del suelo.

     Así que todo era aridez, pero, ¡oh maravilla!, había un puntito en que había agua, mucha o poca, vapor o humedad, el caso es que había un poquito de agua. ¡Magnífico! Ya están los dos elementos para que el alfarero divino pueda comenzar a trabajar con sus manos.

Gn 2,7a: Modeló entonces Yahvéh Dios al hombre del polvo del suelo.

     Modeló”, no utiliza aquí el verbo “creó” al hombre de la nada, sino “modeló”, ¿verdad? Tomó polvo, agua y entonces fue modelando al hombre del polvo de la tierra. Una vez que ya hizo su estatuita, entonces, Dios sopló, sopló en las narices de aquella figura, sopló un aliento de vida. Hermosísima palabra: “aliento de vida” (“néfesh hayá”), un aliento vital y, ¡oh maravilla!, se convirtió aquella figura en un ser viviente.

Gn 2,7b: E insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente.

     ¿Con qué manos? ¿Dios tiene manos? No. ¿Dios sopla como nosotros? No. El hombre, el hombre, ¿es barro? No. ¿El hombre es barro? No. Entonces, ¿qué hay detrás de esa corteza? Cosas muy fáciles.

  1. Primero: El hombre, el ser humano, en este caso el varón, aparece en la tierra por un acto creador de Dios.
  2. Segundo: el hombre, nosotros, en nuestra filosofía, decimos: “es un compuesto de alma y cuerpo”. En la filosofía de este cuadro, ¿el hombre qué es? Es polvo y aliento de vida, comunicado por Dios. Puesto en filosofía nuestra, el hombre está formado por un elemento material y por un elemento, llamémoslo “espiritual”, que es el principio vital: cuerpo y alma. Pero la figura utilizada por el autor, nos quiere decir que: en la aparición del hombre en la tierra, Dios intervino para formar su cuerpo y para infundir su espíritu vital, su alma.

     Ahora bien, si nos preguntamos, ¿y por qué se le ocurrió al autor sagrado decir que el hombre   es un compuesto de hálito de vida que le da Dios y de polvo? Puede ser, posiblemente, de la constatación de este fenómeno, donde la atmósfera no es propicia para guardar los cadáveres. ¿Qué sucede con un cadáver que dura ahí años y años? Se abre aquello y está reducido casi a polvo. Entonces, se diría: ¿el hombre qué cosa es? Polvo. Tan es así que, un poquito adelante, dirá el mismo autor al hombre: "Puesto que eres polvo, al polvo retornarás”. ¿Por qué se le ocurrió decir que Dios había hecho al hombre de polvo? Por la experiencia de que un cadáver se hace polvo. ¿Por qué dijo que Dios le sopló un aliento de vida? ¿Por qué? Porque el aliento de la nariz es signo sensible de la vida. Antiguamente, para ver si ya estaba muerta o no una persona traían un espejo, si se empañaba, todavía no estaba muerta. Si no se empaña, la persona está muerta. ¿Pero cómo? Sí, aquí está el espejo, ya no se empaña.

     Pero entonces, la corteza: Dios que tiene manos, que sopla: corteza*. El hombre hecho de polvo y de agua y de soplo. La realidad profunda: Dios invisible, creador, crea, ha creado al ser humano, a quien ha formado de un elemento material y le ha comunicado un soplo de vida.

     Una precisión que hay que hacer aquí, importante, no está en esta página del Génesis.

 Las ciencias nos dicen que el hombre y todos los seres han aparecido en el mundo por evolución, de tal manera que las ciencias de la evolución nos dicen que hay una evolución en los seres, que ha permitido una transformación, y que el hombre también es producto de esa evolución.

     ¿Qué dice la fe acerca de esto? En un documento importante del Magisterio de la Iglesia, en su Encíclica  “Humanis Generis”, el Papa Pio XII, en el año 1950, escribe muy claramente **

“El Magisterio de la Iglesia no prohíbe que en investigaciones y disputas entre los hombres doctos se trate de la doctrina del evolucionismo, la cual busca el origen del cuerpo humano en una materia preexistente.”

     Fíjense que ya el relato del Génesis, sin que hable de eso, dice que Dios forma el cuerpo de polvo, quiere decir de una manera preexistente. Que Dios haya utilizado polvo, o bien un ser vivo para de ahí pasarlo a ser “ser humano”, no hay dificultad. Pero, una cosa importante es el alma. El mismo documento nos dice esta palabra bien importante:

“La fe católica nos ordena retener que las almas son creadas inmediatamente por Dios”.

