miércoles, 21 de junio de 2017

EL GRAN BANQUETE: (cont.) Mt 22,1 -10; Lc 14,14-24


2.—EL BANQUETE DE BODAS EN MATEO

La parábola del festín sigue a la de los viñadores ho­micidas: Mt 21,33-46; y presenta, respecto del texto de Lucas, numerosas variantes, todas ellas encaminadas a alegorizar las palabras del Maestro, con el fin de aplicarlas a circunstancias concretas de la Iglesia primitiva.
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en pará­bolas, diciendo: "El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. En­vió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos con este encargo: Decid a los invitados: 'Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y ani­males cebados, y todo está a punto; venid a la boda'. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio, y los demás agarraron a los sier­vos, los escarnecieron y los mataron": 22,1-6.
Mateo comienza por comparar explícitamente el Reino de los Cielos al banquete ofrecido por un hombre. Pero este hom­bre era un rey, y el festín que había organizado fue con oca­sión de las bodas de su hijo. Siendo un rey, tenía a su dispo­sición numerosos siervos y los invitados no eran pocos.
Llegado el momento del banquete, envió a sus siervos a llamar a los invitados, pero ellos "no querían venir". Nueva invitación, con insistencia, mediante otros siervos:
"Mirad: mi banquete está preparado,
se han matado ya mis novillos y animales cebados;
y todo está a punto: ¡Venid a la boda!".
Pero los invitados, sin hacer*caso, se fueron: quien a su campo, quien a sus negocios..., y los demás se apoderaron de los siervos, los escarnecieron y los mataron.
"Entonces, el Rey se llenó de ira, y, habiendo enviado sus ejércitos, hizo perecer a aquellos asesinos e incendió su ciudad": v. 7.
Es fácil reconocer la alegorización de la parábola. El rey e.s Dios que celebró las Bodas Mesiánicas de su Hijo. Envió, con anticipación, a los Profetas para invitar a los Judíos a par­ticipar de la Fiesta, pero "no quisieron venir".
Más tarde, envió a otros siervos suyos, a los Apóstoles y a los misioneros, para invitar una vez más a los Judíos a que participaran del Festín mesiánico que había llegado: pla­tillos exquisitos les esperaban, y todo estaba ya listo.. . Pero ellos despreciaron la nueva invitación y aun dieron muerte a los nuevos enviados. Recuérdese el método de evangelización de Pablo: a todo lugar a donde llegaba con el mensaje evan­gélico, se dirigía primero a los Judíos; una vez que éstos re­chazaban la Palabra, Pablo se dirigía a los Gentiles: Hch 9, 22-23; 13,5-12.15.44-46; 14,19; 17,1-5.

Dios no podía hacer más. Entonces envió sus ejércitos y acabó con los asesinos y con su ciudad: alusión clara a la destrucción de Jerusalén por los ejércitos de Roma en el año 70.
Pero el banquete, una vez preparado, no podía perderse. Entonces el rey dice a nuevos siervos:
"La boda está preparada,
pero los invitados no eran dignos.
Id, pues, a los cruces de los caminos
y a quienes encontréis, invitadlos a la boda. Salieron aquellos siervos a los caminos y trajeron a todos los que encontraron,
malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales": w. 8-10.
En estos últimos versículos se describe la misión de la Iglesia a los Gentiles. El Pueblo Judío se cerró en sí mismo y no quiso aceptar el Reino de los Cielos que Dios le había pro­metido y ofrecido. Pues bien, ahora será el mundo entero, los Gentiles, buenos y malos, esto es, sin discriminación alguna, los que disfrutarán del Reino. Ellos han escuchado la invitación del Padre.





*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 92-94 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011

miércoles, 7 de junio de 2017

EL GRAN BANQUETE: Mt 22,1 -10; Lc 14,14-24

Mateo y Lucas nos han transmitido la parábola del gran banquete. Los puntos de convergencia son los siguientes. Un hombre organizó un banquete e invitó a muchos. Envió a sus siervos a llamar a los invitados, pero éstos se negaron a venir. Airado el señor, dijo a sus siervos: "Salid y traed a la gente que encontréis".

