miércoles, 7 de agosto de 2019

LA CONFIRMACIÓN (2ª PARTE)

Decíamos que el Evangelio nos cuenta por lo menos tres intervenciones del Espíritu Santo en la vida humana de Jesús:
1º en su concepción. Si el Espíritu Santo llenó a María, cómo llenaría a Jesús, al Verbo Eterno de Dios que escoge un vientre virginal para hacerse hombre.
Lo importante es que el Hijo Eterno de Dios se hizo hombre.

Una celulita habitada ya por el Espíritu Santo, desde su primer instante el Hijo de Dios es el Hijo del Hombre en el seno inmaculado de la Virgen María y la naturaleza humana de Jesús quedó santificada por la santidad que le comunicó el Espíritu Santo. Por eso el Ángel le comunicó a la virgen que el que va a nacer será llamado Santo Hijo de Dios.
Pero el Evangelio también nos cuenta que Jesús fue creciendo , como nosotros, en en sabiduría, en conocimiento y estatura y gracia ante Dios y ante los hombres.
El crecimiento humano de Jesús, un momento importante fue cuando sonó la hora de Dios para que Jesús comenzara su ministerio público, proclamando la palabra de Dios, sanando a los enfermos, perdonando a los pecadores., caminando por todos los caminos de Palestina para hablar que Dios quiere reinar en el corazón del ser humano.
Para capacitarlo para ese momento importantísimo en que va a iniciar un nuevo género y misión de vida, el Padre unge a Jesús hombre con el Espíritu Santo y ese momento es el Bautismo de Jesús en el Jordán. En ese momento nos cuenta el Evangelio, sobre todo  el evangelio de San Marcos que los cielos se rasgaron sobre Jesús y el Espíritu Santo entra en Jesús, penetró en Él. Como una ave baja del cielo y se posa en un alero, así también el Espíritu Santo creador baja como una paloma y penetra en Jesús y Jesús es transformado, es ungido con el Espíritu Santo para que pueda comenzar a realizar su misión, pero para realizar su grande misión el Espíritu Santo lo llenó de dones y carismas, de capacidades para que Jesús pudiera realizar su misión.
Le comunicó el Espíritu Santo el don de predicar, el don de perdonar los pecados, le comunicó el carisma de sanar a los enfermos en su cuerpo, pero le comunicó el don de sanar a los enfermos de las heridas del corazón. Es un carisma más profundo, sanar el interior de los corazones. Estos carismas los ejerce hoy y más fuertemente ahora que está en el cielo. El Espíritu Santo lo transformó,  lo llenó de carismas.
Jesús lleno del Espíritu Santo en su concepción y lleno del Espíritu Santo en su bautismo, y antes de su pasión, un momento crucialísimo en la vida de Jesús fue cuando le tuvo que decir a su Padre: no lo quiero, no quiero sufrir y no quiero morir, y te lo pido sabiendo que para ti todo es posible pero Jésus  agrego pero en definitiva no te pido lo que yo quiero, sino que acojo tu voluntad, yo quiero lo que tu quieras,  que se haga tu voluntad y  ese momento fue en Getsemaní. Si tu voluntad es que yo muera, aquí estoy.  En el momento de la agonía en Getsemaní, necesitaba también una invasión de Espíritu Santo, en ese momento trascendentalísimo de su vida, el Espíritu Santo fue imaginado como un ángel que lo confortaba, de tal manera que lo llena de fuerza y Jesús se presenta tranquilo sobremanera, cuando llega la turba el sale fuera y les pregunta a quién buscan?

La Epístola a los Hebreos nos conserva un versículo magnífico pero no con imágenes pero dice lo mismo, Jesús al impulso del Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo como víctima de expiación a Dios. (Hb 9,14)

Ahora con la resurrección Jesús adquiere una naturaleza humana diferente, inmortal, entra a otro mundo, Él, Jesús hombre. Va a comenzar una misión diferente, ser el Señor del universo, ser el Supremo Rey y ser el Sumo Sacerdote. Para ejercer esa triple función grandiosa, que no podemos ni imaginarla, Jesús recibe en su naturaleza humana una nueva unción del Espíritu Santo y el Padre le regala a Jesús glorificado el Espíritu Santo (Hch 2,32-33).
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continuamos con la 3ª parte la proxima sesión