     Esto no quiere decir que Dios no crea el alma también sirviéndose del momento de la unión del varón y de la mujer, pero hay una intervención creadora de Dios que infunde el alma a un ser que comienza a vivir. De tal manera que la fe nos invita a aceptar que en nuestro ser humano, compuesto de materia y de espíritu, la parte material es heredada del padre y de la madre, pero interviene, además, una acción creadora de Dios para crear cada una de las almas. Y como es una ley que Dios ha querido, ha dado, entonces Él es fiel a la ley que Él mismo ha puesto. Así se hagan ciertas cosas, así se abuse de las cosas. Pero es una ley que Dios ha dado y, Él, generosamente, fielmente, la cumple y está ahí para crear el alma.

     Pablo VI dice en el “Credo del Pueblo de Dios”:

“Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles… y de las cosas invisibles… y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal” (n.8).

De tal manera que una vez que existe una criaturita, existe para toda la eternidad.

La Constitución “Gaudium Spes”, Concilio Vaticano II, dice:

“En la unidad de cuerpo y alma, el hombre es una síntesis del universo material, el cual, universo material, alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador.”

     Si, la naturaleza alaba al Creador. ¿Cómo? Poéticamente, yo creo que más que poéticamente, decir: “los pajaritos cantan la gloria de Dios por las mañanas”, cuánto más el hombre debe elevar su voz para la libre alabanza, consciente alabanza del Creador.


Continua el documento:
“No se equivoca el hombre al afirmar su superioridad sobre el universo material y al considerarse no ya como partícula de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad humana” (GS n. 14).

Más adelante:

“Al afirmar, por tanto, a sí mismo la espiritualidad y la inmortalidad de su alma, el hombre no es juguete de un espejismo ilusorio, sino que toca, por el contrario, la verdad más profunda de su realidad.” (GS n.14).

Ese es el ser humano, eso somos nosotros ante Dios y ante el universo.

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 * Para entender mejor esta exposición se debe leer la primera parte en donde explica qué es la corteza del mensaje y cuál es el mensaje dentro de la corteza. 
Tal como lo aclaramos en la exposición anterior, estas enseñanzas las impartió  el P. Carrillo en sus clases en el Instituto de Pastoral Bíblica del cual es fundador. A ello se debe que a veces se presentan con un lenguaje sencillo y repetitivo pues éstas notas son el resultado de la transcripción de sus clases. Para mayor referencia se puede consultar la siguiente bibliogafía en que nos ha hecho de guía
SALVADOR CARRILLO ALDAY M.SP.S Origenes del cosmos y del hombre. Génesis I-IX. Ed. La Campana.

Sobre este tema presentaremos cinco partes.

** Salvador Carrillo Alday M.SP.S Origenes del Cosmos y del Hombre. 5a Ed.Instituto de Sagrada Escritura .México 1992. pag 38-39.

jueves, 13 de octubre de 2016

MISTERIOSA FORMACIÓN DEL HOMBRE Y DE LA MUJER (Génesis 2,4b.) Primera de cinco partes (1)


El capítulo segundo del Génesis no es una continuación del capítulo primero. Son dos cuadros totalmente diferentes.

Con estos datos, entonces, comenzamos el estudio del capítulo segundo del Génesis. Este segundo capítulo aparece también como un relato de la creación.

Y en la realidad de las cosas, la creación no fue ni según el primer cuadro, ni según el segundo cuadro. Entonces, ¿cómo fue? Pregúntenle a Dios. Porque ni siquiera en la universidad les van a decir cómo fue la creación. En la universidad jugamos a las hipótesis, a las posibilidades, “tal vez así…”

¿Cómo fue? No sé, pero… cuanto existe, existe porque Dios lo ha creado.  Ahora vamos a ver otro relato de la creación.

En el segundo cuadro, ¿cómo fue la creación de los animales? ¿Cómo fue la creación del hombre? ¿Cómo fue la creación de la mujer? Quién sabe, pero yo se las voy a contar según el segundo capítulo del Gènesis, de esta manera porque lo que interesa no es cómo fue, sino qué es el hombre, qué es la mujer y qué es la creación. No nos importa el cómo de la aparición, sino el profundo misterio: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es la mujer? ¿Qué es la creación?. Entonces, así como el autor del primer capítulo tuvo la libertad de pintarnos a Dios como un buen trabajador que se afana durante una semana por realizar la obra que tiene que hacer, así el autor del segundo capítulo nos va a pintar a Dios en una creación diferente.

     En el primer capítulo, el teólogo que lo escribió se interesaba por decirnos que todo cuanto nuestros ojos ven, todo brota de la acción creadora de Dios, y que, en ese universo, el hombre es imagen y semejanza de Dios.

