viernes, 23 de noviembre de 2018

PARÁBOLA DE LA LÁMPARA: Mc 4,21-23; Mt 5,15; 10,26; Lc 8,16-17; 11,33; 12,2.


Después de la explicación de la parábola del sembrador, Marcos y Lucas proponen la pequeña parábola de "La lámpara". En Marcos y Lucas consta de dos breves dichos.-Mateo mantiene en su Evangelio estas dos unidades, pero las ha colocado separadas en sitios diferentes: 5,15; 10,26.-Lucas repetirá los dos logia en otros contextos: 11,33; 12,2.

MARCOS

Marcos presenta una concatenación en sus parábolas mediante la fórmula "y decían": 4,2.21.24.26.30.

Pues bien, esto nos sirve como punto de partida para investigar el sentido que la parábola de la lámpara tiene en el sitio donde Marcos la ha consignado. El escribe:

"¿Acaso VIENE LA LAMPARA para que sea puesta debajo del celemín o debajo de la cama? ¿No acaso para que sea puesta sobre el candelero?"

A primera vista, el verbo "viene", dicho de una lámpara, parece extraño; por eso algunos han pensado que se trata de una mala traducción cuyo original sería: "Acaso se trae una lámpara..."

Sin embargo, es posible que la forma "viene" sea original, y Marcos la ha querido mantener expresamente. Si esto es exacto, para el Evangelista "La Lámpara" (con artículo determinado) es la predicación del Reino de Dios, o más aún, la lámpara es Jesús mismo que viene con la misión de revelar el misterio de ese Reino, iluminando así al mundo.

Siendo así, Jesús no ha venido para vivir oculto sino para ser puesto en alto e iluminar a los hombres, a la manera de una lámpara que se coloca sobre el candelero para alumbrar.

En este contexto e! v. 22 se une estrechamente al logion anterior mediante la partícula "porque", y prolonga la misma idea.

"porque nada hay oculto sino para que sea manifestado, ni ha sucedido algo escondido sino para que venga a ser descubierto ".

Este logion admite que algo ha sucedido secretamente, en oculto, pero ello no ha sido sino para que, a su tiempo, sea manifestado. Una sucesión de cuatro "para que" enfatizan la idea de finalidad.

Esta palabra podría referirse a la vida oculta de Jesús y con él a la espera de la revelación de! Reino que se le había encomendado, pero -en vista del contexto- esta palabra se orienta más bien hacia el porvenir; y en este caso, Jesús y su proclamación del Reino de Dios parecen ahora como algo humilde y oculto, pequeño y escondido, sin embargo sólo es así para que más tarde brille con mayor esplendor su manifestación a plena luz.

El v. 23: "¡Si alguno tiene oídos, que oiga bien!" es una insistente invitación a escudriñar el sentido profundo de la parábola.

En Marcos, pues, la parábola de la lámpara es una parábola cristológica con tintes escatológicos, esto es, con proyección hacia el porvenir.

No es por demás recordar aquella otra palabra, conserva­da en la tradición de Juan, en la que Jesús decía:
"Yo soy la Luz del mundo:
el que me sigue no camina en la oscuridad,
sino que tendrá la luz de la vida": Jn 8,12.


MATEO

Mateo ha colocado la primera parte de la parábola dentro del Sermón  de la Montaña: 5,15. Con esto, el logion ha sufrido una transposición y el centro de atención se ha desplazado. Ahora, la lámpara encendida, que no se coloca bajo el celemín sino sobre el candelero para que pueda iluminar a todos los hombres que viven en casa, son los discípulos de Jesús. Ellos son "la luz del mundo" y deben hacer brillar su luz ante los hombres para que vean sus obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos.

La segunda parte de la parábola se encuentra en el Discurso Apostólico: 10,26; y allí lo oscuro y escondido es la enseñanza que Jesús ha dado a sus discípulos en la intimidad, para que ellos a su vez la proclamen sin temor por todas par­tes a donde vayan como misioneros.

LUCAS

En Lucas, las dos partes de la parábola de Marcos per­manecen unidas. En esto, Lucas respeta su fuente. Pero, quiere corregir la impropiedad de lenguaje, y lima la frase para que corra armoniosa, y lo logra:
"Nadie que ha prendido una lámpara la oculta bajo un recipiente o la coloca debajo de la cama, sino que la pone sobre el candelero para que los que entren vean la luz": 8,16.

Pero con estos retoques, el logion cambió su dirección fundamental: dejó de ser cristológico (Mc) o apostólico (Mt), y se ha transformado en un dicho de sabiduría. En efecto, sería ridículo encender una lámpara para ocultarla; ¡no! si se enciende es para que ilumine a los de casa, o para que se vea su luz.

La última frase del texto de Lucas nos descubre que el autor piensa en su mundo griego, pues para entrar al interior de una casa helenística se debía pasar primero por un corredor, y una luz iluminaba el camino a los que entraban en ella.

Modificado el sentido de la primera parte de la parábola, la segunda se convierte también en una máxima de sentid moral: 

"pues, nada hay oculto que no quede manifiesto, ni escondido que no sea conocido y venga a ser descubierto": 8,17.