A pesar de este fondo común, Lucas y Mateo ofrecen nu­merosas variantes. Por esta razón, es mejor examinar los tex­tos separadamente.
Primero veremos la parte de Lucas y en quince días la parte de Mateo.

l.—EL GRAN FESTIN DE LUCAS
En el tercer Evangelio, la parábola del gran festín fue pronunciada por Jesús con ocasión de un banquete al que fue invitado: "Cuando des un banquete -—decía a su anfitrión— llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos. Habiendo oído esto, uno de los comensales, le dijo: '¡Dichoso el que coma pan en el Reino de Dios!' ": Lc 14,13-15. Es entonces cuando Jesús pronuncia su parábola.
"Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a. los invi­tados: "Venid, que ya está todo preparado'. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses'. Y otro dijo: 'He comprado cinco yun­tas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispen­ses'. Otro dijo: 'Me he casado, y por eso no puedo ir'. Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: 'Sal en se­guida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados y ciegos y cojos'. Dijo el siervo: 'Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía hay sitio'. Dijo el señor al siervo: 'Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa'. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados pro­bará mi cena": 14,16-24.
Lucas, como se ve claramente, coloca la parábola del fes­tín en un contexto escatológico: es el Banquete Mesiánico del fin de los tiempos. Más adelante veremos si Jesús pudo pro­nunciar estas palabras sin referirse necesariamente a ese ban­quete escatológico.
"Un hombre hizo una gran comida e invitó a muchos". El invitante debía ser una persona privada, y la comida —aun­que banquete— no dejaba de ser sólo una reunión de amigos. Por eso bastará un siervo para que vaya a dar aviso de que las cosas están listas. Los invitados, por su parte, eran personas pudientes que tenían posibilidades para adquirir o un campo o cinco yuntas de bueyes (lo que suponía tener un campo al me­nos de 45 hectáreas).
Llegada, pues, la hora de la comida, va el siervo a decir a los invitados: "¡Venid, que ya las cosas están preparadas!". Este aviso de cortesía se practicaba en los círculos altos de Jerusalén
"Y comenzaron todos, a una, a excusarse...". El primero porque había comprado un campo y tenía necesidad de ir o verlo; el segundo porque había comprado cinco yuntas de bueyes e iba a probarlas; el tercero porque se había casado y no quería dejar a su esposa sola (las mujeres no asistían a los banquetes).
"Airado, entonces, el amo dijo a su siervo: 'Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, a ciegos y cojos' ".
Sentido primitivo de la parábola de Jesús.
Si ponemos aquí fin a la parábola, ésta coincide con la que ofrece el Evangelio de Tomás. Allí, una vez que los in­vitados han declinado la invitación, el amo envía a su siervo a los caminos para que haga venir al festín a los que encuen­tre; y termina: "Los compradores y los negociantes no en­trarán en los lugares de mi Padre".
En esta perspectiva, la parábola tiene un sentido claro y llano. Jesús se dirige a sus enemigos que lo critican. El señor del festín es imagen de Dios que ha enviado a su sier­vo para llamar a su Reino a Escribas, Fariseos, Autoridades religiosas del Pueblo. Pero, escandalizados de la amistad que Jesús guarda con los pecadores, ellos se resisten y rehúsan la invitación.
¡Nada importa! El banquete está ya preparado, los tiem­pos mesiánicos han llegado, la hora ha sonado...! El siervo del amo, Jesús, saldrá a las plazas y calles de la ciudad y lla­mará a los pobres y lisiados, a ciegos y cojos. Esto es: los pobres y los pecadores, los sencillos y los publícanos serán quienes disfruten del Reino de Dios.
Alegorización y amplificación de la parábola.
Los versículos 22-24 del relato de Lucas parecen ser una interpretación y amplificación de la parábola, en vista de las circunstancias de la Iglesia primitiva.
Para Lucas, "los tiempos de las Naciones han llegado": 21,24; gentes del Oriente y del Occidente, del Norte y del Sur, se pondrán a la mesa del Reino de Dios: 13,29. Esto quiere decir que la salvación no está limitada al Judaísmo, sino ofrecida al mundo entero.
Pues bien: el siervo que había ido sólo a las plazas y calles de la ciudad (símbolo de Jerusalén y del Pueblo Judío), dice a su amo: "Señor, se hizo lo que ordenaste y todavía que­da lugar". A lo que responde el Señor:
"Sal a los caminos y cercas (de los viñedos) y obliga a entrar para que se llene mi Casa".
Es la invitación urgente que la Iglesia primitiva hace a los Gentiles, por medio de sus misioneros, para que partici­pen también ellos del banquete del Reino de Dios. En la Casa de Dios hay lugar para todos, y es necesario que se ocupe hasta el último sitio.
La parábola termina con una frase terriblemente seria:
"Os digo, pues, que ninguno de aquellos hombres invitados gustará de mi festín": v. 24.
Parece que esta frase no forma parte de las palabras del amo de casa, sino que está puesta en labios de Jesús y coin­cide con la perspectiva escatológica de los versículos de in­troducción a la parábola: w. 14-15.
El festín de Jesús es el Banquete Mesiánico de los últimos tiempos. Hay que aceptar la invitación de Dios cuando El llama por medio de Jesús o sus discípulos . . . Querer asistir, después de haber rechazado una primera invitación, tal vez podría ser ya tarde . . .


*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 89-92 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011