     El autor, el teólogo del segundo capítulo no se interesa por la creación del universo, sino su interés está en el misterio del varón y de la mujer. Por eso no se ocupa de las estrellas, ni del sol, ni de la luna, sino nada más se interesa por él y por ella. Y si habla de vegetales y de animales, es nada más como por adorno, porque es también el ambiente donde vive el hombre. Pero a este teólogo lo que le interesa es el misterio del ser humano en su doble sexo: varón y mujer.

Si ya, en el primer capítulo, Dios es pintado como un hombre que trabaja seis días, en el capítulo segundo, Dios es pintado como si fuera un hombre como nosotros, con su respiración, con sus manos, que se pasea, que organiza.

De tal manera que, en este sentido, los antropomorfismos, presentaciones de Dios como hombre, se multiplican. Es un género literario. Dios no es así, es pintado así. Por lo tanto para comprender el mensaje de este capítulo importantísimo, hay que tener en cuenta esta comparación.

Es como una nuez: si ustedes quieren comerse el fruto de la nuez, la carnita de la nuez, hay que despedazar la cáscara dura de la nuez y, luego, entresacar el fruto de la nuez de todos los escondrijos que tiene la cáscara dura. Y nadie se come la cáscara dura de una nuez, ni se la traga, sino la bota y se queda con la sustancia sabrosa.  Entonces, el capítulo segundo está lleno de cáscara de nuez, pero si la nuez no tuviera cáscara no se daba,

El lector tiene que percibir el género literario de este capítulo, para comprender el mensaje. Así hay que tener en cuenta todo esto, para decir: “Ah, esa es figura, pero la figura, ¿es, será la realidad? Hay que quedarse con la realidad y botar la figura.

Como el autor del primer capítulo había hecho su cuadro en siete apartados: seis días de trabajo y uno de descanso, el autor de este capítulo ha hecho su composición como un díptico. Un díptico quiere decir: dos cuadros con diferentes escenas. Y en la primera escena va a hablar de la formación del varón, y en el segundo cuadro va a hablar de la formación de la mujer, con una interesante conclusión, una vez ya formada la mujer.

-        El primer cuadro, que habla de la formación del varón, se encuentra en el capítulo 2,4b hasta el versículo 17.
-        El segundo cuadro, “formación de la mujer”, va del versículo 18 hasta el versículo 23.
-        Y luego, la conclusión está en los versículos 24 y 25.

     Les debo decir que este díptico es grandioso en su contenido doctrinal. Pero ese contenido doctrinal va a estar expresado en imágenes, en corteza (como la nuez de la que mencionamos antes)  muy bella pero muy dura. Entonces, hay que saber y conocer esa corteza, romper esa corteza para después investigar. Bueno, y esa cortecita tan dura, es decir, el contenido doctrinal, es de mucha calidad.

     Entonces, vengamos al primer cuadro del díptico: LA FORMACIÓN DEL HOMBRE, del varón, capítulo 2,4. Dice el texto:

Gn 2,4b: El día en que Yahvéh Dios hizo la tierra y el cielo, no había ningún arbusto del campo sobre la tierra, ni germinaba hierba alguna del campo, pues Yahvéh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para cultivar el suelo.

Dos REFLEXIONES:

  1. Primero, por favor no se vayan a acordar del capítulo primero, porque, si se acuerdan, me van a decir: “Oiga, pero si ya había todos los árboles, si ya había todos los animales, ¿cómo me está diciendo aquí que no?” Son dos cuadros diferentísimos. Uno quiso pintar la creación de todos, este quiere pintar la creación del varón y de la mujer. Y lo hace en esta forma: como si, en la tierra, no hubiera todavía nada, nada, nada, casi una desolación.
  2. Segunda reflexión: El nombre de Dios, en el primer capítulo a Dios se le llamaba “Dios” y nada más. Aquí aparece “Yahvéh Dios”, el Nombre del Dios de Israel, Yahvéh, Yahvéh Dios.
     Nuevamente Dios va a aparecer aquí como un hombre que trabaja.
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Estas enseñanzas las impartió  el P. Carrillo en sus clases en el Instituto de Pastoral Bíblica del cual es fundador. A ello se debe que a veces se presentan con un lenguaje sencillo y repetitivo pues éstas notas son el resultado de la transcripción de sus clases. Para mayor referencia se puede consultar la siguiente bibliogafía en que nos ha hecho de guía
(1)  SALVADOR CARRILLO ALDAY M.SP.S Origenes del cosmos y del hombre. Génesis I-IX. Ed. La Campana.
Sobre este tema presentaremos cinco partes.