jueves, 23 de junio de 2016

EL CIEGO DE NACIMIENTO Jn. 9,1-41 (segunda parte)

3a El ciego y los fariseos (v.13-17).
13 Llevan ante los fariseos al antes ciego. 14 Ahora bien, era shabbat el día en que Jesús hizo lodo y abrió sus ojos. 15 De nuevo, pues, le preguntaban también, los fariseos cómo había visto. Y él les dijo: "Puso lodo sobre mis ojos, y me lavé, y veo". 16 Decían, pues, algunos de los fariseos: "Este hombre no es de Dios, porque no guarda el shabbat". Pero otros decían: "¿ Cómo puede un hombre pecador hacer tales signos?" Y había división entre ellos. 17 Dicen, pues, nue­vamente al ciego: "Ya que te abrió los ojos, ¿tú qué dices de él?" El dijo: "¡Es un profeta!".
El ciego fue llevado a los fariseos. Era shabbat el día en que Jesús hizo lodo y abrió los ojos del ciego. En esta primera entrevista, los fariseos parecen aceptar la cura­ción milagrosa. Pero, estando prohibido el trabajo en shabbat, unos de ellos concluyen: "Este hombre no puede venir de Dios" (Dt 13,1-5; Jn 5,16.18). Otros, sin embargo, más abiertos a la luz, se resisten a aceptar ese juicio negativo sobre Jesús, y se preguntan: "Pero, ¿cómo puede un hombre, pecador hacer tales signos?" Y había divisiones entre ellos (Jn 7,43).
En cuanto al antes ciego, las discusiones entre las autoridades lo han hecho reflexionar. Una nueva luz espiritual ha penetrado en su espíritu, y gracias a ella intuye en su bienhechor un misterio más profundo, en que no había pensado hasta ese momento. Jesús no puede ser un hombre cualquiera. E interrogado nuevamente responde: "¡Es un profeta!".
4a Actuación de los padres ante los fariseos (v. 18-23).
18 Pero los judíos no creyeron que había sido ciego y que había adquirido la vista, hasta que llamaron a los padres del hombre que veía, 19 y les preguntaron diciendo: "¿Este es vuestro hijo, del que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?" 20 Respondieron entonces sus padres y dijeron: "Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; 21 pero, cómo ahora ve, no sabemos; o quién abrió sus ojos, nosotros no sabemos. Preguntadle, edad tiene; él hablará por sí mismo ". 22 (Esto dijeron sus padres, porque temían a los judíos, pues ya habían establecido los judíos que si alguno lo confesaba Mesías, fuera excluido de la Sinagoga. 23 Por eso sus padres dijeron: "Edad tiene preguntadle").
Entran ahora en escena los judíos. Se trata de las autoridades religiosas de Jerusalén. No creen que Jesús haya obrado la curación y por eso llaman a los padres del ciego. Estos reconocen que efectivamente es su hijo y que había nacido ciego.

Los signos obrados por Jesús en Jerusalén habían llevado a muchos del pueblo a ver en él al Mesías (2,23). La sanación prodigiosa obrada sobre su hijo había llevado probablemente a los padres del ciego a creer en Jesús. Sin embargo, no lo confesaron abiertamente por temor a los judíos, pues éstos habían pronunciado pena de excomu­nión para aquellos que confesaran a Jesús como Mesías (7,13).
Esta pena de expulsión de la Sinagoga nos refleja la situación polémica entre la Iglesia y el Judaismo hacia fines del siglo I. Durante su ministerio, Jesús anunció a sus discípulos que serían arrojados de la Sinagoga (Mt 10,17; Lc 6,22); pero esto no aconteció durante la vida del Maestro, sino mucho más tarde.
En el libro de los Hechos vemos a los Apóstoles ir al Templo (Hch 3-5); inclusive todavía en tiempos más avan­zados (año 58) encontramos a Pablo cumpliendo en el Templo los preceptos ordenados por la Ley (Hch 21,26). La ruptura total entre la Iglesia y el Judaismo se llevó a cabo entre los años 85 a 90, y fue entonces cuando los judío-cristianos fueron excomulgados definitivamente de la Sinagoga.
5° De nuevo el ciego ante los fariseos (v.24-34).
Se teje luego, en cuatro interlocuciones, un diálogo lleno de viveza y colorido. La refutación que el ciego ignorante va a hacer a las autoridades cultas es uno de los más admirables trozos del evangelio de san Juan.
24 Llamaron, pues, al hombre por segunda vez, al que había estado ciego, y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que este hombre es pecador". 25 Respondió entonces aquél: "Si es pecador, no lo sé; una cosa sé: que siendo ciego, ahora veo ".
"Dar gloria Dios" es una fórmula bíblica de juramen­to para exigir a alguno que diga la verdad (Jos 7,19; 1S 6,5). El ciego sabía que era shabbat y conocía las prescrip­ciones. Sin embargo, una cosa le hace pensar que Jesús está sobre esas prescripciones minuciosas, que más que de Dios, son de los hombres: el hecho de haberle abierto los ojos.
26 Dijéronle, pues: "¿ Qué te hizo ? ¿ Cómo te abrió los ojos ? "
27 Respondióles: "Os lo dije ya y no creísteis; ¿para qué queréis oírlo de nuevo? ¿Acaso también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
La malevolencia de los fariseos crece; quieren escu­char nuevamente los detalles para sacar partido contra Jesús. Pero el ciego permanece seguro en su afirmación y, a la insistencia de aquéllos, reacciona con fina ironía.