Hemos dicho que Lucas repite los dos logia de la parábola en contextos diferentes.

Pues bien, "el dicho de la lámpara" en 11,33 tiene u aplicación "moral individual", que Lucas ha sabido utilizar con arte exquisito:

"Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en sitio oculto, sino sobre el candelero, para que lo que entren vean la luz. La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si está malo, también tu cuerpo esta­rá a oscuras. Mira, pues, que la luz que hay en ti no se torne oscuridad..."

"El dicho de lo oculto" en 12,2, lo aplica Lucas a la hipo­cresía de los Fariseos:

"Guardaos de la levadura de los Fariseos que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse... "


REFLEXIÓN CRÍTICA Y TEOLÓGICA

1.    "Historia de las Formas" e "Historia de la Redacción".
La "Historia de las Formas " estudia la historia de las formas literarias.
Parte de la última redacción de nuestros textos canónicos v se remonta hasta encontrar, de ser posible, el primitivo Sitz im Leben 'situación en la vida' de cada pieza evangélica.
La "Historia de la Redacción", en cambio, pretende descubrir las intenciones y finalidades que tuvo cada autor al colocar las piezas de la tradición evangélica en este sitio determinado, en este orden y en este contexto. De allí brota el sentido literal que cada pasaje evangélico tiene.

2.    Desviación del sentido primitivo o enriquecimiento doctrinal?
Con estas confrontaciones de textos, se ponen de manifiesto las preocupaciones catequísticas y pastorales de la Iglesia primitiva.
Las palabras de Jesús, guardadas en la memoria de los primeros discípulos, conservan todo su vigor y son palabras vivas; y si se desplazan de su sentido primitivo es que son capaces de iluminar también las nuevas circunstancias de las comunidades cristianas.
No es que los Evangelistas, ni otros cristianos antes que ellos, hayan traicionado o al menos desviado el sentido original de las palabras de Jesús. Es el Espíritu Santo quien está en obra, tanto en la Iglesia como en los escritores sagrados, y hace vivir a los creyentes de las enseñanzas, siempre actuales, de su Fundador.


·       Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pág. 39-43 México, LA CAMPANA.IPB 2011










martes, 6 de noviembre de 2018

Parábola del sembrador (cont)


a) Elementos de la parábola.
El cuadro.
En tanto que Lucas nos ofrece un minimum para intro­ducir la parábola, Marcos y Mateo pintan una escena solemne con detalles llenos de vida, procedentes tal vez de Pedro: Jesús está a la orilla del mar, una "numerosísima" multitud se reúne y Jesús se ve precisado a subir a una barca y dirigir desde allí su instrucción a la gente.
El lenguaje de Marcos, pintoresco y espontáneo, es sin embargo incorrecto: "habiendo subido a la barca, se sienta en el mar" y la multitud "a lo largo del mar", "sobre la tierra". Mateo ha eliminado las incorrecciones de lenguaje. Lucas ha consignado en otro sitio el recuerdo de Jesús que enseña desde una barca. Cada Evangelista tiene, pues, sus tendencias propias y utiliza su material de manera personal.
El sembrador. f
Imagen familiar en Palestina. Marcos comienza en un estilo incisivo: "¡Oíd!" El sembrador sale para ir a sembrar. Lucas ha multiplicado, con gusto, las asonancias: "Salió el que siembra a sembrar su semilla".
El camino.
Al sembrar, algunos granos cayeron en el camino. Es el sendero que cruza el campo de labranza. Nada importa que el grano caiga en el pequeño camino. Es costumbre en Palestina que el labriego arroje primero la semilla y sólo después removerá la tierra para que la semilla se esconda. Pero entretanto vinieron las aves del cielo y se comieron los granos que esta­ban a ras del suelo endurecido. Lucas, extranjero que no cono­ce las costumbres palestinenses, se ha imaginado un gran camino, y naturalmente los transeúntes pisaron los granos que allí habían caído.
El terreno pedregoso.
Otros granos cayeron en terreno pedregoso. Los campos de Palestina son ordinariamente terrenos llenos de pequeñas piedras. En algunos sitios la tierra no es profunda. Las semi­llas pronto dejan ver sus brotes, pero viene el sol fuerte de primavera y las pequeñas plantas se secan, faltas de raíces profundas. Lucas, poco sensible a las realidades del campo, escribe: "Y otro cayó sobre la piedra". En tal caso, falto de humedad se secó. Pero, urgiendo las cosas, si así hubiera -sucedido, ni siquiera hubiera podido brotar.
Los espinos.
Parte de la semilla cayó entre los espinos. En terrenos pedregosos no es raro ver pequeños matorrales persistentes. Evidentemente las semillas que caen allí se verán sofocadas y no darán fruto.
La tierra generosa.
Las semillas que caen, finalmente, en la tierra buena pro­ducen el fruto deseado. Aquí está el climax de la parábola.
Marcos es sumamente expresivo: para hablar de los gra­nos que caen en tierra buena emplea el plural "otros", no el singular "otro" como tratándose de la semilla que caía en sitios infelices; y después de emplear tiempos pasados (aoris­tos), ahora hilvana una serie de imperfectos griegos que des­criben la continuidad y progresión inesperada de una cosecha extraordinariamente abundante: "otros cayeron en la tierra buena y daban fruto que subía y aumentaba, y daban uno treinta, y uno sesenta, y uno cien". La exageración es mani­fiesta. Las estadísticas muestran que un campo que produce 10 veces más de la siembra es magnífica cosecha, y un pro­medio de 7 y medio más que lo sembrado es excelente cosecha. ¿Qué querrá, entonces, significar esa hipérbole y esa progresión en creciente?
Mateo, en cambio ha colocado el resultado en orden inverso, comenzando por la semilla que produjo cien, luego sesenta, luego treinta.
Lucas, simplicando el texto, escribe: "...hizo fruto centu­plicado ".
"¡Quien tenga oídos, que oiga bien!" Se trata de una frase de corte semita, en la que se repite el mismo verbo "oír oiga" con el fin de enfatizar lo que se quiere afirmar; por eso hemos traducido: "¡Quien tenga oídos, que oiga bien!" Esta frase se encuentra varias veces en el Evangelio. Jesús la debió pronunciar con frecuencia: Mc 4,23; 7,16; Lc 14,35; Mc 11,15; 13,43.
b) Sentido de la parábola.
El sentido primitivo de la parábola debe brotar del texto mismo.
En primer lugar, la parábola describe sitios diversos en donde cae la semilla. Sitios donde la semilla correrá riesgos o inclusive frustraciones: así el sendero, el terreno pedregoso, las espinas; pero también tierras generosas donde la semilla producirá su fruto. Sin embargo, el acento principal de la parábola no está en eso.
La parábola describe, además y sobre todo, dos momen­tos cruciales: el del principio y el del fin, el de la siembra y el de la cosecha. Y en este último está el climax de la parábola. La siembra estuvo sujeta a eventualidades. Algunos granos (Marcos utiliza el singular) no produjeron fruto, pues los Sitios donde  cayeron no eran adecuados; pero la mayor parte de la semilla (Marcos emplea entonces el plural), cayendo en tierra buena, produjo una cosecha extraordinaria, que superó las  esperanzas del sembrador.

¿A qué se refería Jesús con tal parábola?
Jesús ha comenzado su ministerio proclamando un Buena Nueva de Dios:
"El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios está a las puertas. Convertios y creed en el Evangelio": Mc 1,14.
La llegada del Reino de Dios fue el tema de la predicación y de la doctrina de Jesús en los primeros días: cf Mc l,21.22.38s.45; 2,13; 3,14. Ese tema es el de la parábola de la semilla que crece: Mc 4,26-29, y del grano de mostaza: 4,30-32, y ese mismo tema debe ser el objeto de la parábola del sembrador.
Jesús lanza, como una semilla, la Buena Nueva del Reino. Esa semilla está cayendo en sitios más o menos recep­tivos. Su trabajo parecerá, en parte, inútil y sin fruto. Nada importa. Ya desde ahora, Jesús, rebosante de optimismo y lleno de alegre confianza, lanza su vista al porvenir, más aún, a los últimos días, y contempla la cosecha final, ¡asombrosa cosecha que sobrepasa todas las medidas humanas! Es, pues, una parábola escatológica. Lo que contempla Jesús en esas espigas admirablemente cuajadas de fruto es el triunfo final del Reino de Dios.
Sitios donde  cayeron no eran adecuados; pero la mayor pa flf ht Humilla (Marcos emplea entonces el plural), cayendo buena, produjo una cosecha extraordinaria, que sup Iiin esperanzas del sembrador.
¿A qué se refería Jesús con tal parábola?
Jesús ha comenzado su ministerio proclamando un Buena Nueva de Dios:
"El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios está a las puertas. Convertios y creed en el Evangelio": Me 1,14.
La llegada del Reino de Dios fue el tema de la predica ción y de la doctrina de Jesús en los primeros días: cf M l,21.22.38s.45; 2,13; 3,14. Ese tema es el de la parábola de 1 semilla que crece: Me 4,26-29, y del grano de mostaza: 4,30-32, y ese mismo tema debe ser el objeto de la parábola del sembrador.
Jesús lanza, como una semilla, la Buena Nueva del Reino. Esa semilla está cayendo en sitios más o menos recep­tivos. Su trabajo parecerá, en parte, inútil y sin fruto. Nada importa. Ya desde ahora, Jesús, rebosante de optimismo y lleno de alegre confianza, lanza su vista al porvenir, más aún, a los últimos días, y contempla la cosecha final, ¡asombrosa cosecha que sobrepasa todas las medidas humanas! Es, pues, una parábola escatológica. Lo que contempla Jesús en esas espigas admirablemente cuajadas de fruto es el triunfo final del Reino de Dios.

Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pag. 19-22. México, LA CAMPANA1992.IPB 2011